La victimización K como humareda para tapar el ajuste

La victimización K como humareda para tapar el ajuste

Por Hugo E.Grimaldi.

Cristina Fernández de Kirchner. Telam Cristina Fernández de Kirchner. Telam
01 Septiembre 2022

La centralidad que ha recuperado una gran porción del peronismo, que en buena medida se ha agrupado alrededor de Cristina Kirchner debido a sus problemas judiciales, no se corresponde con la  situación socio-económica del país, necesitada a estas alturas de una terapia diferente a la que hoy apunta a dinamitar a la clase media y a pauperizar más a los sectores populares, para que así el ajuste que está en curso se torne mínimamente efectivo. El impuesto inflacionario es el gran recurso que tiene el Gobierno para financiarse y lo está estirando a como dé lugar.

Más allá de que ya casi no se hacen las consabidas referencias a la herencia económica recibida de Mauricio Macri, ni tampoco a la pandemia y a la guerra en Europa, lo que ha empezado a pasar ahora es que Sergio Massa ha llegado para corregir los desaguisados que tuvo que hacer su antecesor (y con él Alberto Fernández), acorralado porque el kirchnerismo le exigía que le ponga fe a su añeja receta de sustitución de importaciones, impulso a la demanda agregada, cepos varios, alineamiento con el mundo cerrado y precios controlados. Por ahora y sólo por ahora, esa receta pasó al arcón de los recuerdos.

Lo que se está viendo de momento tiene que ver con el desenfado del kirchnerismo que cree haber encontrado la excusa ideal para encolumnar políticamente a la tropa detrás de la Jefa y para tender una cortina de humo alrededor de los temas económicos. El pedido de condena a la vicepresidenta ha servido como primer round de la estrategia y detrás han seguido todas las manifestaciones de victimización habidas y por haber. El discurso es “nosotros somos el amor, ellos el odio; nosotros representamos al pueblo, ellos a la anti-patria; nosotros somos los perseguidos, ellos los perseguidores” y cuantos “nosotros” y “ellos” se quieran agregar para mantener abierta la grieta, que de eso se trata.

Ya no importa más si lo que se dice es verdadero o falso, lo que importa es que lo crean los propios para ayudarlos a armar respuestas a cuanto cuestionamiento reciban por derecha o por izquierda. La humareda armada sobre la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, consagrada por la Constitución Nacional de 1994, tiene además un tufillo a venganza política: “como no nos votan, acá les tiro”. Es la secuela de otros disparos del kirchnerismo (los runners, el virus que se desparrama desde la CABA, las plantas y jardines, la autopista del Bajo, etc.) más allá de manotearle la Coparticipación, tema que está en la Corte Suprema.

¿Qué es lo que ha hecho Massa hasta ahora? La primera respuesta en muy simple: lo que el kirchnerismo más ideologizado no le dejó hacer a Martín Guzmán. Con la mira puesta en el FMI, tal como hacía su antecesor, el nuevo ministro se trazó cuatro objetivos, dos prioritarios y dos perentorios: precios y nivel de actividad, los que golpean en el bolsillo y en el empleo de la gente, por un lado y el gasto público y su financiamiento más el capítulo cambiario condicionado por las Reservas Líquidas negativas que tiene el BCRA, ambos parámetros necesarios para darle sustento macroeconómico a la evolución de los dos primeros, por el otro.

Sobre los precios se ha hecho poco y nada en lo operativo, salvo cortar gastos, emitir menos y rezar. En materia de valores que pagan los consumidores, agosto va a cerrar con una suba promedio cercana a 7% y para setiembre (con vencimientos en octubre) hay en la grilla una larga lista de aumentos que impedirán una buena performance del número de inflación, sobre todo la llegada de las tarifas de gas y luz con subas muy violentas para quienes no tienen subsidios, pero también para empresas y comercios, porcentajes que necesariamente se van a trasladar a precios.

Para intentar no devaluar, Massa y su viceministro, el economista Gabriel Rubinstein de pergaminos muy neoliberales para el cristinismo, parecen haber descubierto que es exportando como se consiguen dólares y que bien se podría apelar a conceder estímulos fiscales para lograrlo y lo están haciendo. Así, el sector automotriz, la minería y el campo tendrán tipos de cambio especiales a ver si se animan a liquidar. Igualmente, una acción de este estilo no aleja la posibilidad de la devaluación. Este punto se entronca con la casi nula Inversión Extranjera Directa que mira otras cosas: la seguridad jurídica por ejemplo, tan atacada como hoy se ataca a la Justicia desde el Gobierno todo o el insulso coqueteo que la Argentina hace en materia internacional.

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