ESPEJOS. Los hexágonos amarillos del telescopio permiten ver con más luz las galaxias más lejanas. fotos de reuters
Es muy difícil describir con precisión las primeras tomas que el telescopio ha devuelto. Se puede decir que son impresionantes, espectaculares, maravillosas... Lo cierto, lo concreto, es que a partir de ahora empezó a cambiar la historia del universo.
El 25 de diciembre de 2021 despegó el artefacto espacial óptico más grande jamás creado. Fue un hecho sin precedente en la historia de la humanidad, y con muchos miedos y esperanzas, el mundo celebró cada uno de los pasos del telescopio James Webb: es que muchas cosas podían “salir mal” en este gran viaje. Finalmente, el equipo entró en órbita a fines de enero, desde entonces, astrónomos y aficionados de todo el mundo esperaron ansiosos las primeras imágenes que revelarían más sobre el origen de nuestro universo. Por fin ese día llegó.
A diferencia de su antecesor, el telescopio Hubble, el James Webb (en desarrollo desde 1996) tiene un espejo de seis metros de diámetro, por lo que se pueden ver con mayor claridad y calidad elementos lejanos; además, el equipo trabaja en la radiación infrarroja, lo que permite ver y estudiar estrellas, galaxias y otros misterios del universo.
Ayer, en una conferencia de prensa la NASA reveló varias imágenes tomadas en alta calidad por el telescopio; y todas ellas, cumplen con lo prometido: expertos de todo el mundo habían anunciado que el telescopio iba a cambiar la concepción humana sobre el universo en toda su extensión, y las primeras fotos demuestran que hay mucho aún por conocer.
El universo profundo
La primera fotografía que se difundió fue presentada por el presidente estadounidense, Joe Biden, en otra conferencia de prensa, el martes. Esa imagen se volvió viral y reforzó la certeza de la inmensidad del universo. La foto, tomada en infrarrojo con una exposición de 12.5 horas, muestra un cúmulo de galaxias y objetos que jamás habían sido observados. Y aunque se ve de cercana no es más que una minúscula porción del universo, “que aparecería del tamaño de un grano de arena sostenido a la distancia de un brazo extendido para alguien que observara desde Tierra”, según precisó la NASA.
Concretamente se ve cómo era el cúmulo de galaxias MACS 0723 hace 4.600 millones de años, y además, muchas otras galaxias más, por delante y por detrás. Esa luz que vemos tardó millones de años en llegar hacia nosotros; así que “estamos observando hacia el pasado hasta mil millones de años después del Big Bang”. Con la cámara de infrarrojo cercano (nombrada NIRCam) se enfocaron galaxias distantes con estructuras diminutas y tenues, que nunca antes se habían observado, incluidos cúmulos de estrellas, explicó también la NASA.
Precipicios y paisajes cósmicos
El James Webb fotografió, entre otras maravillas, un peculiar paisaje en la nebulosa de Carina: la primera imagen de lo que, aunque parecen ser una montañas, es en realidad lo que se conoce como “precipicios cósmicos”, es decir, los bordes de una cavidad gaseosa gigante donde se generan las estrellas, es decir, una suerte de “viveros estelares” donde se perciben estrellas individuales nacientes. Toda esa zona captada por el telescopio fue creada por la fuerte radiación ultravioleta y los vientos de las estrellas jóvenes, y h asta ahora era imposible conocer ese tipo de eventos cósmicos , sobre todo en sus fases más tempranas. Todo esto es posible gracias a que el nuevo artefacto puede “mirar” a través del polvo de cósmico y de la radiación; entonces, la extrema sensibilidad y la resolución de la lente permiten documentar estos eventos, que seguramente serán mejor estudiados en el futuro.
Agua en un planeta lejano
Estas primeras fotografías dadas a conocer por la NASA también dejaron al descubierto la caliente atmósfera de un planeta gigante gaseoso. Se trata del exoplaneta WASP-96b, que está en nuestra Vía Láctea; tiene temperaturas de 538ºC y una órbita extremadamente cercana a su estrella, similar a nuestro Sol. El 21 de junio, el telescopio midió durante 6.4 horas la luz que refleja el planeta; en este tiempo, se confirmaron algunos datos sobre su composición, pero también se hicieron importantes descubrimientos: hay agua, brumas y nubes….
Lo que se pudo conseguir es como parte del ADN del planeta. En un comunicado, la NASA aseguró: “es el espectro de transmisión en infrarrojo cercano de la atmósfera de un exoplaneta más detallado que se haya captado hasta la fecha”. Y así como el James Webb pudo identificar agua en WASP-96b, se espera que pueda encontrar oxígeno, metano y dióxido de carbono en otros exoplanetas.
Poder ver el final
Es sabido que las estrellas tienen un ciclo de vida: nacen, crecen y mueren. Una de las imágenes que ha devuelto James Webb muestra la Nebulosa del Anillo del Sur, que se encuentra a 2.500 años luz. Estas nebulosas son capas de gas y de polvo que expulsan algunas estrellas mientras mueren. Esta nube que se ve ha sido emitida por la estrella durante miles de años; pero a su par hay otra estrella, en un ciclo de vida anterior, que antes no se visualizaba.
Lo interesante de la nebulosa es que allí se ven diferentes capas de gas; las más anchas son las primeras en ser expulsadas, mientras que las más cercanas a la estrella son más recientes. Toda esta información ayudará a la humanidad a conocer mejor estos objetos y, por ende, el origen de la vida. El polvo que forma la nebulosa se disipará por el espacio durante millones de años, e incluso podría convertirse en una nuevo planeta o en una nueva estrella.
Otra de las imágenes publicadas muestra el grupo de galaxias llamado “quinteto de Stephan”. Los ojos de los expertos descubren en esta fotografía -que tiene cerca de 150 millones de pixeles- las fusiones y las interacciones entre las galaxias, que impulsan la formación de estrellas, y cómo se altera el gas en ellas. Lo interesante es que la foto también permite aventurarse a pensar cómo habrán sido las galaxias en “el universo primitivo”. Según informó la NASA, en el pasado pudieron existir -como algo común- grupos compactos de galaxias como este; y el material sobrecalentado que caía en ellos pudo haber alimentado agujeros negros. Esta nueva toma permitirá quizás a los científicos entender a qué velocidad y cómo crecen los agujeros negros.








