Los cuidadores de personas mayores son protagonistas claves en la vida contemporánea

Los cuidadores de personas mayores son protagonistas claves en la vida contemporánea

Con los avances de la ciencia y la tecnología en la salud la longevidad es cada vez mayor. Explicaciones de expertos y testimonios de quienes interatúan en este vínculo tan especial.

MEDIADORES. El cuidador no reemplaza la familia; está formado para estimular al adulto mayor y ayudarlo.   Fuente: Mayo Clinic MEDIADORES. El cuidador no reemplaza la familia; está formado para estimular al adulto mayor y ayudarlo. Fuente: Mayo Clinic

Arturo tiene hoy 41 años, y desde hace cinco se dedica vocacional y profesionalmente a cuidar adultos mayores. La primera vez lo hizo por razones personales, y la persona de la que se hizo cargo fue su abuela (es uno de los motivos por los que prefiere no dar su apellido).

“Era como una madre para mí”, cuenta con infinita ternura, aunque su voz vuelve al tono profesional y describe: tenía Alzheimer y necesitaba pañales; cuando se quebró la cadera todo se complicó más y su hija (o sea, la madre de Arturo) no daba abasto.

“A pesar de ser varón, ella aceptó que me hiciera cargo de su higiene, lo cual también fue una ayuda para mi madre”, retoma el relato con ternura, a la que se suma la tristeza cuando añade: “cuando murió fue muy duro; era mi primera gran pérdida y no sabía cómo superarla”.

Pero lo hizo. “Por Facebook supe que había en la Fundación León un grupo de apoyo para familiares en duelo; me contacté, se armó un grupo y no sólo fuimos procesando el dolor: aprendimos lo que implica ser cuidadores”, cuenta.

Profesionalización

Gran dato si se piensa que hoy, con los avances de la ciencia y de la tecnología en la salud, la longevidad es cada vez más mayor y los cuidadores se van convirtiendo en nuevos protagonistas de las familias. Y el dato es doblemente importante, porque los varones que asumen ese rol son realmente pocos.

“Lo que se busca es la profesionalización del cuidado -señala Diego Aguilar, psicólogo y director ejecutivo de la Fundación León-. Históricamente hubo en las familias quien cuidara los enfermos. Pero los tiempos cambiaron: las mujeres trabajan como los varones, los hijos están hiperocupados y no existe más la ‘empleada de toda la vida’, que formaba parte de la familia”.

“Pero además -asegura- la vejez de los padres, especialmente si viene acompañada con una demencia, genera una situación de vulnerabilidad y requiere un proceso de duelo: las dinámicas cambian y es necesario repensar desde qué lugar se brinda cuidados al adulto mayor”, añade.

“Hacerse cargo de un familiar dependiente, en especial cuando eso se extiende en el tiempo, produce un desgaste terrible -resalta por su parte Silvia Gascón, directora de la Maestría en Gerontología en la Universidad Isalud-. El 80% de los cuidadores familiares termina en consulta por burnout. Al mismo tiempo, si no se hacen cargo, los carcome la culpa”.

Es aquí donde cuidadores capacitados se convierten en sujetos fundamentales de la vida contemporánea.

“La culpa es terrible y nunca desaparece del todo -reconoce Miguel, quien por ‘orden’ del psiquiatra de su madre desistió de irse a vivir con ella-. Pero cuando su médico me dijo que no debía hacerlo fue un alivio; sentí como una autorización. Y ahora puedo ir a visitarla en paz, sabiendo que está bien cuidada (porque no me desentiendo de ello)”.

Qué hace un cuidador

“Nuestra función es acompañar a personas que son adultas, y tienen derechos y capacidades: que pueden estar disminuidas, pero son capacidades al fin”, señala Arturo. Para hacer su trabajo apela a diferentes estrategias, que apuntan fundamentalmente a la estimulación diaria.

“Es crucial no impedir que hagan. Todo lo contrario: hay que favorecer la actividad, con paciencia y respetando sus tiempos, pero no hacer las cosas por ellos”, resalta y enumera acciones posibles: juegos didácticos, escuchar música y cantar, dibujar... Que no se queden callados mucho tiempo es importante, agrega (suele gustarles contar anécdotas, y es bueno, aunque sean siempre las mismas...).

Coincide con él la psicóloga Constanza Baiz, coordinadora del Programa Mayores Activos, de León. “El objetivo fundamental es promover los derechos de las personas mayores; lograr un envejecimiento activo. No centrarse en lo perdido y trabajar con lo preservado”, resalta y destaca que, en ese plan, la familia no debe desligarse.

Mediación, no reemplazo

“Los cuidadores no son parte de la familia; es un mediador capacitado para atender ciertas necesidades, pero los familiares siguen siendo los responsables directos de la persona y de las decisiones fundamentales”, añade Baiz y advierte que el aislamiento (incluido el afectivo) es un generador de riesgo. Destaca además que los cuidadores trabajan especialmente la autopreservación.

“Deben estar muy atentos; a partir de la empatía, indispensable, se genera un vínculo afectivo, y eso puede desencadenar una sobrecarga emocional”, explica y resalta la importancia del respeto por el tiempo propio.

“Hay que cuidar a los cuidadores -coincide Arturo desde la experiencia-; son importantes para ello la formación (te permite saber qué hacer y qué no) y el apoyo psicológico; y también el tiempo de descanso”.

Él se formó en León (“es un programa de 12 clases sobre diversos temas, como qué es la vejez, los duelos y las pérdidas, síntomas y tratamientos, farmacológicos o no”, explica Baiz). Pero también está disponible -sabe Arturo, porque lo hizo- el Curso de Formación de Cuidadores Domiciliarios, del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia (ver “Datos útiles”); él agregó además el de Primeros Auxilios, que hizo en la Cruz Roja.

Regulaciones

Casi con seguridad, a quienes tienen en la familia integrantes que necesitan ayuda se les abren un montón de interrogantes. Cómo está normada la profesión y cuánto cobra un cuidador en Tucumán pueden ser dos de ellos.

Aquí algunas respuestas: están incluidos por la AFIP en la categoría acompañante cuidador. De hecho, existe un Registro Nacional de Cuidadores Domiciliarios (ver “Datos útiles”).

Lo más frecuente -dentro del sistema- es que el cuidador sea monotributista; por ser un contrato entre privados, la tarifa puede variar, pero hay parámetros. “La página de AFIP indica de $265 por hora -informa Arturo-. Yo tengo el Monotributo Social, que me da una obra social y permite a mis pacientes presentar factura a sus obras sociales”. Puede haber variaciones (en su caso, las hay) si es horario nocturno, o se trata de feriados y/o fines de semana.

Cómo conseguir la ayuda

Además, claro, del boca en boca, cómo encontrar un cuidador suele ser parte de las preguntas.

“A mí en general los contactos me los ha hecho siempre León”, cuenta Arturo. Otro modo es acudir al Registro oficial. Y también es posible contactar una agencia.

“Funcionamos interactuando entre prestadores y clientes, -explica José Remonda, gerente en Tucumán y en Santiago de @Siemprearg-. Se configuran prestaciones independientes, según la disponibilidad de los miembros del equipo, que muchas veces tienen otras actividades. Que el equipo, además de estar formado por gente capacitada sea numeroso (tienen unos 100 cuidadores inscriptos) permite estabilidad al cliente y al prestador”.

Esto posibilita, en una actividad con muchas fluctuaciones, asegurar no sólo que tendrán trabajo sino también el pago en tiempo y en forma. “Y desde el otro lado (el del paciente) permite asegurar la continuidad del servicio (en caso de que un cuidador se enferme, por ejemplo) y la posibilidad de cambiar de cuidador después de un tiempo si no se establece un buen vínculo”, agrega.

“La demanda es creciente”, destaca Remonda. “Reconocer la necesidad de la ayuda es el primer paso”, resalta Aguilar. Las alternativas son varias, pero lo cierto es que los cuidadores son cada vez más indispensables.

Cómo saber si hace falta ayuda

¿PUEDEN CUIDARSE SOLOS? ¿Son capaces de seguir su rutina diaria (bañarse y cepillarse los dientes)? ¿Funciona la casa: andan las luces, prendieron la calefacción, está inusualmente largo el césped?

¿ESTÁN PERDIENDO LA MEMORIA?  Hay olvidos normales y otros que dificultan actividades cotidianas. Signos de este tipo de olvidos pueden ser que hagan las mismas preguntas una y otra vez; perderse en lugares conocidos; no poder seguir instrucciones; y la confusión respecto de tiempo, personas y lugares

¿PUEDEN MOVERSE SOLOS? Prestá atención a cómo se mueven. ¿Están reacios a caminar las distancias habituales o no pueden hacerlo? ¿Han sufrido caídas?

¿MANTIENEN SUS VÍNCULOS? Aunque hayan tenido que restringirse por la pandemia, que adultos mayores no quieran estar con otras personas puede indicar un problema. ¿Mantienen su interés por sus pasatiempos? ¿Han vuelto a participar de actividades en sus organizaciones, clubes o comunidades religiosas?

DATOS ÚTILES

• Fundación León : www.fundacionleon.org.ar/

• Ministerio de Desarrollo Socialwww.msptucuman.gov.ar/curso-de-formacion-de-cuidadores-domiciliarios

• Registro Nacional de Cuidadores www.argentina.gob.ar/desarrollosocial/registrocuidadores

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