Qué tan lejos está 2023

Los años pares suelen ser de ajustes. Por eso, desde el Gobierno han decidido acelerar la mayor cantidad de medidas de tal modo de acomodar los desequilibrios a la nueva realidad. Con una actividad que se mueve al ritmo de una inflación anual del 50% es poco probable que los precios regulados se mantengan en el tiempo. El Estado ya arrancó con medidas. Convalidó un incremento del 20% en las tarifas de los servicios públicos privatizados, pero las empresas prestatarias consideran que tiene gusto a poco. El Gobierno lo sabe, pero trata de evitar que el malhumor social siga en aumento, particularmente porque ahora le falta energía eléctrica a gran parte del país. Las inversiones no fueron las anunciadas. Ni en el sector público ni en el privado. El primero argumentará que hubo contingencias y emergencias que atender y que, por esa razón, no pudieron ejecutarse algunos trabajos públicos durante el último bienio. El segundo expresará que, con atraso tarifario, tuvo que atender los costo fijos con el dinero que inicialmente habían previsto para expandir la infraestructura del servicio.

Es preocupante observar que el boom en los precios internacionales de los commodities, no puedan llegar a manos de los productores locales por el efecto de la alta presión impositiva y el creciente atraso cambiario que en los primero 10 meses de 2021, el tipo de cambio creció 20%, mientras los precios lo hicieron un 45%, fue el diagnóstico que realizó el presidente de la Federación Económica de Tucumán (FET), Héctor Viñuales, en el último Reporte Económico que difundió la entidad. Claramente, los empresarios vaticinan que 2022 tampoco será un buen año para ellos en la medida que el Estado no contribuya con medidas claras que alienten la competitividad y, paralelamente, la generación de más puestos laborales. “ No contamos con información de inversiones privadas de envergadura que aumente la capacidad productiva de bienes y/o servicios: por el contrario, se observa un proceso de desinversión en un importante sector agroindustrial de Tucumán”, advierte el titular de la FET.

El Gobierno y la oposición también juegan sus partidos. Nadie pierde de vista 2023. Absolutamente nadie. Con el jefe de Gabinete Juan Manzur en Buenos Aires y con Osvaldo Jaldo en el interinato de la gobernación, el Frente de Todos tendrá que empezar a hacer goles si quiere conservar el poder el año que viene. Los $ 33.000 millones que el presidente Alberto Fernández prometió, el mes pasado, en Monteros; otros $ 30.000 millones que fueron incluidos en el Presupuesto vigente y unos $ 12.000 millones por acuerdos posteriores constituyen una multimillonaria promesa de alentar la obra pública y, así, dinamizar la economía, generando más empleos. La credibilidad de esa fenomenal inyección dineraria dependerá del inicio de cada uno de los proyectos que se ejecutarán con esa plata. Por esa razón, Jaldo le ha puesto un ultimátum a sus funcionarios, para que muestren gestión y aceleren los trámites. El límite será el primer semestre de este año. Hoy Manzur tiene la billetera nacional, con el decreto presidencial con el que se avaló la vigencia del cálculo de gastos y de ingresos del año pasado, al haber naufragado en la Cámara de Diputados la iniciativa 2022. Mañana, quién sabe lo que puede pasar con el destino político del gobernador en uso de licencia.

La oposición no saca su mirada de los anuncios oficiales. Sus dirigentes están convencidos de que la Casa de Gobierno “está vendiendo humo” con tantos convenios que, al final, terminan guardados en el armario de alguna oficina pública. Cuatro intendencias están en la picota. Si bien desde el Ejecutivo se afirma que no se discriminará a ningún municipio en la distribución de obras, en San Miguel de Tucumán, en Yerba Buena, en Bella Vista y también en Concepción reinan la desconfianza. Curiosamente, sin Manzur como gobernador esas jurisdicciones han observado un trato frío del interino. Tal vez haya sido porque el año electoral los diferenció y los enfrentó. Tal vez no.

La sucesión

Sin reforma constitucional a la vista, la política entra en zona de recambio. Y habrá que estar atento a los movimientos que se puedan registrar en todos los sectores con intenciones de pugnar, el año que viene, por la gobernación. Esa será la pelea de fondo, pero las preliminares prometen ser tan bravas como la central. Casi todos los intendentes tendrán que abandonar la conducción de los municipios porque no tienen posibilidad de reelección. Siempre habrá un pariente cercano para la sucesión. También una banca en la Legislatura por la cual luchar en las urnas. En la Cámara, a su vez, varios están pensando qué hacer después de 2023. Algunos parlamentarios siguen sintiendo los efectos de la novela interna que protagonizaron Manzur y Jaldo, mientras otros han terminado 2021 con las caras largas al enterarse que se distribuyeron cartas documentos, comunicándole al personal político el cese de la relación laboral. Puede ser circunstancial, con probabilidad de renovación, pero todo se lee políticamente, bajo el agua, como represalia por posiciones extremas en un cortocircuito que se solucionó tras las PASO.

El oficialismo ha quedado preocupado por el resultado de las elecciones de medio turno. Dos puntos de diferencia frente a su principal adversario, Juntos por el Cambio, ha significado un llamado de atención para los popes del justicialismo. Hubo reacción y las fotos de la armonía peronista responde más a una necesidad que a un amor partidario. La relación se mantendrá dentro del cauce normal en la medida que cada uno de los líderes del PJ atienda su juego. Manzur sigue pensando que su destino es la Casa Rosada, con algunas escapadas a Pinamar. Jaldo, a su vez, está convencido de que trabajará para quedarse con la oficina del primer piso de la Casa de Gobierno, con algunas escapadas de verano a Trancas. Inesperadamente, el presidente de la Legislatura ha cumplido el objetivo de llegar a la gobernación, pero quiere revalidarlo a través del voto.

Como hacía Manzur con el sociólogo Hugo Haime, Jaldo apela al consultor Mario Nahuz para que proyecte cómo le está yendo en la gestión, a dos meses y medio de haber asumido el interinato, cuál es la reacción de la sociedad a su imagen y cuáles son los temas que más le preocupan a los tucumanos. La semana pasada, el gobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo ha evaluado que el recambio ministerial en Seguridad surtió efecto y que la cúpula policial ha reaccionado para contrarrestar el delito. Pero Jaldo sabe que el devenir político dependerá de la economía. Tucumán es uno de los distritos más expuestos a la pobreza, al empleo no registrado y a la desocupación. Sin inversiones, será difícil reducir las tasas de cualquiera de estos flagelos. Apuesta a la inversión pública, pero eso tendrá efectos coyunturales en la medida que no se recreen las condiciones para que la provincia atraiga capitales privados. Hay demasiado déficit en infraestructura y los problemas que actualmente presenta el sistema energético es uno de ellos. La falta de abastecimiento del servicio de electricidad tiene responsabilidad tripartita: el Estado, que no ha previsto la ampliación de las redes internas de alta tensión; Transnoa, que no brinda soluciones en tiempo real cuando al sistema se le presentan complicaciones, y EDET que es la cara visible de estos inconvenientes de verano en la distribución de la energía.

Los sondeos oficiales no pierden de vista el escenario 2023. En ese sentido, Jaldo asoma como el candidato natural del Frente de Todos para lo que sería una eventual fórmula. Algunos mencionan que la ex ministra de Salud, hoy diputada nacional, Rossana Chahla, puede ser una buena compañera (figura en segundo término en la encuesta preliminar). El vicegobernador, sin embargo, no emite opinión alguna. Y si lo hace, señala que todo es prematuro. Manzur tampoco. En algún momento deslizó la posibilidad de convertirse en el gran elector de 2023 y que su apellido debía incluirse en la boleta gubernamental. Los tiempos políticos se le aceleraron y hoy le encandilan más las luces de la gran ciudad.

En la oposición, el diputado radical Roberto Sánchez asoma como el potencial postulante opositor, que tiene más apoyo en el interior que la provincia, seguido por el líder del Partido de la Justicia Social e intendente, Germán Alfaro, que le saca ventaja al ex jefe municipal de Concepción en la capital. En el resultado final, ambos no se pierden pisada, como sucedió en las PASO del 12 de septiembre. El tercer adversario opositor en la puja hacia 2023 es el presidente de Fuerza Republicana, el legislador Ricardo Bussi. Esos apellidos constituyen el eje de la pelea electoral que se proyecta para el año que viene.

Si hoy fueran las elecciones, el oficialismo obtendría un 37%, mientras que Juntos por el Cambio 26% y FR un 10%, según el sondeo que se maneja internamente en la Casa de Gobierno. Más allá de esta proyección, todo sigue atado con alambres, tanto en el oficialismo como en la oposición. Para los ciudadanos, 2023 está lejos. Para la política es el presente.

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