Cultura de la imagen vs trastornos alimenticios

Cultura de la imagen vs trastornos alimenticios

Cómo hablar de este problema. Especialistas recomiendan aconsejar con tacto y acompañara quienes padezcan estas afecciones.

PERCEPCIÓN ERRÓNEA. Es busca del ideal, se distorsiona la imagen. PERCEPCIÓN ERRÓNEA. Es busca del ideal, se distorsiona la imagen. INFOSALUD

Derribar los modelos de belleza construidos es difícil y, los jóvenes, con dificultades para aceptarse, se ven casi obligados a amoldarse a esas supuestas exigencias para poder encajar: horas de gimnasio y dietas se convierten en la religión de muchos tucumanos. ¿Qué pasa cuándo esta presión social lleva a trastornos de alimentación?

En este contexto, en el que las redes sociales también juegan un papel importante, difundiendo estos modelos, se hace imprescindible saber cómo hablar de trastornos alimenticios. Los más conocidos son la bulimia y la anorexia, pero también hay otros. Estar preparado y alerta para ayudar al otro hoy es clave.

“Esta es una época muy signada por la imagen, además de que se promueve un ideal corporal, que es el del cuerpo delgado y atlético”, reflexiona la psicóloga María Florencia Nadal.

“Los alimenticios son trastornos de la autoimagen, que tienen que ver con la afectividad, la autoestima y la historia personal. Repercuten y tienen consecuencias en lo físico, pero comienzan en la mente”, expresa Paola Varela Ituarte, psicóloga y terapeuta gestáltica. “La emoción que hay debajo es la de un autorrechazo muy fuerte, que tiene sus orígenes en la vida familiar. Tiene que ver con un mundo emocional que no se resuelve”, añade.

Ahora bien, para que estos trastornos se despierten, tiene que haber una predisposición, según explica la también psicóloga Cirene Beatriz Rueda. “Tengo que tener una distorsión inconsciente de mi imagen corporal, tengo que tener un problema de vínculos intrafamiliares”, asegura. “El problema es que las redes sociales dosifican la información y crean una tendencia. Y si a eso le sumamos las características personales, un discurso social contradictorio, que te dice por un lado ‘con mi cuerpo no te metás’ y por el otro (hay) un grupo que va todo el tiempo a lo fitness, la persona colapsa”, advierte.

“Hace más de 20 años que en la sociedad hay un mandato social muy fuerte: la imagen del éxito a través de la belleza y de un cuerpo esculpido -comenta Varela Ituarte-. Eso se agrava por la influencia de los medios de comunicación. Los adolescentes buscan identificarse con el grupo de pares y empiezan estos trastornos. Puede ser que estén contenidos emocionalmente y que de niños no hayan sufrido problemas de imagen o con la comida, sin embargo, llegan a la adolescencia y sienten que no encajan si no tienen determinado cuerpo o hacen determinado deporte. Los chicos crecen creyendo que son máquinas físicas”, asegura.

Reconocimiento

“La gravedad de estos fenómenos está en relación a lo mudo, es decir, que pertenecen a la vertiente del acto. Constituye un síndrome en donde el esquema corporal está alterado, y no se perciben de acuerdo con la realidad”, explica Nada.

La especialista cuenta que estos actos son compulsivos y que tienen que ver con lo que los expertos llaman “pulsión de muerte”. “Es decir que implica una gravedad y un abordaje médico y psicológico. Digamos que va más allá de seguir una dieta, es una situación en la que no comer se vuelve un imperativo incontrolable”, acota.

Varela Ituarte comenta que los signos de alerta suelen ser muy visibles. “Quien está desarrollando, por ejemplo, una anorexia, pierde muchísimo peso, tiende a negarse a comer ciertos alimentos, está constantemente pendiente de las calorías, pesa la comida, elige según en qué se degrada cada alimento, si se va a transformar en azúcar, en proteína o en grasa. Se excede en el ejercicio físico y hasta se puede hacer adicto”, detalla.

Cirene Rueda recomienda estar atento a los cambios de comportamiento de un ser querido, como los enunciados anteriormente. Estar atentos -dice- es abrir la puerta, y darle oportunidad al diálogo.

Hablar del tema

Las tres especialistas coinciden en que lo más importante es hablar con ese ser querido que tiene un trastorno de alimentación.

“Cuando hablamos de alguien con un real problema, es importante poder ayudarlo a expresarse, acompañarlo a hacer el tratamiento o ser una red de contención, para que (quienes sufren esto) pueda trabajar estas cuestiones y superar la situación”, aconseja Nadal. “Ir por el lado de la palabra me parece una cuestión importante para que los jóvenes se sientan respaldados”, agrega.

“Lo mejor es acompañar, no ir al reto o al enojo, sino introduciendo el tema de a poco. Las personas que sufren esta problemática son reacias a los argumentos, tienden a ocultar. La idea fundamental es acompañar, diciendo, por ejemplo, ‘mirá hay cosas que yo me he dado cuenta, pero no sé como decírtelas, no te veo bien, ¿te sentís bien? ¿te sentís cómodo con tu cuerpo?’. Se trata de ir indagando, no de golpe”, indica Cirene Rueda. Si lo que se busca es no ser invasivo, es importante empezar con uno mismo y preguntarse: ¿Cómo puedo acercarme al otro? “Quizá desde un lugar de espejo, hablando de mí, sin llegar a poner ese dedo juzgador donde se entienda que el otro está haciendo algo mal”, reflexiona.

Varela Ituarte afirma que hoy la brecha tecnológica aleja mucho a los jóvenes de sus padres. “No encuentran cómo comunicarse o cómo compartir con ellos, y los adultos se alejan también; se alejan de la posibilidad de conocer su mundo y sus expectativas, sus emociones, qué cosas no superaron”, subraya. “Si el adolescente pierde el diálogo con los adultos de su entorno, es seguramente por enojo y por sentimientos no resueltos y heridas de la infancia. Si queremos prevenir cualquier clase de trastorno emocional o mental, tenemos que tratar con respeto, amor y presencia a nuestros hijos”, concluye.

Mujeres, las más afectadas    

“El tema de la belleza es una condena para las mujeres”, afirma la psicóloga María Florencia Nadal. “Estos trastornos de alimentación y otros padecimientos y angustias que tienen los jóvenes tienen que ver con lugares ofrecidos socialmente. A todos nos va a venir bien que, de repente, no haya que ser obligatoriamente bello. Aparte, es una belleza impuesta desde un ideal social, que no tiene que ver con lo que realmente atrae o enamora del sujeto que interesa”, asegura.

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