Nudos de degradación urbana en la ciudad

Nudos de degradación urbana en la ciudad

El accidente de tren en el que resultó herido un peatón puso de manifiesto el peligro que corren los vecinos de un asentamiento y sus necesidades. Falta de barreras y de medidas de seguridad.

Nudos de degradación urbana en la ciudad

Mientras el tren no pasa, las vías son como una sala de juegos: un auto hecho con un cajón de frutas, un peluche viejo en el piso y algunas palas están a la espera de los chicos que pasan sus días allí, siendo niños. A los costados, las casas: algunas con paredes de pallets, otras con alambre, con chapas viejas o incluso con ladrillos completan el paisaje. Se respira silencio a pesar de su cercanía con la avenida Sarmiento. Pero todo cambia cuando pasa el tren: a las 8, a las 11, a las 14, a las 17 y a las 19. De repente, todo tiembla; y ese lugar se vuelve una trampa mortal.

El jueves por la tarde se conoció la noticia de que un hombre había sido rozado por el tren Belgrano Cargas que circula en avenida Sarmiento y Marco Avellaneda, donde hay un asentamiento. A sólo 10 minutos del centro, en ambas manos de la vía viven 60 familias, y hay aproximadamente 40 niños. Entre las viviendas y los rieles hay más o menos metro y medio de distancia. Nada más. Según se pudo saber, el hombre no llegó a ver el tren que venía y tuvo poco margen para alejarse del ferrocarril, por lo que fue herido en una oreja y en una pierna.

Nudos de degradación urbana en la ciudad

Cronometrado

La situación no es un hecho aislado; es la realidad diaria de los vecinos. “El tren viene y toca bocina cuando ya está en la esquina (del otro lado de la avenida). Y nosotros salimos corriendo con los chicos para meterlos adentro. No es la primera vez que hay un accidente”, cuenta a LA GACETA Macarena Contreras, que vive con su familia allí desde hace cuatro años.

Todas las familias saben que en esos cinco horarios deben ser rápidos y cautelosos: nadie puede quedar afuera. “En cualquier momento se puede descarrillar. Si te fijás las vías no están rectas y en algunas partes están cavadas”, advierte Carla Pacheco, también vecina del barrio. “Cuando pasa, el tren se mueve para todos lados, y esta cosa (la vía) se hunde”, añade uno de los nenes.

“Los que corremos más riesgo somos los que tenemos las casas hacia las vías. Hay algunos que viven hacia la calle (por Marco Avellaneda), entonces tienen salida. En caso de un accidente, nosotros no tenemos hacia dónde disparar”, agrega.

Nudos de degradación urbana en la ciudad

Para prevenir percances, niños y adultos saben cómo moverse y qué hacer si el tren los encierra. “La única opción es apoyarte bien hacia las paredes”, afirmó al pasar un vecino. “Se siente mucho movimiento, cuando pasa sentís cómo choca con las vías y cómo los vagones se van moviendo -remarca Carla-; nunca estamos tranquilos... Sólo de dos a seis de la tarde, que es cuando los chicos están en la escuela”.

Problema general

La situación del jueves dejó al descubierto una cuestión: los trenes siguen pasando, aunque automóviles y peatones ignoran el peligro en los cruces con vías. Ahí viene otra cuestión: faltan medidas de seguridad. “Hoy ha sido un hombre grande, pero mañana podría ser una criatura”, afirma Macarena. Sí, podría sucederle a cualquier peatón o a cualquier vehículo. No existen barreras que frenen el tránsito o a los peatones ante la inminente llegada de un tren en la zona. “Es rara la vez que se acercan los varitas y nos avisan antes”, alerta Carla.

Enrique Romero, subsecretario de Tránsito de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán explica a LA GACETA que el control y la implementación de barreras es competencia de Trenes Argentinos. “La agencia tiene personal de seguridad y/o banderilleros que ponen al momento en que el tren va a cruzar una arteria, porque son zonas de mucho peligro, ya que no hay elementos físicos. En algún momento la Dirección de Tránsito colaboró poniendo personal en moto que recorría a la par del tren y frenaba el tránsito; ese era un servicio que la agencia de trenes prestaba antes pero tuvieron algunas complicaciones y nos pidieron ayuda, pero luego lo solucionaron”, indica y destaca: “el tren va tocando bocina, con sus luces altas y encendidas como si fuera de noche. Además tiene más de 20 vagones, que le da un volumen de peso impresionante”.

“El responsable de cortar el tránsito es el banderillero. Se coloca más o menos 30 a 40 minutos antes de que pase el tren, y le van avisando por dónde viene”, acota Romero y reflexiona: “hay dos problemas, uno es la falta de barreras y el otro es la falta de inversión en barreras modernas; se podrían poner unas con sensores fotoeléctricos, como las que hay en otras provincias”.

Nudos de degradación urbana en la ciudad

Cuentan los vecinos que en los últimos años ha habido varios accidentes. “Sabemos el riesgo que corremos con los chicos, pero no nos queda otra. Para comprar un terreno tenemos que tener mucho dinero y nos es imposible pagarlo de una -expresa apesadumbrada Carla-; nosotros queremos salir de aquí, a ninguno le gusta vivir así, pero no nos queda otra. No pedimos que nos den cosas gratis; uno puede trabajar y pagarlo de a poco, pero necesitamos ayuda”.

Según comenta la vecina, en más de una ocasión funcionarios del Gobierno provincial les dijeron que iban a ayudarlos a modificar su situación de precariedad. La tarea iría de Desarrollo Territorial a Desarrollo Social y Vivienda. Los vecinos no lo tienen claro. “Nos dijeron que ya estaban organizando, que nos iban a dar algún lugar en Manantial Sur, en la villa, en Las Talitas, pero no pasa nada”, se lamenta mientras espera que suene la bocina una vez más.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios