En el negocio del fútbol, por un lado, y la realidad del país, por otro

En el negocio del fútbol, por un lado, y la realidad del país, por otro

Una vez más, el comercio del fútbol demuestra que no existen situaciones delicadas que sean más importantes que continuar una competencia. “Se está perdiendo mucha plata”; “es un gran mercado”; “no se puede parar más tiempo”; “hay muchos compromisos”. En un momento en el que el país vuelve a pasar su estado más delicado -en lo que se refiere a la pandemia y todas sus consecuencias-, la Selección llega para retomar las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial de Qatar y quizá ¿darle un poco de alegría o esparcimiento a los argentinos?

Teniendo en cuenta que se aplicaron restricciones más duras; que los chicos siguen perdiendo clases presenciales en las escuelas; que millones están esperando la fecha en la que podrán vacunarse y otros miles, la cita para darse la segunda dosis que aún no llega; que la mayoría de los sectores están totalmente vapuleados por no poder trabajar con normalidad y que hay muchos que hace más de un año no trabajan; que a pesar de que una minoría pudiente viaja a Miami para vacunarse, al resto se le hace cada vez más difícil llegar a fin de mes; que los hospitales están llegando al tope de su capacidad y que el personal de salud ya ¡no da más! Muchos argentinos no coinciden con la reactivación de los partidos y la continuidad del fútbol como si nada ocurriese. Obviamente, como siempre en esta polémica y sin pensar en todo lo mencionado, la respuesta de muchos otros es: “no puede no haber fútbol”, ¿por qué?: “porque no puede no haber fútbol”. OK.

En este marco, un grupo de padres unidos de Buenos Aires logró exponer y plasmar en carteles su descontento, para llamar la atención de los medios. Durante los entrenamientos del plantel nacional, colocaron en las afueras del predio de la AFA, algunas pancartas expresando que si hay fútbol, por lo menos les permitan a sus hijos volver a las aulas. Estos padres autoconvocados aclararon que no estaban pidiendo la suspensión, sino el apoyo de sus ídolos para que su reclamo se cumpla: “ayúdenos con nuestro pedido genuino para que los chicos tengan un futuro. La escuela es la identidad y lugar de pertenencia”.

Cae de maduro aclarar que entendemos que el fútbol no es el problema; que sabemos que el hecho de que no haya partidos, no quiere decir que terminará la pandemia o que más vacunas van a llegar. La pregunta es, una vez más ¿hasta donde llega el negocio?; ¿es realmente necesario retomarlo ahora?; ¿hasta dónde son válidas las restricciones y el esfuerzo, cuando las autoridades dedican días/semanas/meses a organizar un campeonato deportivo mientras el pico de muertes y contagios no parece terminar y la situación en Argentina cada vez es más delicada?

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