Sexting: cómo ayudar a que los adolescentes cuiden su intimidad

Sexting: cómo ayudar a que los adolescentes cuiden su intimidad

Los expertos sugieren aconsejar más que prohibir. Sostienen que es difícil tratar este tema en un contexto de redes sociales y adultos muy sexualizados. ¿Se puede hacer sexting seguro?

Sexting: cómo ayudar a que los adolescentes cuiden su intimidad

La difusión sin consentimiento de imágenes eróticas suele ser la peor pesadilla para un adolescente. En una época en la que todo se filma y se comparte, los contenidos de este tipo son habituales. Sin embargo, en muchos casos, esta práctica tiene consecuencias  muy perjudiciales para las personas cuya intimidad ha sido violada.

A la práctica de compartir la autoproducción de textos, imágenes o videos digitales explícitamente sexuales se le llama sexting, explica José Farhat, secretario de Participación Ciudadana. Es algo que se ha extendido mucho entre los adolescentes y también entre los adultos gracias al acceso a los teléfonos inteligentes y al uso masivo de redes sociales. Que sea habitual no quita que aparezcan muchas preguntas. Y que sea una preocupación cada vez más fuerte entre los padres.

¿Cómo hablamos con ellos sobre este tema?, le consultamos. “La mejor forma de hablar con los adolescentes es sin prejuicio, entendiendo que es una práctica que está muy influenciada por el contexto, los patrones de belleza impuestos actualmente y sobre todo de tendencias en redes sociales de adultos muy sexualizados”, sostiene.

Aconseja incentivar la autoconfianza, fortaleciendo una percepción de sí mismo y del otro desde el valor, el respeto y el consentimiento. “Es importante que los adolescentes puedan ser responsables con el contenido web no solo que producen sino también que comparten en los grupos de whatsapp, redes sociales y páginas de juegos on line”, apunta.

¿Sirve prohibir?

¿Es posible evitar que nuestros hijos practiquen el ‘sexting’?, es una de las dudas más frecuentes. “Esa decisión en última instancia dependerá de ellos, de sus deseos y su autoconfianza. Es importante que no se sientan presionados a practicarlo. Esto es muy común, tanto en las parejas como en los grupos de amigos, que utilizan distintos recursos de manipulación para convencerlos de pertenecer a la comunidad”, advierte Farhat.

En todo caso, según el especialista del Ministerio de Seguridad, es bueno hablarles sobre la importancia de la vida privada. “Este punto es muy delicado porque vivimos tiempos de mucha exposición y las redes sociales han licuado la necesidad de protección de la intimidad y privacidad. Es fundamental, sobre todo con los adolescentes, mantener las configuraciones de privacidad activadas de los dispositivos para que solo las personas conocidas puedan acceder a sus posteos”, recalca.

Además, según recomendó, desde chicos se les debe inculcar el respeto por su propio cuerpo y el poner límites a otros sobre el espacio físico que otros ocupan cercano al nuestro. “Es importantísimo que puedan sentir confianza y contarnos sin miedo o vergüenza lo que les pasa; que sepan que como adultos vamos a acompañarlos”, propone.

María Gabriela Rosconi, psicóloga e investigadora, está a favor de aconsejar más que de prohibir. “Recordemos que los adolescentes en general no tienen conciencia del riesgo, por lo que realizan sexting sin imaginar las consecuencias negativas que puedan tener. Entre ellos esta práctica es bastante habitual, pero muchas veces no termina como imaginaban y sufren al ver cómo sus fotos se viralizan y caen en manos de otras personas, generando situaciones de angustia y malestar. Muchos se arrepienten, pero lamentablemente ya es tarde,”, explica.

Con respecto al rol de los padres, la profesional reconoce que es muy difícil para ellos hablar sobre el tema con los hijos: “por un lado, muchos lo desconocen y otros creen que no es algo muy habitual por lo que no les parece un riesgo para sus hijos”.

Rosconi sugiere como una forma para introducir el tema de conversación con los adolescentes compartir la lectura de algún caso que haya salido en las redes, estableciendo un clima de confianza para que todos puedan opinar con libertad, preguntar y plantar posiciones.

“Ahora bien, el poder hablar con nuestros hijos requiere tener ciertas consideraciones. Por ejemplo, el adolescente tiende a no respetar los “no” de los padres y demás adultos. Entonces, antes de usar la palabra “no” es preferible aconsejar algunas cuestiones que podrían tener en cuenta si en algún momento desean practicar el sexting seguro, sugiriendo que esta práctica debe ser realizada por decisión propia y no por imposición o porque todos lo hacen”, puntualiza.

Algunas sugerencias para el sexting seguro, según Rosconi, son:  si van a sacarse una foto o hacer un video, no hacerlo en la habitación propia donde de fondo puedan salir elementos que los vinculen. Otra opción es sacarse fotos sin el rostro y sin mostrar marcas personales tales como tatuajes o cicatrices. “Una medida importante es asegurarse que la persona que va a recibir la imagen es de suma confianza. Aunque no es una conversación fácil con los hijos, vale la pena intentarlo por la seguridad de ellos”, sostiene.

