“Tuve que volver a aprender a respirar”

“Tuve que volver a aprender a respirar”

El conductor de la mañana de TN Sergio Lapegüe estuvo 21 días internado en terapia intensiva con un cuadro agudo de covid-19. En su segundo libro “Parar”, relata la experiencia.

LAPEGÜE robado. Los ladrones aprovecharon su ausencia, para vaciarle la casa. LAPEGÜE robado. Los ladrones aprovecharon su ausencia, para vaciarle la casa. ARCHIVO

En 2019 ya había sentido el peso de la vorágine cotidiana, de estar 10 horas al aire entre la TV y la radio, conducciones de eventos, charlas y demás actividades solidarias a las que lo invitaban a participar. Sergio Lapegüe pensó así en avanzar en un segundo libro, relatando su experiencia sobre lo difícil que le resultaba parar un poco el tren bala en el que estaba subido.

Así, en 2020, con las ventajas de poder trabajar unas horas en casa y ahorrar el tiempo de traslado al trabajo avanzó en la escritura de “Parar. Tocar fondo, resetear y volver a empezar”. Antes de lanzarlo debieron internarlo en terapia intensiva por un agudo cuadro de covid-19. Esos 21 días que lo “obligaron a parar” fueron relatados en primera persona al final del libro en el epílogo “se acabaron las excusas” y en un documental de 16 minutos que se encuentra en las plataformas del canal Todo Noticias.

El periodista, uno de los encargados de federalizar la señal en la cual trabaja cuando condujo el popular programa “Prende y apaga”, tuvo que utilizar el dispositivo “helmet”. Era imprescindible que lo soportara porque iba a ser importante en su evolución, relataron los médicos. A medida que avanzaron los días y con el uso continuo del dispositivo que no le permitía comer ni beber durante largas horas, fue saliendo.

- ¿Cómo te contagiaste?

Me contagié en mi casa, un amigo vino a devolverme la guitarra de mi banda de Lapeband. Yo no iba a comer, no salía, tengo asma y me cuidé mucho desde el primer momento. Soy muy deportista, de ir al gimnasio y correr y eso me ayudó. Los médicos me dijeron que estuve a punto de estar intubado. A un enfermero le pedí por favor que me duerma, no daba más del cansancio como si hubiese corrido una maratón de 41 kilómetros y siguieras corriendo. Así estaba, con una sensación de agitación permanente, sumado a los 11 días de fiebre de 39 grados.

Me salvó el apoyo de la familia, los amigos y la gente. Mi mujer me contaba lo que iba pasando en la TV y en las redes. Yo no veía nada pero me enteré que me hacían reiki a la distancia, pasaban por el hospital a dejarme estampitas, hacían cadenas de oraciones. Es muy fuerte eso. Yo solo pensaba en salir. Un día que estaba desahuciado la jefa de enfermería entró me vio mal y comenzó a abrir las ventanas. En un momento se fue y pensé: otra vez me quedo solo. Volvió con una fuente de hielo para bajarme la fiebre. Estuvo una hora conmigo. Si eso no es amor, ¿qué es? Ahí me largué a llorar porque me di cuenta de que necesitaba afecto. Nadie te toca ahí en terapia, la familia no puede ir para no contagiarse, hay que tener mucha fortaleza. El virus me pegó fuerte, fue como pelear con Mike Tyson en un ring, salvo que tengas inteligencia, y la cabeza me salvó.

-La covid-19 te obligó a parar…

Yo escribí que hay que bajar un cambio, parar, frenar, mirar el camino recorrido, no hacer todo. Yo siempre quise un día de 28 horas y mi esposa me decía: “¿y si hacés menos cosas?” Tengo un problema porque no sé decir que no… hasta que el “no” me lo impuso el virus.

- ¿Cómo lo ves ahora, a tres meses de tu recuperación?

Realmente fue devastador física y mentalmente. Fue tremendo darme cuenta, mientras estaba en terapia intensiva, que me podía morir, que somos efímeros. Me pasó la vida por encima. Tengo 56 años y pensaba: “¿Y si me tengo que ir ahora?”. Me quedaban muchas cosas por hacer: viajar, disfrutar más a mi familia, a mis hijos. ¡No me quería ir! Y me di cuenta de que tenía que parar de verdad porque si no te para el físico. Tu propio físico te da una señal y a mí me la dio.

- ¿Y pudiste parar?

No, volví a trabajar. Hoy cumplo tres meses de vida desde que salí con el alta del hospital pero después tuve una rehabilitación de un mes y medio en donde tuve que aprender a respirar. El virus te ataca el pulmón hasta que lo cierra, no podés respirar, necesitás oxígeno para poder hacerlo. Cuando volví a casa tuve que hacer todo despacio, tranquilo. No podía agitarme. Me costaba hasta bañarme, el movimiento de enjabonarte con los brazos hacía que me agite.

El médico me decía que era normal y que todo se iba a ir componiendo de a poco. Yo quería recuperarme rápido y no quiero volver a vivir lo que viví. La pasé muy mal, toqué fondo.

- Y hoy, ¿cómo te sentís?

Gracias a Dios me siento feliz de estar bien y estoy trabajando en el cambio. Estoy en esa búsqueda y aprovechando todas las herramientas que salen a mi encuentro: haciendo reflexología, meditación -mi hija Micaela me lleva por ese camino-; estoy yendo a terapia y buscando un equilibrio.

He consultado hasta un astrólogo que me explicó que el cambio se va a producir con el tiempo, de a poco porque el cambio es un proceso doloroso, dejar algo es doloroso. Tengo mis brazos ocupados con un montón de bolsos y tengo que dejar algunos bolsos para sentirme más libre. Ese es mi objetivo: la libertad y aprender a poner límites.

- ¿Cómo vivís tu cambio personal y profesional desde tu primer libro, “Prende el optimismo”?

El primer libro fue producto de la fama que estaba teniendo con el programa “Prende y apaga de TN” que duró cuatro temporadas y se emitía los viernes a las 23.30. En mi primer libro escribí un poco lo que decíamos en el programa: hablaba de la felicidad, de la suerte -yo no creo que exista- de que hay que salir a buscar las oportunidades. Yo pude cumplir un montón de sueños después de ese libro.

Y este segundo libro es también muy visceral. No es un libro de autoayuda porque te cuento mi experiencia, que puede ser la tuya también: lo escribí para decirte que a veces está bueno parar, ir con tu auto que es tu cuerpo a boxes, hacer arreglos y seguir avanzando. En este libro te muestro mis debilidades, no mis éxitos, que soy una persona como cualquiera con los mismos problemas, solo que soy conocido porque informo a la gente a través de la TV y la radio.

Cuando lo volví a leer después la internación, me shockeó porque dije: “qué loco es todo esto, escribí que no puedo parar y el virus me paró”. Son señales que nos da la vida y creo que no vuelven a pasar, entonces tal vez sea momento de parar de verdad, de aprender a disfrutar de los momentos irrepetibles de la vida. Yo no quiero volver a estar internado. Mi mensaje es: “señores, hay que cuidarse, ninguno está exento del contagio”.

Temas Coronavirus
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios