Educar para crear futuros lectores

Educar para crear futuros lectores

Incentivar el uso de libros en las instituciones educativas es un paso fundamental para “rescatar” las bibliotecas.

ESPACIO LÚDICO. Antes de la pandemia, una imagen de la biblioteca del Colegio Santa Rosa. El lunes arranca la vacunación en escuelas y colegios tucumanos. LA GACETA ESPACIO LÚDICO. Antes de la pandemia, una imagen de la biblioteca del Colegio Santa Rosa. El lunes arranca la vacunación en escuelas y colegios tucumanos. LA GACETA
13 Septiembre 2021

Casi resulta una paradoja: ¿cómo vamos a interesarnos en preservar o salvar aquello que no nos enseñaron a valorar desde un principio? Bajo esta reflexión, la docente Gladys Arisio afirma que el valor cultural de las bibliotecas puede reconstruirse a través del trabajo y constante incentivo por parte de las escuelas y los colegios.

Desde hace un par de años, ella es la encargada -en compañía de otras colegas- de acunar las aproximadamente 17.000 obras que posee la biblioteca del Colegio Santa Rosa.

En ese cosmos de papel y tapas recreativas o de estudio, hay un área especial que enternece el corazón: el sector infantil.

Decorado con coloridos almohadones y frases de “El principito”, antes de la pandemia, el espacio fue testigo de las innumerables idas y vueltas que hacían los estudiantes más pequeños (con sus credenciales a cuesta) para llevarse algún libro.

“Para nosotras siempre fue un placer entrar a la biblioteca y observar a los niños (desde jardín hasta sexto grado) charlando, leyendo o jugando. Durante los recreos, teníamos la visita de unos 50 chicos”, comenta la profesora de enseñanza primaria y preescolar.

Su historia como bibliotecaria arrancó con viaje, pero no entre las páginas de una novela sino hacia el Sur. Más precisamente, al irse a vivir a Río Negro.

En ese entonces, las bibliotecas populares de la Patagonia (innovadoras y con propuestas modernas a cuestas) captaron su interés y decidió estudiar la carrera. Al volver a Tucumán, trabajar en un ámbito similar fue su objetivo. Sin embargo, la tristeza ante el deterioro de los espacios o su politización cortaron un poco aquella ilusión.

Es por eso que al encontrar la oportunidad de trabajar en esta institución privada (fusionando su rol educativo) no lo dudó.

Sonrisas y éxito

Para mejorar la conexión con las bibliotecas y lograr que los pequeños adquieran el hábito, Arisio sostiene que deben existir diversas actividades de extensión bibliotecaria.

Por ejemplo, al fomentar desafíos en los cuales la lectura resulte divertida, “comunitaria” y se transmita con algunos incentivos lúdicos.

“En el pasado, con ayuda de las maestras hicimos varias charlas con escritores y talleres en compañía de los papás o los abuelos. También hubo concursos de lectura en los cuales luego se mostraban trabajos plásticos o de comprensión y se les daba a los de premio a los alumnos libros nuevos”, detalla.

En este índice de pasos para tener éxito y activar la creatividad y pasión lectora, es 100 % necesario el acompañamiento de “las buenas prácticas en el hogar”.

“Está en manos de los adultos hacer que los niños amen la literatura. Por tal motivo, debemos arrancar por nosotros mismos y demostrarles los beneficios que traen los libros. Los pequeños hacen aquello que ven, y si sus padres están con un libro, diario o revista a la vista ellos se acostumbrarán más rápido. Estoy totalmente convencida de que la lectura nos forma en valores y puede hasta salvar vidas”, reflexiona la defensora del formato papel.

Ni Siri ni Cortana

Si tuviera que elegir, lo que más disfruta Arisio de su profesión son las sensaciones que transmite la conexión humana.

“Disfruto mucho de poder recomendar lecturas, decirles que leer a los chicos y después ver que descubre cada uno al acabar los libros o el brillo en sus ojos por el interés. Además del salón de lectura, dentro de la biblioteca existe un depósito con muchísimos libros guardados. Muchos niños nos piden pasar a ver su interior y resulta hermoso mirar la cara de admiración que ponen y los wow que sueltan mientras lo recorren e investigan”, asegura.

En las bibliotecas populares en las cuales estuvo también le ocurrió algo parecido al tratar con los visitantes adultos. “Al pedirle a un bibliotecario recomendaciones de lecturas indefectiblemente surgen las charlas y estas pasan del libro a la vida en general, lo cual forma amistades y grandes vínculos. En esta época de virtualidad le doy mucha importancia al trato, y ahí está la riqueza de mi profesión. Los bibliotecarios brindamos ese valor humano más el valor único del contacto con el papel”, reflexiona.

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