Se hace camino al andar

“La voracidad del político a nosotros nos ha destruido. Nos ha hecho perder años que no se recuperan. Ese es el tema: la falta de decisión política, la falta de formación de los políticos. No estoy hablando mal: es una realidad”.

Esta fue la respuesta del urbanista y ex subsecretario de Obras Públicas de la capital tucumana, Luis Lobo Chaklián.

El periodista Federico van Mameren le había preguntado por qué la ciudad está tan mal. Fue durante una entrevista en el primer programa de un nuevo ciclo de “La Otra Pregunta”, que se emite los martes, a las 21, por LAGACETA.com, Canal 11 de CCC, CCC Go, y las plataformas de Facebook y Youtube del diario.

Durante el programa se planteó un diálogo interesantísimo entre ambos, sobre todo para los amantes del urbanismo, la historia de la ciudad y las políticas públicas. Para quienes no pudieron verlo, está disponible en la versión digital del diario y en nuestras redes sociales.

Lobo Chaklián, quien estuvo 17 años en la función pública, contó por primera vez por qué renunció al cargo en noviembre pasado.

“En planificación no podés saltearte etapas, y cuando hablé con el secretario me planteó otros tiempos; y en planificación se hace lo que se debe”, contestó. En otras palabras, la intendencia le exigió que apresure algunas de las obras programadas y él no estuvo de acuerdo.

Lobo Chaklián elogió los desarrollos urbanísticos pujantes de ciudades como Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza y Salta. En cambio, fue muy duro con las últimas gestiones tucumanas.

“Hoy estamos padeciendo las decisiones políticas que en su momento no se tomaron”, afirmó.

“Si yo pavimento hoy una calle, es una obra que servirá a partir de ahora, pero no recupero todos los años que esa calle no tuvo pavimento”.

Transporte público

El arquitecto reveló que con su equipo técnico, al que definió de “fantástico”, elaboraron más de 800 proyectos urbanísticos, y que de ellos más de 40 están terminados, listos para ejecutarse. “Ahí está la decisión política que falta”, reiteró.

Por ejemplo, lamentó que desde hace siete años la ciudad cuente con un plan de transporte público, con metrobuses y carriles exclusivos para ómnibus y que no se implemente, realizado por la consultora IVR, especializada en planificación de transporte y movilidad.

“En todos esos proyectos que están terminados, ¿cuál es el centro que imaginó Lobo Chaklián?”, preguntó van Mameren. “En un centro que le dé prioridad al peatón y al transporte público”, contestó.

A lo que el periodista apuntó: “yo no quiero ómnibus en el centro”.

Entonces el urbanista explicó: “Sí puede haber ómnibus en el centro, pero la gente se resiste a que yo la saque dos cuadras de donde tiene la parada. Podríamos tener perfectamente una parada cada tres cuadras en vez de cada cuadra de por medio. Así podríamos tener una velocidad de tránsito mucho mayor”.

El reordenamiento de las paradas y de los recorridos de los colectivos es parte de lo que plantea el proyecto que concluyó IRV.

También en avanzar para hacer una ciudad más habitable, más sustentable, para el caminante.

Lobo Chaklián ponderó las peatonales de Barcelona, que son muy amplias, bien equipadas con todo tipo de servicios y que le proporcionaron un gran desarrollo comercial a esos sectores. Y más acá, también elogió el plan urbanístico de Salta, que inició Juan Carlos Romero, en 1995, y tuvo meticulosa continuidad (técnica) durante las siguientes siete gestiones de gobierno, tanto municipales como provinciales.

“Con nuestras peatonales nos quedamos cortos, creo que deberíamos haber colocado más elementos de toldo, por una cuestión climática”, admitió el ex funcionario, en referencia a las remodelaciones que se hicieron en las peatonales Mendoza y Muñecas.

Plan estratégico

Algo que no mencionó el arquitecto en el reportaje, que él no desconoce porque fue consultor en este trabajo, es que la ciudad capital cuenta con un “Plan Estratégico Urbano Territorial”, publicado en 2006 (era intendente Domingo Amaya) que duerme en algún armario municipal.

Es un proyecto muy profundo, multidisciplinario, donde en 163 páginas se abordan los principales problemas de la ciudad y las consiguientes posibles soluciones.

Fue realizado por un equipo técnico de 24 expertos, con la colaboración de más de 250 especialistas, de todas las disciplinas, del municipio y del área metropolitana, el gobierno, las universidades, las empresas de servicios, públicas y privadas, otras empresas importantes, estudios de arquitectura, ingenieros, abogados, y varios urbanistas destacados.

Allí se plantean problemas de transporte y movilidad, mejoras en los servicios públicos, urbanización y desarrollo de barrios postergados, la recuperación del río Salí y de los canales, nuevos espacios verdes, recuperación de la red ferroviaria para transporte urbano e interurbano, entre otra decena de aspectos clave, la mayoría graves o esenciales, no sólo de la capital sino articulados con toda el área metropolitana, que incluye a siete municipios y a diez comunas.

La política, como se lamentó el arquitecto, siempre tiene otras prioridades, y no son las de la gente.

¿Cómo nos movemos?

