“Emigrar es pensar en ser nosotros”

“Emigrar es pensar en ser nosotros”

Las redes sociales son el termómetro que marca que muchos argentinos eligen hoy radicarse en el exterior. ¿Cómo la llevan?

EN VALENCIA. Caro, con sus hijos de tres y cinco años, reconoce que la locura de emigrar tiene melancolía.  EN VALENCIA. Caro, con sus hijos de tres y cinco años, reconoce que la locura de emigrar tiene melancolía.

Caro Alonso Delconte se reconvirtió dentro de su profesión varias veces. La última fue durante la pandemia y con el proyecto en mente de emigrar e irse a vivir a España que había comenzado tres años antes y debía materializarse en junio de 2020. Con sus propósitos laborales casi cerrados y todo encaminado la pandemia llegó para resetear todo a cero y obligarlos a poner en stand by el proyecto más deseado que venían elaborando como familia: emigrar.

Hoy vive en Valencia, España, junto a su marido y sus hijos de 3 y 5 años. Emigrar no fue fácil y en los posteos que sube a redes sociales va contando el detalle de lo que sucede en su vida, siempre con optimismo. “La locura de emigrar tiene melancolía pero tiene fuerza y desafío. Tiene la magia de la aventura y el color de los sueños. Pronto les hablaré más de esto. Entre riñas, risas y miedos estamos los 4 poniendo los pies en agua de mar cálido. Llenándonos de energía de esta tierra ancestral”, escribió en su último posteo en Instagram en @caro.alo. “Hoy tenemos amigos en varias ciudades cercanas y cuando se enteraron que llegábamos empezaron a organizar sus visitas. Nos vimos con mucha gente querida. Emigrar es pensar en ser nosotros mismos pero en otras circunstancias. Redescubrirnos. Hoy no puedo contarte mucho más que nuestras valijas están aún encintadas y en un cuarto provisorio. Esta aventura no ha comenzado aún pero ya está siendo fascinante”, señaló Caro.

La decisión, explicó la protagonista de esta historia a LA GACETA, no viene por una sola razón. Esta pareja de emprendedores tucumanos, comenzó a pensar casi como un juego, en tomarse un año sabático. “Nos gusta mucho viajar y estamos constantemente replanteándonos la vida de una forma u otra. Y llegó un día que sentimos la necesidad de explorar otra forma de vivir, de estar más cerca del mundo, de disfrutar otras comidas, otros lugares. Pensamos en tomarnos un año sabático pero decidimos emigrar”, dijo Caro quien, como buena comunicadora, pone en palabras la vorágine de sentimientos y procesos que vivieron como familia en el último tiempo. “Quisimos salir de la zona de confort. No fue un proyecto que se armó de un día para el otro”, aseguró.

Con mucho tiempo de antelación, evaluaron las posibilidades, analizaron el globo buscando ciudades que conjugaban sus sueños. Hasta que un día, buscando en Google cuáles eran las mejores ciudades de Europa para vivir, apareció Valencia, en España. “Fue como un juego. Y luego vimos que estaba catalogada como una de las mejores ciudades para vivir por la gente, su clima y el mundo emprendedor que la habita. Y así empezamos a planificar la partida, construimos un plan para ir cerrando los ciclos en Tucumán: dejar trabajos y empresas, buscar papeles y demás”.

Según Caro, no tenían en mente la utopía de “vivir de vacaciones” pero sabían que les gustaba el mar, las ciudades en donde confluían varias culturas, otros idiomas y sabores diferentes. “Económicamente estábamos bien. Muchos creen que uno quiere irse por falta de trabajo u oportunidades pero para nosotros no fue una decisión arraigada a una visión económica. No existe una sola razón o motivo para irse, son muchas y para nosotros siempre tuvo que ver con la exploración y que nuestros hijos tengan una visión global del mundo”, insistió la influencer que forma parte de una gran masa de argentinos que está decidiendo probar suerte en otros países. En sus últimas stories se encargó de contar un poco el proceso que vivió para poder irse de manera legal: “hay muchos vericuetos para salir del país, no es fácil pensar instalarse con una familia. Tuvimos que sacar una visa, buscar colegios desde Argentina. Fue un proyecto armar el viaje y buscar dónde instalarnos en un primer momento”.

