Invasión rusa: condenar la guerra, no al invasor, la receta de los “equilibristas” latinoamericanos

Invasión rusa: condenar la guerra, no al invasor, la receta de los “equilibristas” latinoamericanos

Aunque cuestionan en general las intromisiones armadas, el mexicano López Obrador, el brasileño Bolsonaro y otros líderes de la región evitan las críticas explícitas al autócrata Putin y a su régimen. Un estudio sitúa a Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala, Ecuador y Uruguay entre los países que con mayor firmeza se oponen al ataque contra Ucrania mientras que Bolivia, Cuba, Venezuela y El Salvador sobresalen como sostenes del Kremlin

MIRADAS SOBRE LA GUERRA. Las posturas de líderes americanos respecto de la acción de Rusia fueron analizadas por organizaciones mundiales. MIRADAS SOBRE LA GUERRA. Las posturas de líderes americanos respecto de la acción de Rusia fueron analizadas por organizaciones mundiales.

Las guerras son oportunidades únicas para conocer a los líderes políticos y a sus visiones acerca de la historia. Y, también, para constatar cómo los intereses coyunturales condicionan los de medio y largo plazo, y cómo los actos y los discursos a menudo siguen orientaciones opuestas. Esos matices emergieron con nitidez en América Latina tras más de 100 días de guerra en Ucrania. Si se considera la postura pública asumida respecto de Rusia -no el alineamiento con Estados Unidos-, aparecen tres grupos, según un seguimiento de siete instancias de pronunciamientos desarrollado por la Sociedad de las Américas y el Consejo de las Américas (AS/COA, por sus siglas en inglés). Por un lado están los países decididamente críticos; por el otro, una minoría de aliados que justifica el ataque contra los ucranianos y, en el medio, el sector renuente a los extremos. Son “los equilibristas” que condenan la invasión, pero no al invasor.

El monitoreo lleva como título “Los líderes latinoamericanos reaccionan a la invasión rusa de Ucrania”. La Sociedad de las Américas y el Consejo de las Américas agrupó en una sola tabla una serie de datos que permiten concluir cómo están posicionados los principales países de la región. Las instancias de reacción observadas son siete: 1) si el jefe de Estado criticó explícitamente a Moscú; 2) si el país firmó una declaración de la Organización de Estados Americanos (OEA) presentada el 25 de febrero que condenaba la invasión; 3) cómo los nueve países latinoamericanos representados en el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (UNHRC por sus siglas en inglés) votaron sobre una moción para debatir la cuestión ucraniana el 28 de febrero; 4) si los países patrocinaron la resolución de la Asamblea General de la ONU en apoyo de Ucrania publicada el 1 de marzo; 5) cómo cada país votó en la Asamblea General de la ONU del 2 de marzo; 6) cómo los países votaron sobre una resolución del UNHRC para establecer un comité de investigación sobre Ucrania y 7) si los países votaron para suspender a Rusia del UNHRC en la Asamblea General de la ONU del 7 de abril.

Entre los socios más firmes del autócrata Vladimir Putin hay tres países que, por sus prácticas antidemocráticas, fueron excluidos de la última Cumbre de las Américas que organizó el estadounidense Joe Biden: Venezuela, Nicaragua y Cuba. Los regímenes de Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel se negaron a condenar la invasión rusa, y votaron a favor del invasor en los organismos internacionales. Venezuela sólo desaprobó la ofensiva militar de Putin en la OEA, institución que reconoce al político opositor Juan Guaidó como presidente encargado del país. Bolivia y El Salvador también están alineados con los intereses de Rusia con la salvedad de que la representación de La Paz votó a favor de investigar las alegaciones de crímenes y genocidio presentadas por Ucrania en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

En función de las posiciones asumidas por los mandatarios y diplomáticos al momento de debatir la crisis de Europa del Este, los países que más se distanciaron de Rusia son Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, República Dominicana y Uruguay. Estas naciones mantuvieron coherencia en su postura a favor de que Putin retirara de inmediato las tropas y respaldaron las mociones de apoyo hacia el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. El estudio de la AS/COA coloca a la Argentina en este grupo, aunque en un peldaño por debajo de las naciones que lo encabezan. Ocurre que el representante del país en la OEA, Carlos Raimundi, votó en contra de la declaración de repudio adoptada el 25 de febrero, un día después del inicio de la invasión. En una situación parecida estarían Panamá y Paraguay.

Los centristas

La zona que evita cuestionar de manera frontal al autócrata ruso Vladimir Putin no es anecdótica: allí están México y Brasil, las dos economías más grandes de América Latina. Con matices, siguen este modelo Perú y algunas naciones caribeñas, como Honduras. Aunque en apariencia pertenecen a polos opuestos del espectro ideológico, el mexicano Andrés Miguel López Obrador y su par brasileño Jair Bolsonaro se parecen en cuanto a la estrategia de no confrontación con los jerarcas del Kremlin. Las razones de estas “condenas a media” o apoyos con restricciones no son fáciles de descifrar. En esa tesitura podrían incidir desde los acercamientos económicos con China; la dependencia de la vacuna y de la energía rusas; la diatriba contra el imperialismo estadounidense hasta las encuestas de popularidad, las identificaciones políticas y las preferencias personales, además de improvisación y una estrategia de negociación “tema por tema”.

Los esfuerzos centristas no están exentos de fricciones. Por ejemplo, casi al mismo tiempo que el jefe de Estado de México cuestionaba la guerra como método de solución para los conflictos internacionales y defendía el principio de no injerencia de la llamada “Doctrina Estrada”, un sector de su Gobierno establecía un grupo parlamentario de amistad con Rusia con el beneplácito del representante de Putin en el Distrito Federal. El gesto de fraternidad llevó a la oposición a denunciar la complicidad de López Obrador con la matanza del pueblo ucraniano.

Bolsonaro, el último jefe de Estado latinoamericano que visitó a Putin en el Kremlin antes del inicio de la invasión, sostuvo que la guerra constituye “una oportunidad” y que la mejor manera de aprovecharla es la neutralidad. “Queremos la paz, pero no podemos traer las consecuencias aquí”, refirió el presidente brasileño en su primeras manifestaciones sobre el ataque dispuesto por el Kremlin. En esa oportunidad, Bolsonaro negó que hubiera una masacre en Ucrania y recordó que Brasil debía manejarse con cautela porque dependía de los fertilizantes rusos en un contexto de crecimiento sostenido de los intercambios comerciales entre ambas naciones. Pese a estos discursos comprensivos con el invasor, los representantes de México y de Brasil, únicos miembros latinoamericanos no permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, votaron el 25 de febrero a favor de rechazar “la violación a la integridad territorial y a la soberanía de Ucrania”.

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