Leandro Robín: "mi familia es mi gran apoyo"

Leandro Robín: "mi familia es mi gran apoyo"

Leandro Robín es un emblema del folclore argentino. Con 35 años, compartió escenario con grandes músicos, participó de varios realities y hoy experimenta nuevos géneros. Se describe como “un tipo que la pelea todos los días”. No para de crear y, a pesar de que la pandemia lo llevó a una actividad distinta al arte, no dejó la música de lado

Hace más de dos décadas que asumió el compromiso personal de llevar el folclore por todo el país. Con 35 años, compartió escenario con grandes músicos, participó de varios realities y hoy se anima a experimentar nuevos géneros. Leandro Robín o el “Tucu” Robín -como lo conocen desde que salió de Gran Hermano en 2016-, no para de crear y, a pesar de que la realidad lo llevó a vivir de una actividad que no tiene que ver con el arte, no deja y -aclara- nunca dejará la música de lado.

- ¿Cómo te definirías?

- Soy un tipo que la pelea todos los días, soy muy honesto y de eso estoy muy orgulloso porque es parte de la educación que traigo de mi casa. Soy positivo la mayor parte de las veces, es como que bloqueo el sufrimiento, pongo en práctica todas esas frases de autoayuda y las llevo a la vida real. No suelo usar las redes sociales para descargarme. Me descargo con otras cosas que me producen más malestar, cosas más sociales, pero mi vida personal no la ventilo mucho porque pienso que eso me hiere más.

- Si pensás en el Leandro chiquito, ese que todavía no sabía qué quería ser cuando fuera grande, ¿qué recordás? ¿Qué se te viene a la cabeza cuando pensás en tu infancia?

- He vivido una infancia feliz; me emociono cuando la recuerdo y todo lo que vivimos hasta llegar a lo que somos hoy como familia, lo unidos que estamos, y los aprendizajes de mis viejos, siempre presentes.

El cantante recordó los juegos con los amigos del barrio, en la calle, en la vereda; el pasar de casa en casa y volver a la suya cuando “la mamá pegaba el grito”. “Era otra época. Es increíble cómo creció Yerba Buena. Cuando mi papá compró la casa vivíamos en medio de los cañaverales y nos divertíamos robando cañas, ahora es el corazón de la Perón”, explicó.

El peso de la familia

Pero no sólo cambió la ciudad sino también la gente. Según Robín, ahora la sociedad está muy egoísta y se dejó de pensar en el otro. “Antes mi mamá, cuando me retaba, me gritaba ‘¡¿qué va a decir la vecina?!’, esa era la preocupación. Ahora las cosas son diferentes. Igual, en cuanto a la infancia, nosotros vivimos en una época de transición. Los chicos de ahora vienen muy evolucionados y está bueno, pero no sé hasta qué punto; a dónde nos va a llevar”, opina.

- ¿Cómo definirías a tu familia?

- Una familia tipo, sencilla, humilde. Nos criaron así, con humildad. Mi papá fue viajante en mi infancia entonces lo veíamos los fines de semana y el recuerdo es de esperar que llegue con los bolsos hechos para viajar hasta Santa María (Catamarca) donde ellos pusieron todo su esfuerzo y levantaron una casita. Hoy es el lugar que elegimos siempre que podemos irnos a algún lado.

- ¿Qué representan en tu vida y en tu carrera?

- Ellos son mi apoyo. Siempre les pregunto antes de tomar una decisión importante. Mi mamá es mi mayor y mejor crítica, me dice las cosas sin filtro pero con amor y creo que es lo que me ayuda a crecer; y mi papá es el compañero. Él está siempre, me apoyó desde el comienzo y siempre nos dijo, a mi y a mis hermanos, que hagamos lo que nos gusta, pero que lo hagamos, no que esperemos a que nos caiga del cielo. Creo que esos valores del esfuerzo, la humildad y el trabajo son las cosas más importantes que me inculcaron y por las que estoy muy agradecido. Recibir la crítica desde el buen punto de vista, por más dura que sea, te hace maquinar y pensar cómo podés mejorar.

- ¿Podrías haber hecho la carrera que hiciste sin ellos?

- Sí y no. No porque sin ellos yo no podría pensar como pienso. Mi familia me dio la posibilidad de pensar y de abrir la cabeza. Si vos no tenés alguien que te abra la cabeza para saber que hay un mundo mejor por el cual vos podés luchar, tus propósitos van a ser mucho más inferiores de lo que podrían ser. Esa posibilidad, para mí ha sido mi familia y estoy eternamente agradecido al universo por eso.

