El orden creado por la guerra en Ucrania también va al balotaje en Francia

El orden creado por la guerra en Ucrania también va al balotaje en Francia

Le Pen se opone a la OTAN y a la UE y estuvo cerca de líderes autoritarios. Macron se postula como garante de la paz y de la unión continental.

VOTACIÓN ABIERTA. Un votante toma su boleta de una de las pilas expuestas sobre la mesa electoral, en París. VOTACIÓN ABIERTA. Un votante toma su boleta de una de las pilas expuestas sobre la mesa electoral, en París.

La relación con Rusia se proyecta como el tema excluyente de la campaña previa al balotaje francés programado para el 24 de abril. Los resultados de la primera vuelta anticipan el choque entre dos visiones acerca de cómo encarar la guerra de Ucrania.

El presidente en funciones que aspira a la reelección, Emmanuel Macron (consiguió el 27,8% de los votos), se presenta como una fuerza de contención y de respuesta continental unificada respecto del avance del autócrata Vladimir Putin.

La posición de Marine Le Pen (23,1%) expresa el rechazo a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y la propensión a un aislamiento nacionalista afín a las políticas de líderes con perfil autoritario como Putin y Víktor Orban, quien revalidó su poder en los comicios húngaros.

Macron defiende el voto para la integración internacional y la apertura al mundo; Le Pen sostiene que Francia debe volver su mirada hacia sí misma y enfocarse en los ciudadanos que perdieron con la globalización.

La candidata presidencial de Rassemblement National -RN- (Agrupación Nacional), identificado con los postulados de la derecha extrema, plantea la necesidad de recuperar la grandeza francesa a partir de la restricción de derechos a extranjeros, especialmente de religión musulmana, y de una política internacional guiada por el pragmatismo.

En su primer tuit después de las elecciones, Le Pen apuntó contra los efectos materiales de las sanciones impuestas a Rusia: “la inflación está afectando a nuestros agricultores, que ya no pueden hacer frente a los aumentos en los precios de las materias primas y de la energía. Si no se hace nada, serán los franceses los que pagarán aún más cara su cesta de la compra”.

El enfoque hiperdoméstico de la lideresa de RN contrasta con el europeísmo internacionalista de Macron, quien dedicó sus últimas intervenciones públicas a repudiar la violencia en Israel y en Ucrania. “Los ucranianos están huyendo de lo peor. ¿Sus armas? Cochecitos, ositos de peluche y maletas. En la estación de tren de Kramatorsk esta mañana, las familias que esperaban para irse sufrieron lo impensable. Decenas de muertos, cientos de heridos. Esto es una abominación”, manifestó el mandatario respecto del ataque ruso a un refugio para civiles desplazados por la invasión.

El buen criterio francés

El candidato de La República en Marcha (La République en Marche) ya venció a Le Pen en la segunda vuelta de 2017 -es la tercera vez que la dirigente intenta llegar al Palacio del Elíseo-, pero su discurso centrista en esta oportunidad lidia con el desgaste de la gestión; la inestabilidad económica que impide retornar a la senda de crecimiento prepandemia y la ola de insatisfacción que tiene a maltraer a la democracia en todo el mundo. Macron carga también con las críticas que genera su estilo personalista.

Más del 26% del padrón compuesto por 48,7 millones de electores se abstuvo de votar el domingo pasado, el porcentaje más alto desde 2002. La inasistencia significativa desmintió a quienes esperaban que el temor al crecimiento de la influencia de Putin incentivara a la población a evitar el ascenso de Le Pen y de Éric Zemmour, el candidato decidido a restaurar “la gloria francesa” con propuestas segregacionistas, que benefició a la postulante de RN. Al lado del rusófilo Zemmour, quien admitió que soñaba con un “Putin francés”, Le Pen luce como una moderada.

Para Macron, quien acabó en primer lugar con cuatro puntos de ventaja sobre su rival, el desafío es captar el sufragio de “los indiferentes”, de los ecologistas y de la izquierda identificada con la candidatura de Jean-Luc Mélenchon, tercero en la contienda con el 21,9% de los votos. Los sondeos anticipan que podría retener el cargo. Mélenchon ya se expidió a favor de impedir el triunfo de Le Pen, aunque sin adherir de manera explícita a la plataforma del jefe de Estado, sino al buen criterio de sus compatriotas. “Sabemos por quién nunca votaremos. Y, por lo demás, como les dije hace cinco años: los franceses son capaces de saber lo que es bueno para la democracia”, expresó Mélenchon tras conocer los resultados.

Con un mensaje cercano al Brexit, y al proteccionismo industrial y agrícola predicado por el ex presidente estadounidense Donald Trump, Le Pen quiere ser la primera mujer que alcance la presidencia de Francia. Sus contendientes sostienen que una eventual victoria de RN oxigenaría a Putin, más que aumentaría el poder adquisitivo de los salarios. Durante la campaña, un folleto oficial del partido exhibió a la candidata con el autócrata ruso durante una visita al Kremlin en 2017. Le Pen también es cuestionada por haber recibido en el pasado financiamiento de una entidad bancaria de Moscú. En diferentes instancias, la postulante se solidarizó con los ucranianos y tomó distancia de Putin, pero en el debate aseguró que no iba a vetar el gas y el petróleo rusos -como pretende el presidente Volodimir Zelenski- si eso significaba incrementos de precios para consumidores y productores franceses.

En este tramo final pareciera que un grupo pequeño de electores puede definir el destino de Francia para el próximo lustro. En el plano de las relaciones exteriores, el hipotético triunfo de la alternancia diluiría la reacción unificada de la Unión Europea en favor de la asistencia a Zelenski y a los ucranianos, y de la coordinación de los aliados con Estados Unidos. Este posible cambio en el orden creado por la guerra también va al balotaje planteado entre “monsieur” Macron y “madame” Le Pen.

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