Fútbol: en la iniciación deportiva de los más pequeños, el avión y la pelota deben convivir

Fútbol: en la iniciación deportiva de los más pequeños, el avión y la pelota deben convivir

INTENSOS. Apostados al costado de la cancha, los padres a veces no son conscientes de la presión que ejercen en los niños.  INTENSOS. Apostados al costado de la cancha, los padres a veces no son conscientes de la presión que ejercen en los niños.
10 Mayo 2021

Mañana de sábado, sol a pleno. Cancha de fútbol 5 repleta de niños y niñas. Pasa una avioneta desde la que se emite una propaganda. No importa sobre qué pero, sumado al siempre llamativo sonido de una nave aérea, la publicidad del aire es lo suficientemente atractiva para que uno de los pequeños jugadores se desentienda absolutamente del juego. La pelota le pasa al lado mientras él mira hacia el cielo, intentando estirar el cuello lo más posible; parece que quiere llegar hasta ahí arriba.

Tanta es la concentración en el cielo, que en la tierra no escucha lo que le dice alguien. O con más precisión, el alarido de la indicación. “Concentráaaate, jugáaaaa”, gritó un hombre, agitando las manos. El furioso pedido es de su padre. De esas, hay varias situaciones en las actividades deportivas en edad temprana.

Padres y madres ejercen, quizás sin saberlo, una presión que no ayuda en nada a sus hijos. A ese papá le vendría bien conocer lo que establece el psicólogo español, Ignacio García Giménez, con respecto a las variantes de presiones. El integrante de UPAD Psicología y Coaching de Madrid afirma que la presión no tiene porqué ser perjudicial, puede ser positiva, pero siempre y cuando motive y provoque ambición para lograr los objetivos. Incluso afirma que experimentar algo de presión puede lograr el máximo rendimiento posible.

Siguiendo con el episodio de “el papá del alarido”, además de lo que cuenta el psicólogo, el padre debería tener en cuenta que su hijo está en una etapa de conocimiento, no sólo del deporte que está practicando, sino del mundo y de la vida en general. El avión puede ser que, a unos siete años, llame mucho más la atención que la pelota por la que van detrás otros pares.

Papá debería ahogar un poco las emociones y controlar sus deseos de tener un atleta, antes que un niño conociendo el deporte, que es lo que realmente es su hijo. El respeto por los deseos cronológicos de los pequeños también forman parte del futuro deportivo que puede concretarse, como así también puede que no. Respetar -y confiar- en el trabajo de quienes coordinan y están a cargo de esos grupos de iniciación es otro punto a entender por los padres. Los profesores tienen la pedagogía para contener a los niños, no a los padres. Todavía, al menos, no está en los libros, pero sí, obligadamente, la improvisan.

Por lo pronto, es mejor comprender que, el momento justo para que el avión y la pelota convivan, es en los primeros años del niño. Es en esa edad cuando el deporte, en su variedad y no en una forma particular que sea del gusto de otra persona, debe presentarse ante ellos como una opción despojada de toda presión.

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