Emocionado, el “Tucu” habla de su abuela y del presente que atraviesa. Mira una foto en la que ella le está dando un beso en la mejilla y se le llenan los ojos de lágrimas. “Ella es todo. Es la música misma desde que éramos chicos ella nos trajo la música y ella es muy importante. Siempre está para nosotros, para toda la familia”, dijo.

En pareja hace ya algunos años, piensa en su futuro cercano rodeado de hijos: “me gustaría formar una familia como la mía. Con los valores que me inculcaron mis viejos y la vida que ellos nos dieron”.

La música y los realities

- ¿Cómo conociste el folclore?

- Desde chico. Mi papá lo escuchaba mucho en mi casa y me empezó a gustar. Con mis amigos comenzamos a juntarnos a guitarrear en el barrio y de ahí no paré más.

Robín siempre mencionó que en cada programa que participó su objetivo era compartir sus raíces con todo el país, mantener los valores, mostrarse fiel a su estilo y no dejarse llevar por el resto. En su carrera, pasó por más de cinco realities y confiesa que el que más le costó fue Gran Hermano.

- ¿Qué te acordás de esa experiencia?

- Desde el primer momento dudé entrar y te diría que no estaba seguro hasta que firmé el último contrato. Lo llamé a mi hermano y le dije: “¿qué hago?” La verdad que no me arrepiento de haber participado pero tampoco me imaginé que iba a durar tanto. Pasé dos meses sin folclore y me colgaba de las cámaras todos los días para pedirle al sonidista que me ponga una canción. Nunca creí que iba a extrañar tanto mi música.

- ¿Te arrepentís de algo?

- No. Creo que todo lo que hice me sirvió para aprender y crecer. A cada una de las cosas las encaré con un objetivo y traté de mostrarme lo más real posible y cumplirlo, que nada me cambie. Por supuesto que hay cosas que no volvería a hacer, como entrar a Gran Hermano otra vez, pero porque ya lo experimenté, no lo haría de nuevo.

Después de viajar con la delegación tucumana a Cosquín en enero del 2020, el cantante tuvo que colgar por un tiempo la guitarra y, al igual que la mayor parte de los artistas, buscar qué más hacer. Desde abril de ese año que aceptó un trabajo como distribuidor de lácteos y a eso se dedica actualmente.

- ¿Cómo describís tu presente? ¿Cómo te agarró la pandemia?

- Ahora, feliz. La verdad que la pandemia me afectó como a todo el mundo, pero afortunadamente no dejé de trabajar. Claro que no con la música; comencé a trabajar de otra cosa. Mi último recital fue en enero del 2020 y ya veía venir algo de lo que estamos viviendo a nivel social y político, así que le pregunté a un amigo si no tenía algún trabajo para mí y a los meses comencé a trabajar con él. Ahora me transformé en vendedor de lácteos, y por eso por suerte pude trabajar durante el aislamiento. Me pasé toda la pandemia trabajando, no tuve un día de descanso. Hasta el día de hoy mantengo ese trabajo y además desarrollo proyectos musicales en paralelo.

Con la flexibilización de las restricciones, Leandro ya planea la vuelta a los escenarios y resalta que seguirá luchando por su sueño. “Me encantaría poder vivir de lo que amo, que es la música. Sé que es muy difícil, pero mi objetivo es algún día vivir únicamente de esto”.

Mejor no hablar de ciertas cosas

- Dijiste que hay cosas sociales que te enojan mucho, ¿qué es lo que te enoja?

- ¡Puff! Me molesta mucho que se haya destruido así esto, el país, el estado social. Lo veo como una destrucción. No importan los partidos políticos. Me molesta la destrucción del hombre, el egoísmo, que no te importe nada, la ambición, me da una impotencia tremenda.

- ¿Te irías del país?

- Sí, si pudiese, sí. A ver, me iría si pudiera llevarme a los míos, a todos, pero no me gustaría irme. Hay mucha gente que me escucha y dice: “este se queja con los bolsillos llenos”. Yo no los tengo llenos y no los quiero rebasando tampoco; yo lo único que quiero es salir de mi casa y que no me peguen un tiro, no quiero más.

Robín tiene una mirada crítica de la realidad y asegura que espera cambios a nivel político que mejoren la vida de la gente. Menciona que prefiere no hablar de política ahora, pero que no descarta en algún momento, ocupar algún lugar de relevancia. “Me arrepiento de hablar de política, siempre me arrepiento de eso, pero bueno soy muy verborrágico, digo lo que pienso y no tengo filtro alguno. Cometo errores, pero creo que lo positivo es aceptar y creo que hablar de política es un error”. “Voy a hablar de política cuando esté comprometido y ocupe un rol político y social porque a mí me encanta y estoy abierto a la posibilidad de participar. Si algún día tengo la posibilidad, ahí voy a hablar”, cerró.

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