Mientras buscan un departamento fijo, Caro comparte sus días en Valencia y relata cómo planificaron este proyecto familiar: “En una primera fase íbamos a ir cuatro meses a Italia a sacar la ciudadanía y luego venir a Valencia. Pero como la pandemia nos hizo postergar el viaje, vinimos directamente a Valencia. Con Nacho (su marido) sacamos dos visas diferentes para poder ingresar a España. Una visa no lucrativa de inversor y otra de estudios para ella. Ya iremos más adelante a Italia, cuando estemos más instalados”, explicó.

El proyecto de emigrar para estos emprendedores fue tomado muy en serio y la pareja se dividió los roles: Nacho armó el plan económico con todos los escenarios posibles y Caro el estratégico: cómo salir del país y los papeles que necesitaba cada miembro de la familia. “Es algo que pensamos y analizamos muy bien. Fueron cinco años con la idea en mente y tres años investigando, hablando con gente, asesorándonos. Vendimos propiedades en Tucumán y armamos un plan pensando todo, como por ejemplo, cuánto tiempo podríamos estar sin generar ingresos en la moneda del país, cosas personales. A España no podés venirte ‘así nomás’. En Argentina estamos acostumbrados a los amiguismos, a que siempre hay algo que te resuelve las cosas, y acá no funciona así. Armamos nuestros planes A, B, C y pensamos todos los escenarios posibles. AL medio surgieron cosas que te desestabilizan pero acá estamos”, explicó muy sincera Caro desde el otro lado del océano.

En Valencia, Caro hará un máster en comunicación corporativa y redes sociales y se volcará a crecer en ese ámbito profesional. “Estoy pasando de ser jugadora a DT. Llevo años trabajando en comunicación institucional junto a empresas y compañía e iré por ese lado. También trabajo el tema de marca personal con clientes acá y en Tucumán”, explicó. La pareja desea mantener su estilo de vida con respecto al trabajo. “No vinimos a buscar trabajo porque somos emprendedores y nos gusta trabajar así, manejando nuestros tiempos personales por eso probablemente vamos por ese lado: buscaremos en qué invertir y qué emprender para poder disfrutar nuestra calidad de vida, sobre todo con respecto al manejo del tiempo”.

Mientras tanto, desde su cuenta de Instagram, Caro recomienda cómo emigrar, muestra algunos lugares mágicos de la ciudad que eligieron conscientemente para vivir y cuenta más sobre este proyecto al cual se embarcó toda la familia. “En Instagram puedo ser yo misma y comunicar lo que yo elija. Voy a ser periodista hasta el día que me muera porque más que una profesión, es un estilo de vida”, concluyó la ex conductora de La Marquesina.

Un informe de junio pasado indicó que existen más de un millón de argentinos radicados en el exterior, según publicó Infobae. “Los últimos datos, de 2019, daban que un millón de argentinos están radicados en el exterior. De ese millón, 400.000 están en Europa, en España en primer lugar. Ese país absorbe más de un 25% de la emigración argentina”, dijo Lelio Mármora en este medio, director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo (IPMA), de la Universidad de Tres de Febrero.

Pero no solo emigran a Europa los argentinos, en Estados Unidos hay unos 300.000 argentinos viviendo, algo así como el 21% de la cifra de migrantes, y también muchos emigran a países vecinos como Chile o Uruguay.

Cargado de emociones

“El día que tomamos el avión para irnos, ¡tenía ganas de llorar como una criatura! Uno es feliz donde vivió, son nuestros orígenes. Yo nunca había vivido fuera y tenía esa sensación y también pensé, como mamá, que tenía que transmitir tranquilidad a mi familia. Pero es una elección y estamos cada día más convencidos de lo que queríamos”, contó Caro Alonso a LA GACETA en una llamada mientras recuerda el nudo en la garganta del día que partió.

“La llegada a España fue emocionante porque durante dos años habíamos recorrido la ciudad a través de Google Maps. En ese momento entrábamos, veíamos las zonas, leíamos la información seguíamos a los blogueros. Cuando llegamos fue especial y más al correr los días cuando fuimos descubriendo cada rincón y nos damos cuenta que ya estamos acá y que esto recién comienza”, agregó. “Los primeros días fueron una mezcla de agotamiento y deseo de conocer todo. También nos tomamos el tiempo de procesar todo lo vivido, las despedidas, las corridas, los trámites y subir al avión. Volar era una incógnita. Cuando faltaban unos días antes de viajar nos avisaron que se suspendía el vuelo por tres meses. Tuvimos que mostrar los papeles de los chicos que ingresaban al colegio para que la aerolínea nos ubicara en otro avión”.

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