Las mujeres tucumanas ganan terreno en el turf

Las mujeres tucumanas ganan terreno en el turf

En el hipódromo tucumano creció la presencia femenina en la última década y actualmente son varias las que tienen sus propios ejemplares. Camila García, Sofía Alabarce, “Mily” Cruz y Gabriela Fernández cuentan sus experiencias e invitan a las chicas a sumarse a “disfrutar de este apasionante deporte”.

Camila García Camila García

Son cada vez más las mujeres a las que el turf las apasiona. En el “Jardín de la República”, la presencia de las damas comenzó a tomar mayor fuerza en la última década y en los días de reuniones ya no sorprende a nadie ver a muchas disfrutar al máximo de las carreras de caballos y gritar con euforia cuando uno de sus pupilos cruza en primer lugar el disco.

Camila García lleva el turf en la sangre y sabe muy bien lo que es celebrar triunfos. “Mi papá es el responsable de esta locura y amor que yo siento por los caballos”, confesó esta joven propietaria de 23 años, hija de José Luis “Colorado” García. “Siempre me gustaron los caballos, pero desde hace un par de años tomé la responsabilidad de ir más seguido al stud y de involucrarme en varios temas. Charlo mucho con los cuidadores, con los peones y con los jockeys. Trato de ver qué necesitan, para que el equipo funcione de la mejor forma”, agregó.

“Disfruto mucho. Voy cuatro veces a la semana al stud para ver los entrenamientos y los fines de semana voy a la tarde. Lo quiero a todos los caballos por igual, pero hay uno que es mi debilidad, porque me está esperando que llegue. Se trata de Teenek. Siente mi voz y comienza a mover la cabeza porque sabe que le llevo zanahoria. Los ejemplares hacen que siempre estés de buen humor. Es inexplicable lo que transmiten. Para mí es una motivación levantarme bien temprano para ir verlos”, expresó la joven de 23 años.

“Mily” Cruz “Mily” Cruz

Con la mira en el domingo

“Cami” se prepara con mucho entusiasmo para la reunión interprovincial del domingo, donde tendrá a Teenek en el clásico de 1.800 metros y a Johhny Quest en los 1.500 metros del clásico de las Estrellas. “Estoy muy ansiosa. Tuve la oportunidad de conocer los hipódromos de San Isidro, Palermo y La Plata, pero yo prefiero que mis caballos se queden en Tucumán porque los disfruto mucho más. Espero que tengamos suerte”, dijo Camila, que en 2019 disfrutó del éxito de Teenek en el Gran Premio “Batalla de Tucumán”. “Fue una alegría única, incomparable”, comentó.

Sofía Alabarce (16 años) reside en la localidad de Estación Aráoz y tiene asistencia perfecta en las jornadas turfísticas. “Si me dan a elegir entre ir a una fiesta o ir a ver las carreras, no dudo ni un segundo: voy a las carreras. Los caballos son el amor de mi vida. Estaré toda la vida agradecida a mi papá por haber transmitido esta pasión. En mi casa tenemos cuatro boxes y actualmente tenemos a Luiz Felipe, Roman Dior, Regalito y Roman Market, al que en las cuadreras lo batutizamos con el nombre de Don Carlos en homenaje a mi abuelo, que también era un apasionado por los caballos”, indicó.

Sofía Alabarce Sofía Alabarce

Conexión

Sofía se encarga de la higiene de sus caballos y arranca bien temprano la jornada. “Me levanto antes de las 6, les limpio la viruta, los cepillo y le doy la comida. A la tarde la rutina es parecida, aunque se agrega el entrenamiento. Soy feliz haciendo esto. Lo que más me gusta es la conexión que tengo con mis caballos. Cuando ellos me miran, ya se si están bien o mal”, comentó. “Ganar una carrera es algo público. Ver festejar a tus familiares y a tus amigos me encanta. Y me llena de orgullo cuando la gente grita el nombre de algunos de mis ejemplares”, agregó.

Milagros Cruz (21 años) es otra que viva esta pasión desde la cuna. Es hija del ex jockey salteño José Rodolfo Cruz. “Actualmente tenemos un caballo, Endless Hope, que ganó el 2 de agosto. Somos cinco hermanas, todas fanáticas de esta actividad. Nos criamos en el hipódromo y toda la familia está relacionada con el turf, ya que uno de hermanos de mi mamá fue jockey, otro entrenador y otros peones. Todos los días me levanto para ver los entrenamientos. Me encanta compartir con los chicos del stud e intercambiar anécdotas”, indicó.

Endless Hope es el mimado de la familia y recibe todos los días la visita de la familia Cruz. “Estamos cerquita del stud, por lo que siempre vamos a verlo y le llevamos manzana. Esta es una actividad hermosa, que se puede disfrutar en familia. Mucha gente está equivocada cuando relaciona al turf solamente con el juego. Este es un deporte maravilloso, en el que las mujeres también somos protagonistas, ya sea como propietaria, jocketa, entrenadora o peona”, aseguró “Mily”.

Camila García Camila García

Expectativa

Gabriela Elizabeth Fernández (44 años) conoció el hipódromo hace nueve años por la invitación de unos amigos y a partir de ese momento fue “atrapada” por esta pasión. “Un amigo nos invitó a mi marido José y a mi ver las carreras. No conocíamos nada, porque nunca habíamos entrado al hipódromo. Lo más cerca que pasamos fue por el parque 9 Julio. No sabíamos nada sobre la actividad. Llegamos para ver una competencia y nos quedamos toda la tarde junto a nuestros tres hijos. Los caballos fueron como un imán”, reveló.

“Creo que fueron dos cosas las que nos atraparon: primero la nobleza que tienen los caballos, y segundo que descubrimos que es una actividad muy sana, donde se puede disfrutar junto a toda familia. Es un deporte donde no hay violencia”, aseguró “Gaby”, actualmente propietaria de Pituco Prize y Wan Runner (correrá el domingo el clásico de 1.800 metros). “Con Wan Runner tenemos la ilusión de que poder correr el Batalla. No duermo pensando en esa posibilidad. Sería algo soñado”, dijo.

“Gaby” Fernández “Gaby” Fernández

“Sumamos muchos amigos a la actividad y gracias a los caballos también hicimos nuevas amistades. El turf es un deporte donde las mujeres tienen el mismo protagonismo que el hombre. Es algo hermoso y me gustaría que sean muchas más mujeres las que se sumen”, concluyó.

El turf se convirtió en una pasión para muchas mujeres, que en los últimos años ganaron mucho terreno en una actividad en la que antes se creía (de manera equivocada) que estaba reservada solo para los hombres.

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