Ahora vamos a disentir con Lobo Chaklián, por supuesto sin poner en tela de juicio su idoneidad y su experiencia.

Cuando Van Mameren le preguntó por qué la ciudad no avanzaba con las ciclovías, como hicieron muchas ciudades importantes en el país y en el mundo, el entrevistado respondió: “La propuesta de la empresa IRV nos decía cómo se mueven los tucumanos, también con una visión hacia el área metropolitana. Nos decía que el 36% se mueve en ómnibus, el 22% caminando, el 18% en auto, el 14% en moto, un 4% en taxi, y sólo el 3% en bicicleta. Para eso están los números, para planificar”.

En primer lugar, el estudio de IRV tiene siete años. En 2019, según datos del subsecretario de Tránsito, Enrique Romero, el porcentaje de ciclistas urbanos de la capital ya era del 5%, mientras que el promedio nacional ese año era del 8,5%, empujado en parte por ciudades como Buenos Aires y Rosario, que cuentan con extensas redes para bicis.

Según Google Maps, cuya precisión de datos no tiene nadie, sobre todo por el volumen de información que maneja, durante la pandemia (2020) el uso de la bicicleta como medio de transporte diario aumentó en Argentina un 83% respecto de 2019. A su vez, el uso del transporte público cayó el 53% el año pasado.

En CABA, el crecimiento de ciclistas en ese mismo período fue del 114%, según el gobierno.

En Tucumán no hay cifras oficiales, pero aún si el aumento fuera sólo la mitad del promedio nacional ya sería muchísimo.

Pocos saben que en Tucumán, antes de la pandemia, circulaban la misma cantidad de bicis que de camiones.

En segundo lugar, y tomando sólo las estadísticas del IRV, de hace siete años, la cantidad de personas que viajan en taxi es apenas superior a la de ciclistas. ¿Por qué ese transporte, con tan baja usabilidad, es amo y señor de todo el centro?

Y hoy, con las cifras actuales, sin temor a equivocarnos, el número de ciclistas debe triplicar o cuadriplicar al de pasajeros de taxis. Sin embargo, no reciben el mismo trato por parte de la ciudad.

Además, los peatones (el 22% hace siete años, hoy seguro más) superan por seis veces a la cantidad de gente que se mueve en taxi. El centro debería ser de ellos, no sólo por cantidad, sino porque no contaminan, no hacen ruido, y es gratis y más saludable.

Los peatones duplican a la cantidad de gente que anda en moto. Sin embargo, de nuevo, la ciudad acoge a las ruidosas y peligrosas motos y expulsa a los caminantes.

Las semipeatonales son un buen comienzo, pero como dijimos varias veces, por ahora son insuficientes.

De paso, como ciclistas le aclaramos a quienes opinan lo contrario, quizás sin saber, que las semipeatonales son perfectas para las bicicletas. Al no haber autos estacionados ni dobles filas, siempre queda medio carril para circular más seguros. El problema es que son unas pocas cuadras.

Una contradicción

Por último, vamos a rebatir a Lobo Chaklián con su propio argumento.

Durante la entrevista, que recomendamos ver, contó la siguiente anécdota: “Cuando asume Amaya, me pregunta si la ciudad era viable y le respondo que sí. Entonces dice ¿cuál sería el cambio más fuerte que tenemos que hacer?, y le digo empecemos por el número diez, por Maradona. Y ¿cuál es el Maradona nuestro? La Casa Histórica.

Ya teníamos un proyecto para ensanchar las veredas en esa cuadra. Por ahí pasaban ómnibus, pasaba de todo. Entonces, como obsesivo que era me voy a ver cómo íbamos a trabajar ese espacio. Me paraba aquí, me paraba allá y la veía. En un momento, apoyado en la parada del 6, frente a la Casa Histórica, me puse a pensar en los congresales. Mi duda estaba, o la hago peatonal entera o la hago con las veredas más anchas, pero con circulación. Después voy a visitar a mi viejo (el encumbrado artista Luis Lobo de la Vega), que estaba leyendo, como siempre, un libro de pintura. Entonces, le pregunto, ¿alguna vez se te ocurrió sentarte frente a la Casa Histórica a pensar cómo fue la gesta de los congresales? Y me responde que no. Entonces le digo ¿por qué? Y me dice, porque no hay dónde sentarse (se ríe). Me dije, es algo tan simple lo que dice, que ya está, vamos con las peatonales. En ese momento iban 96.000 personas por año a visitar la Casa Histórica y cuando terminamos las peatonales ya iban 400.000”.

Lo que cuenta Lobo Chaklián es el mismo argumento que esgrimen los urbanistas que impulsan las ciclovías, y que ya se demostró en todo el mundo: cuantas más ciclovías y condiciones de seguridad existan, más ciclistas habrá.

Lo mismo que las peatonales o las veredas más anchas incentivan al caminante. ¿Quién disfruta caminar por las vereditas angostas, atestadas y peligrosas -muchos terminan bajando a la calzada- de calle Maipú? Nadie.

¿Por qué no te sentaste a pensar en los congresales? Porque no hay dónde sentarse. La simpleza de los sabios, como fue el maestro “Lobito”.

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