Las plataformas de música ahora van por los oídos más exigentes

Las plataformas de música ahora van por los oídos más exigentes

Tidal Tidal

Los amantes del vinilo suelen disfrutar de varios tintes analógicos que obliga la práctica de poner un disco en una bandeja. El olor, el tacto y hasta el sonido áspero que a veces devuelve este formato hacen de la escucha un ritual. Sin embargo, el streaming no sabe de romanticismos pero sus protagonistas prometen una batalla para enamorar a los audiófilos.

Hace pocos días, uno de los directivos y cofundadores de Twitter compró la mayoría accionaria de una aplicación llamada Tidal por casi 300 millones de dólares. Se trata de un servicio de reproducción que se destaca por ofrecer música en la misma calidad que disponíamos en los CDs, es decir, con muy baja pérdida de calidad en el sonido.

Actualmente, servicios como Spotify tienen que ceder definición en el audio para transmitir datos en alta velocidad y hay que decir que esta estrategia no fue para nada fallida: el servicio más popular del mundo cuenta con 155 millones de usuarios premium, es decir, personas que pagan por estar suscritos. Tidal, en cambio, cuenta con 1 millón de usuarios pagos.

¿Cómo es el servicio de Tidal? En primer lugar es más caro que Spotify. Si se quiere acceder a las canciones con formato “master”, de máxima calidad, hay que pagar 20 dólares mensuales. La plataforma es muy parecida a las que ya conocemos y cuenta con un catálogo de artistas un poco más reducido que Apple Music, Youtube Music o el propio Spotify. Sin embargo, sí existe un diferencial en el sonido. Se aprecian más los matices de las canciones, sus instrumentos y variaciones de volumen. En síntesis, uno escucha un audio más fiel al que fue pensado por el músico o productor de dicha canción. Eso sí, para disfrutar de la diferencia hay que tener un buen equipo de música o unos auriculares decentes.

A pesar de que la propuesta de Tidal pareciera ser solo de nicho, Spotify no quiere perderse de un negocio para los más exigentes. A finales de febrero, la empresa presentó su versión “hi-fi”, elevando parte de su catálogo a la calidad de CD.

Lejos de estar en crisis como muchos auguran, la industria de la música encontró en este tipo de plataformas su reinvención. A finales de los noventa, la digitalización y la distribución gratuita de canciones por internet había puesto en jaque a discográficas y veinte años más tarde, con pandemia de por medio, el streaming representó el 83% de los ingresos de dicho sector en 2020. De hecho, en el último año los ingresos aumentaron casi un 10% y según la Recording Industry Association of America (RIAA), los meses de la cuarentena marcaron el quinto año consecutivo de crecimiento, impulsado por la música digital. Solo Spotify y Apple Music aportaron un total de 7.000 millones de dólares.

No hay dudas entonces que discográficas, productoras y plataformas tienen todavía oxígeno para jugar un partido que ahora apostará por los oídos más exquisitos. Pero su verdadero crecimiento seguirá basado en el volumen y el poder de los algoritmos de recomendar a los artistas más escuchados. La pregunta es qué pasará con los músicos emergentes, esa generación de artistas que no vivió los dulces tiempos del formato físico pero que hoy cuenta con mayores canales de distribución. Paradoja no menor la de los millones dólares de un nuevo modelo de negocios, audiencias que no paran de crecer y creadores que no encuentran rentable su trabajo. Según la agencia Digital Surfers, Spotify paga 0,0032 euros por reproducción, mientras que Apple Music paga 0,0062 euros.

Desigualdad en alta fidelidad o creatividad con pérdida de resolución. Los gigantes no saben de contradicciones. La batalla del streaming recién comienza y habrá que ver qué hacen los creadores: jugar al camaleón, adaptándose a la lógica de los datos, o bien explorar un nuevo modelo que tenga como horizonte una verdadera renovación cultural.

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