Luis Gusmán: “Toda vida implica un primer encuentro, algún desencuentro y una despedida”

Luis Gusmán: “Toda vida implica un primer encuentro, algún desencuentro y una despedida”

Cuando El frasquito, celebrada novela de los 70, se acerca al medio siglo de vida, Gusmán presenta Flechazo, libro en que rastrea en las obras y las biografías de artistas de diferentes épocas y lugares el momento crucial, el punto exacto en el que dos trayectorias se cruzan y se alteran para siempre. Por Flavio Mogetta para LA GACETA.

 CENTRO CULTURAL DE LA MEMORIA HAROLDO CONTI CENTRO CULTURAL DE LA MEMORIA HAROLDO CONTI
12 Junio 2022

“Sí, creo que no hay lo uno sin lo otro”, reflexiona el escritor, ensayista y psicoanalista Luis Gusmán ante la pregunta de si es posible imaginar la literatura sin el encuentro del texto con un lector. Y de encuentros, desencuentros y despedidas entre distintos personajes de la literatura argentina y universal trata Flechazo, su último libro. Por sus páginas vemos desfilar y acompañamos el derrotero de la Maga; Oliveira; Carraway; Gatsby; Terry Lennox; Philip Marlowe; Molina; Valentín; Kurtz o Madame Bovary, por citar apenas a algunos, y nos permitimos pensar qué habría sido de nuestras vidas si esos encuentros fortuitos entre personajes no hubiesen existido o sin el encuentro de estos con un lector. Gusmán explaya su observación inicial: “Creo que tu pregunta fue un encuentro. Así comienza este libro. ¿Encontraría a la Maga? Puedo hablar de una figura que se acerca a lo que formulás: el lector cruzado. Una mañana de sábado saliendo de mi casa me crucé con un muchacho. Venía caminando y leyendo un libro. De pronto escucho que me dice: Gusmán. El apellido siempre convoca. Le pregunté; ¿De dónde nos conocemos? Me respondió: soy un lector, te leí. Estaba leyendo los diálogos de Platón, yo ese día llevaba conmigo un libro con la poesía completa de Lezama Lima. Le di mi correo, nunca me escribió. Tenía razón; éramos dos lectores que nos habíamos cruzado.

- Alguna vez Juan Forn dijo en un reportaje que hay un libro esperando a cada persona. ¿Qué piensa de ese comentario?

- Sí, muchas veces dije que todo libro encuentra su lector. El quiasmo es también válido, todo lector encuentra su libro. Es posible que ese libro que te está esperando vaya cambiando con la edad. A mí, los diarios de Kafka me esperan siempre. Lo mismo Luz de Agosto de Faulkner, las obras de Borges. De más joven ese libro fue Crimen y castigo, de Dostoievski.

- ¿Existe un porqué o un para qué seguir escribiendo cuando el mundo parece desmoronarse a nuestro alrededor?

- A veces me pregunté como después de grandes libros, por ejemplo Yo el supremo, Roa Bastos escribió otros libros. Por supuesto no es el único ejemplo. Hasta que me di cuenta; es porque no se puede dejar de escribir. Borges habló de la fatalidad de la lengua. Se podría extender la figura y decir la fatalidad de escribir. Basta leer el final del Diario de Renzi. Escribió hasta el final.

- Flechazo propone un recorrido más que interesante a través de tres instancias como lo son los encuentros, desencuentros y las despedidas. Los flechazos son más explícitos en esos encuentros mágicos y cargados de energía. Sin embargo, a las claras es posible creer que están igual de presentes en los desencuentros y las despedidas. ¿Qué nos lleva a pensar que solo el influjo del flechazo está presente cuando dos personajes o dos personas conectan?

- Es cierto, leyendo el libro las tres instancias se superponen. Es cierto que toda vida implica un primer encuentro, algún desencuentro y una despedida. Es posible pensando en tu pregunta y apartándose de la figura mitológica de Cupido; creo que el flechazo es importante por la herida. Es una marca imborrable. El amor mismo conlleva en sí mismo la posibilidad de una herida. Y sufrir por amor es algo inolvidable. Basta leer Bajo el volcán, de Malcolm Lowry. O el hermoso tango “Mañana zarpa un barco”, de Homero Manzi. Un encuentro y una despedida, mientras en el Riachuelo desangra un bandoneón. Una muchacha y un marinero se encuentran. Pero “Mañana zarpa un barco, tal vez no vuelva más”. No hay lugar para el llanto.

- Las referencias literarias en Flechazo son muchísimas, al igual que el desfile de emociones y personajes. ¿Es posible concebir la obra como una suerte de texto de iniciación? ¿Cómo un llavero que abre un número infinito de puertas?

- Mi querido amigo Masotta, decía. “Cierto borgismo siempre será pertinente”. Recuerdo el poema, creo que es Laberinto: “No hay una puerta / estás adentro”. Sí muchas referencias literarias, pero no es ni una bibliografía, ni un catálogo; quizás sí una colección de citas amorosas. Tu pregunta me convoca que son citas de un discurso amoroso, si me permite el parafraseo, aunque haya encuentros, desencuentros y despedidas, alegrías y tristezas. Lágrimas y sonrisas.

- ¿La ficción puede narrar la realidad?

- Puede ser un motor. Me gusta la frase de Breton: “ese poco de realidad”. Cito a un Borges, imprevistamente freudiano: se podría hacer la biografía de un hombre, solo contando sus sueños. Exagerando la figura podría decir: la “realidad nos hace escribir”.

- El frasquito, publicada hace casi 50 años, tiene una fuerza que la mantiene vigente. Esa novela fue censurada y con el correr de los años se transformó en un libro canónico, que se lee en las universidades. En los ’70, ¿era imaginable pensar semejante recorrido?

- En el 2023 cumple 50 años. Estamos planeando una edición que es una reunión de amigas y amigos que, a lo largo de ese tiempo, fueron “armando” las varias ediciones de “Los frasquitos”. En ese plural querido, el prólogo de Ricardo Piglia y de Luis Chitarroni, los dibujos de Carlos Gorriarena y Marcia Schvartz. Y con respecto a aquella época, en ese momento todo era presente. El porvenir no estaba en el horizonte.

© LA GACETA

PERFIL

Luis Gusmán nació en Buenos Aires en 1944. Novelista, cuentista y ensayista, ha publicado, entre otros libros, El frasquito (1973), En el corazón de junio (1983, Premio Boris Vian), Hotel Edén (1999), Los muertos no mienten (2009), y Hasta que te conocí (2015). También es autor de la autobiografía La rueda de Virgilio (1989) y de varios volúmenes de ensayos. Su novela Tennessee fue llevada al cine por Mario Levín. En 2014 fue distinguido con el Premio Konex de Platino al mejor novelista de la década.

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