Cristina, Mauricio y la señora de ojos vendados

Cristina, Mauricio y la señora de ojos vendados

Cristina, Mauricio y la señora de ojos vendados

No los une el amor, sino el espanto. Estos últimos días la Argentina sufre un tsunami en medio de un vendaval. En el peor momento del incendio, la política tiró un tanque de nafta en un ámbito que debería ser independiente: el judicial. El juicio por la causa “Vialidad” ya tiene tintes históricos, más allá de que aún faltan más de dos meses para que concluya en una primera etapa. Pero sólo los alegatos de los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola, que pidieron nada menos que 12 años de prisión para una ex presidenta, algo inédito en la historia de nuestro país, derivó en protestas y declaraciones del arco político que sólo sirvieron para encender la mecha que, pareciera, lleva directamente al polvorín. Sólo este acto procesal, el de la etapa de los alegatos, bastó para que facciones, chicas pero facciones al fin, se enfrentaran ante el domicilio de la actual vicepresidenta. Y eso que, se repite, aún no sólo falta el fallo final, sino que las defensas aún no hablaron y ni que decir que será una causa que llegará hasta la Corte Suprema, por lo que su final es más que incierto. La Justicia, lenta, está haciendo su trabajo. Aunque a algunos no les guste.

El lunes, y luego de meses de enfrentamientos intestinos que llevaron a tener tres ministros de Economía en menos de dos meses y a practicar cambios profundos en el Gabinete, desde todos los sectores del peronismo salieron a defender a su líder. Hubo quienes, incluso, llamaron a tomar la calle para protagonizar una revuelta social para protegerla: “No podemos permitir que Cristina sea condenada ni que vaya presa. Hay que hacer una pueblada; es lo único que le va a salvar. Hay que defenderla con todo. Nosotros somos la justicia”, afirmó Hebe de Bonafini. Hasta aquí, si de Justicia se habla, el único que expuso fue el Ministerio Público que dio a conocer las pruebas que respaldan la acusación y pidió las penas que considera apropiadas. Ellos hicieron su trabajo. Pero para muchos, incluso para Cristina, el fallo ya está escrito con una condena en su parte resolutiva.

¿Quienes fueron los primeros en expresar su apoyo a Cristina? El presidente Alberto Fernández aseguró: “hoy es un día muy ingrato para alguien que, como yo, se ha criado en la familia de un juez, se ha educado en el mundo del derecho y enseña Derecho Penal hace más de tres décadas. Vuelvo a transmitir mi más profundo afecto y solidaridad a la vicepresidenta Cristina Kirchner”. Claro que es el mismo Alberto Fernández que en abril de 2013 le daba RT a una nota de Clarín bajo el título “Cristina busca subordinar la Justicia al poder político”. Ese mismo año, pero en junio, escribió: “Si CFK no entiende por qué la Corte es un contrapoder deberíamos averiguar quién la aprobó en derecho constitucional”. O cuando en agosto de 2016 aseguró “yo siempre estoy en el mismo lugar, lejos de Cristina y más lejos de Macri”. Y en octubre de 2017 no tuvo reparos en afirmar que “la que debe ceder su soberbia y darse cuenta que es una mortal es CFK”. Claro, todo esto fue antes de que “la soberbia” Cristina lo eligiera como delfín y lo hiciera presidente de los argentinos. ¿Quiénes más respaldaron a la vicepresidenta y criticaron el accionar de los fiscales? El ahora todopoderoso ministro de Economía Sergio Massa. “Es absurdo plantear que el Jefe de la Administración es responsable por cada uno de sus dependientes. Cambia el Derecho Penal y el encuadre del principio de responsabilidad. Estamos ante un peligroso antecedente para la política, empresarios y aquellos que tienen dependientes”, dijo el tigrense. En octubre de 2015 tenía otra visión: “conmigo se termina la era K, por más violencia y chequera que quieran usar. Hoy FPV significa fraude, prepotencia y violencia”. En julio de 2015, el ahora irremplazable ministro afirmó: “quiero a los corruptos presos y jueces (que) investiguen corrupción, delincuencia y narcotráfico con apoyo y no con obstáculos del poder político”. En septiembre de 2017 se despachó con un “No tengo nada que hablar con Cristina porque nosotros estamos construyendo una alternativa de Gobierno con un equipo sin causas judiciales”. ¿Quién más? El mismísimo jefe de Gabinete y gobernador de Tucumán en uso de licencia, Juan Manzur, avaló a la vicepresidenta. “Creo en su inocencia”, dijo el mismo hombre que en noviembre de 2017 asegurara que el de Cristina era un ciclo cumplido.

Por supuesto que todo el movimiento peronista ve en este juicio un solo enemigo: Mauricio Macri. Ya no hace falta poner el “ah, pero…”. Con lo que dijo ayer Cristina, más que suficiente. Le puso el nombre y el apellido de quien la sucedió en el cargo al frente del país como el principal operador en su contra. Sin embargo, uno de los principales dilemas que surge en medio de este proceso legal es, otra vez, el de la independencia del Poder Judicial. Pareciera que cada uno pretende tenerla de su lado, y no que sea imparcial. Tal como debería. Hoy, Macri aún tiene cuentas pendientes con la Justicia: el expediente penal por el acuerdo de su Gobierno con la empresa de su familia, Correo Argentino SA; el supuesto contrabando de municiones a Bolivia en el marco del derrocamiento del ex presidente Evo Morales; y la querella criminal por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de 2018. ¿Saldría la oposición en masa como ahora a respaldar a los “valientes” fiscales si alguna de estas causas llegara a juicio y hubiera un pedido de condena para su líder? Para sus partidarios, todo sería una mano negra del kirchnerismo. En el fondo es una pelea por el poder, con los tribunales en el medio. En Argentina casi no hay condenas contra funcionarios. Eso quiere decir que todo lo que se hizo desde la democracia hasta hoy estuvo bien y que nadie delinquió con dinero público. Nadie se quedó ni siquiera con un peso de lo que no le correspondía, ¿No? Hoy se está juzgando a una ex presidenta de la Nación. Sea cual fuere el resultado del debate, hay un avance institucional. Ya lo dijo el fiscal Luciani al terminar su alegato. “Es corrupción o Justicia”. Y en el medio, la señora de los ojos vendados, a la que tironean según la conveniencia de cada uno.

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