Nos lavamos más las manos, pero nos bañamos menos

Nos lavamos más las manos, pero nos bañamos menos

Desde el punto de vista de la salud, no es necesario ducharse a diario. Al contrario, esto daña la piel y tiene efectos sobre el sistema inmunológico. Es más una cuestión cultural que biológica. ¿Cuál es la ducha ideal?

NO ES NECESARIO MUCHO JABÓN. Los dermatólogos advierten que el uso excesivo de productos daña la piel. NO ES NECESARIO MUCHO JABÓN. Los dermatólogos advierten que el uso excesivo de productos daña la piel.

Después de los primeros meses de cuarentena, el año pasado, Laura L. descubrió que en el mueble del baño se amontonaban jabones, frascos de champú y de crema de enjuague. Entonces, cayó en la cuenta de algo que estaba pasando por alto: en su casa ya nadie se bañaba todos los días como antes.

Cuando la pandemia los obligó a encerrarse en casa y alejarse de la mayoría de los lugares que antes frecuentaban, ella y sus tres hijos empezaron a ducharse solo dos o tres veces por semana. Este año, cuando los chicos regresaron a clases solo un par de veces cada 15 días tampoco se preocupó por exigirles la ducha diaria. Laura, que es ama de casa y costurera, ya tampoco se obsesiona tanto con meterse a la bañadera a diario, confiesa.

La crisis sanitaria nos ha dejado muchos días en pijamas y encerrados. Cambió nuestra alimentación, nuestra rutina, la forma en que estudiamos y trabajamos. Y ahora también hay indicios de que nos estamos revelando a la vieja costumbre de bañarnos todos los días. ¿Será algo pasajero o no?, es lo que se preguntan muchos teniendo en cuenta los movimientos ecológicos que promueven un menor uso del agua para cuidar este recurso.

Una de las consecuencias de la pandemia es que nos lavamos más las manos, pero nos bañamos menos. “La crisis por la covid-19 ha generado que todo el mundo se lave más las manos con agua y jabón o alcohol en gel. Eso ha creado una sensación de limpieza en general; es una cuestión psicológica que veo en muchos que confiesan que se están duchando menos”, cuenta la dermatóloga Silvana Depetris.

Los hábitos de baño pueden parecer una cuestión de sentido común, pero en realidad son el resultado de costumbres sociales, señala Depetris. “Si nos remontamos a 100 años atrás, la gente se bañaba una vez por semana”, añade.

La sociología ha investigado mucho sobre esto para explicar por qué, por ejemplo, los occidentales pasamos en promedio dos años y medio de nuestras vidas en las duchas.

Nos lavamos más las manos, pero nos bañamos menos

 Elisabeth Shove, socióloga de la Universidad de Lancaster en Reino Unido, que investiga las prácticas de consumo de agua y energía, sostiene que en las culturas occidentales ducharse se trata de un hábito convertido en elemento esencial de nuestro día a día. “No es una opción, es casi una obligación social”, precisa.

¿Qué le pasa a la piel?

Más allá de la presión social, la duda es ¿está bien bañarse todos los días? ¿Qué les pasa a nuestra piel y al pelo cuando les pasamos agua, jabones y champú a diario? Por mucho que a los pasajeros de colectivo les espante la idea, cada vez son más los estudios que desaconsejan ducharse a diario. El exceso de agua y de productos químicos es contraproducente para nuestra piel y la daña, apunta Depetris. “Desde el punto de vista biológico, no es bueno bañarse todos los días. Esto, además, no garantiza una buena salud”, explica.

La piel, el órgano que nos recubre el cuerpo y lo protege, es un ecosistema de miles de bacterias, virus y otros microorganismos. La capa de lípidos tiene un pH determinado que es el que impide que estos gérmenes vayan a sus anchas por nuestra piel. Es importante, por tanto, no alterar esta acidez.

“Un baño excesivo altera la distribución natural de bacterias buenas en la piel, que nos sirven como un manto para defendernos. La ducha diaria, si es con agua caliente, además, hace que la piel se reseque y se agriete, lo que provoca que se pierda la protección y esta sea más permeable a las bacterias o los virus, precipitando la picazón”, especifica.

Concretamente, el agua y el jabón barren el manto hidrolípidico que tiene la capa córnea, que es la más externa de la piel y que cumple una función de protección gracias a una serie de bacterias benignas que combaten las infecciones. “Si uno utiliza esponjas exfoliantes, el daño puede ser aún peor”, señala.

Contrario a lo que la mayoría puede imaginar, bañarse demasiado hace que la piel pierda agua, precisa Depetris. “Con el pelo pasa esto: pierde brillo y se cae más si nos duchamos todos los días y le aplicamos productos químicos”, añade.

Lo más óptimo

La dermatóloga sostiene, por otra parte, que sí hay un lado positivo de la ducha: mejora la circulación sanguínea, aumenta niveles de energía, relaja y mejora la piel en los casos de personas que tienen mucha oleosidad o que han transpirado demasiado en su trabajo o en un gimnasio. También puede reducir el estrés. Por eso, hace algunas aclaraciones: aunque no está bueno bañarse todos los días, tampoco es óptimo pasar mucho tiempo lejos del agua y el jabón. “De esta manera, los gérmenes que están comúnmente en nuestra piel y que el cuerpo no puede eliminar, se desplazan. Vehiculizados a través de la boca, los ojos y la nariz, pueden generar una infección”, señala.

Entonces, ¿cuál es la ducha ideal? “Debería ser de cinco minutos (que no superen los 95 litros de agua utilizados), una o dos veces por semana”, explica Depetris, basándose en los estudios científicos y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los jabones más adecuados son los neutros, sin perfumes ni aditivos. Se recomiendan los de glicerina. No es necesario usar antibacteriales. Por otro lado, según la dermatóloga, lo ideal es que cada miembro de la familia tenga su jabón. O, en su defecto, que usen productos líquidos. “La barra de jabón sólida sufre mucha contaminación cuando pasa de una persona a otra”, especifica.

Es importante enjabonar principalmente aquellas zonas del cuerpo que se ensucian más (axilas, pies y genitales, que son los que producen olor corporal). Para el resto del cuerpo, como brazos y piernas, no es necesario usar jabón cada día para proteger los aceites y lípidos de la piel que nos aportan una adecuada humectación e hidratación dermatológica. Tras la ducha, el secado es fundamental para evitar micosis.

¿Agua fría o agua caliente? “En verano es ideal que la ducha sea con agua fría porque esta mejora la circulación, aumenta la lucidez mental y le da un impulso al sistema inmunológico”, señala Depetris. “El agua caliente, a diferencia de la fría, daña la piel más fácilmente. En los días frescos, hay que preferir el agua templada”, sugiere.

El caso de los niños

Los niños, al igual que los ancianos, son el grupo de población con más riesgos por el hábito de bañarse todos los días. En ellos, las bacterias buenas que alberga la piel, son muy necesarias porque son más vulnerables a las infecciones.

No obstante, se transmite de generación en generación la costumbre de bañarlos todos los días apenas el muñón del cordón umbilical del bebé se seca y se cae.

El pediatra Federico Caillou no está a favor de que los padres bañen todos los días a sus hijos. Mucho menos que sean higienizados bajo la ducha. “En los bebés, tiene que ser un baño de inmersión. Y lo ideal es que no dure más de 3 o 5 minutos. Con dos o tres veces a la semana está bien para cuidar la función esencial que tiene la piel como barrera para evitar infecciones”, insiste el médico.

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