Los riesgos

También hay que hablarles de los riesgos del sexting. José Farhat detalla cuáles son: la práctica puede traer varias consecuencias negativas para la reputación web de la persona, sobre todo si llegara a viralizarse su imagen. Esto podría afectar la autoestima del adolescente.

“Al sextear una relación sexual puede verse vulnerada la intimidad de la persona, sobre todo cuando un miembro de la pareja decide compartir este material sin el consentimiento del otro. Es lo que se conoce como violencia digital (mal llamada “pornovenganza”). También el contenido sexteado puede descontextualizarse e ir a parar en un portal pornográfico. Además, cuando un perfil en redes sociales postea mucho de este contenido puede atraer a groomers o otras personas malintencionadas”, aclara.

Asimismo, varias investigaciones han probado que existe una estrecha relación entre el sexting y el acoso. La persona que envía  contenido sexual puede convertirse en víctima. E incluso sufrir extorsiones. Este comportamiento de reenvío es más común entre chicos y se ha convertido ya en una nueva forma de ciberviolencia, especifica.

Generalmente, cuando la persona perjudicada quiere hacer una denuncia se encuentra con esta realidad: no es un delito.  “La falta de regulación legal al respecto hace que la situación sea más compleja aún”, apunta Rosconi. Pero aclara que, por suerte, en estos días se están discutiendo en el país proyectos de ley -impulsados por víctimas de extorsión y/o de viralización de sus imágenes privadas- para que estos actos sean considerados como violencia digital.

Consideraciones

Adrián Chirre, psicólogo clínico y docente de la UNT, coincidió en que en la provincia el “sexting” es una práctica común entre los adolescentes.  ¿Cuál es el motivo? “Se debe a una necesidad propia de la adolescencia de exhibirse, llamar la atención, ganar reputación social, sentirse igual al otro, debido a los cambios corporales que los diferencian tanto durante esa etapa”, remarcó.

Para la psicóloga María Gabriela Rosconi mucho tiene que ver también la hipersexualidad; un fenómeno que se ha impuesto desde hace más de una década. “Constantemente vemos en las redes, medios gráficos y televisivos imágenes tanto de mujeres como de varones con poca ropa y en poses provocativas, donde vemos que el cuerpo pasa a ser una especie de “mercancía”. Si a esto le sumamos la “cultura de imagen” imperante tenemos una combinación peligrosa”, explica.  “Cuando pensamos en los adolescentes, la situación se complejiza un poco más, ya que éstos, por las características propias de su etapa de vida, les cuesta medir los riesgos de exponer sus vidas en las redes. Y en muchas de estas imágenes se los ve con escasa ropa, en ropa interior o trajes de baño. El problema en sí no es mostrarse sino el desconocer el riesgo que encierran las redes, cuando esas imágenes dejan de ser “para los amigos o seguidores” y pasan a ser del mundo virtual”, analiza.

En el sexting lo que ha mostrado ser más dañino es el reenvío sin consentimiento.  Es muy perjudicial, sobre todo para las chicas, porque existe un término que se llama “doble estándar sexual” que caracteriza a este fenómeno. Esto es, por el mismo comportamiento, se juzga socialmente de forma mucho más dura a las chicas que a los chicos. Y como consecuencia, el impacto emocional es mayor en ellas.

Investigaciones  

Aún hay poco estudios sobre el sexting pero en 2018 un estudio internacional publicado por la revista JAMA Pediatrics reveló que uno de cada cuatro jóvenes lo había practicado. Investigaciones posteriores demuestran que esta práctica se ha incrementado en consonancia con el aumento de teléfonos inteligentes y el desarrollo de aplicaciones que permiten el intercambio privado de imágenes y videos digitales, siendo WhatsApp una de las principales.

En Tucumán también se difundió un estudio en el 2018. La investigación fue realizada por Evangelina Narvaja, docente de lengua, que realizó un doctorado en el Instituto de Investigaciones sobre el Lenguaje y la Cultura (Invelec), de doble dependencia entre el Conicet y la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).

La primera encuesta piloto que Narvaja realizó entre 119 estudiantes (13 a 18 años) mostró que casi la mitad de los alumnos encuestados accedía a material sexual mediante nuevas tecnologías. El 45,5% admitía recibir fotos o videos sexuales que les enviaban amigos y un 30% hasta compartía ese material. Además, el 35% reconoció haber sido acosado a través de mensajes de carácter sexual por celular o redes sociales.

En otra encuesta entre 680 estudiantes secundarios de escuelas públicas y privadas, los primeros informes mostraban que el 30% de los alumnos tucumanos participa activamente del sexting. Quiere decir que tres de cada 10 estudiantes produce y publica contenidos de tipo sexual, explícito o provocativo.

La docente encontró, además, testimonios que evidencian que para ellos el sexting es algo normal. Les gusta ser reconocidos. Al exponerse de esta forma creen que pueden tener más popularidad. Además, este reconocimiento por parte de su grupo de pares les refuerza la autoestima. También se vio que hay una cultura sexista que estigmatiza a las chicas: mientras que los chicos que se exponen son vistos como ganadores, a ellas se las considera “zorras” (sic).

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