El crimen de Paulina Lebbos: cuando la droga metió la cola en el debate oral

El crimen de Paulina Lebbos: cuando la droga metió la cola en el debate oral

MEDIDA ESCLARECEDORA. La testigo protegida (de espaldas) se mostró más categórica durante el careo con su empleadora Macarena Bordato, que terminó acusada por falso testimonio. MEDIDA ESCLARECEDORA. La testigo protegida (de espaldas) se mostró más categórica durante el careo con su empleadora Macarena Bordato, que terminó acusada por falso testimonio.

Quienes se especializan en investigar causas vinculadas con el narcotráfico señalan que el secreto del éxito es analizar la mayor cantidad posible de líneas para dar con el o los cerebros de una organización delictiva. Por ese motivo, cuando desbaratan una banda muestran un esquema confeccionado con las caras de sus integrantes, unidos por flechas que van y vienen de un lado a otro. Esto sucedió en el marco de la causa por el femicidio de Paulina Lebbos, ya que también aparece una línea vinculada al tráfico de drogas.

Todo comenzó con la declaración de la empleada doméstica M.K.C, de 41 años (se resguarda su identidad porque el tribunal decidió protegerla como testigo). Ella estaba espantada. Seguía sin entender por qué la habían citado a declarar en el juicio por el crimen de una mujer a la que nunca había visto. Una joven que había ido a bailar a un lugar que ella jamás había sentido nombrar. Una chica a la que había detectado en la TV sólo porque su padre la buscaba desesperadamente... 13 años antes. A M.K.C., oriunda de El Siambón, se la vio abrumada frente a tantos hombres de saco y corbata.

EN APUROS. La secretaria de Derechos Humanos Érica Brunotto debió presentarse a dar explicaciones durante el debate. EN APUROS. La secretaria de Derechos Humanos Érica Brunotto debió presentarse a dar explicaciones durante el debate.

El fiscal de cámara Carlos Saltor y su par de instrucción Diego López Ávila comenzaron a interrogarla:

- López Ávila: ¿usted conoce a Virginia Mercado, a Jimena Mercado y a Giselle Rennis?

- No.

- Saltor: ¿a Walter “Chichilo” Acevedo y a José Luis Gómez?

- No.

- Saltor: ¿la línea del celular con el número… es suya?

- No.

- López Ávila (con tono de poca paciencia): usted ha prestado juramento para decir la verdad….

- Yo digo la verdad (respondió molesta).

- López Ávila: ¿nunca estuvo en un juicio o frente a un juez? ¿Nunca le explicaron los problemas que podría tener?

- Sí. Una vez me llevaron a ver a otro señor que me hizo preguntas por lo mismo. Me decían si yo usaba ese celular para hablar con un hombre al que no conocía.

- Saltor: ¿recuerda por qué causa era?

- No, la verdad que no… Era en otro lugar, creo que por aquí cerca. No conozco el centro doctor, entiéndame (con tono de súplica).

- López Ávila: si no conoce el centro, ¿cómo hizo para llegar hasta ese lugar?

- Me llevó mi patrona. Ella fue la que me buscó con otra persona que estaba vestida de traje y creo yo que era un abogado. Él me acompaño cuando me hicieron preguntas.

- Saltor: señora, le pedimos que haga un esfuerzo y recuerde qué declaró en esa oportunidad…

- Me mostraron una foto de un hombre que estaba parado delante de una camioneta muy grande y que tenía un sombrero puesto. No sabía quién era. Después creo que era un hombre al que buscaban por llevar y traer drogas. Les dije también que ese teléfono no era mío.

- López Ávila: ¿por qué cree usted que la vinculan con ese teléfono?

- La verdad que no sé. Una vez mi patrona me llevó a Isy (sic) -se refería al shopping El Portal- para que comprara un celular. Puse mi nombre y llevé mi documento y ella se quedó con el aparato.

- Saltor: ¿quién es su patrona?

- Macarena Bordato, ella es conocida. (Es la mujer que aparece en un video viralizado insultando al personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria en el aeropuerto Benjamín Matienzo).

Con esta sencilla pero creíble declaración se instalaba en el juicio por la desaparición y el crimen de Paulina Lebbos la llamada línea narco. Pero por falta de más datos no se pudo avanzar. El tribunal, integrado por los jueces Carlos Caramuti, Rafael Macoritto y Dante Ibáñez, no logró sumar más indicios que les permitieran remitir copias a la Justicia Federal para que se iniciara una investigación.

¿TESTIGO O MODELO? El remisero           César Nieva se  robó las miradas cuando ingresó a declarar. ¿TESTIGO O MODELO? El remisero César Nieva se robó las miradas cuando ingresó a declarar.

Contacto Aguaray

Virginia Mercado, la amiga más cercana de Paulina que pasó de ser testigo clave a sospechosa, es oriunda de Aguaray, localidad salteña que limita con Bolivia. Aunque no es la más conocida ni la más usada, es una de las tantas puertas de acceso de la cocaína al país. Mercado, sospechada de encubrimiento, negó haberse comunicado con M.K.C. (o en realidad con Bordato si se tiene en cuenta su declaración) ni con “Chichilo” Acevedo, uno de los miembros más importantes del clan Acevedo, sospechado de dirigir una red de narcomenudeo en diferentes barrios de la capital. Pero los informes telefónicos fueron contundentes: su celular tuvo algún tipo de comunicación con todos los mencionados después de la muerte de Paulina. ¿Por qué habló con ellos? Es un interrogante que sigue sin responderse.

A todas las partes les llamó la atención otro detalle que surgió a partir de los testimonios del denominado Grupo del Abasto, es decir los jóvenes que fueron a bailar la noche del crimen. Ante el tribunal, la mayoría de ellos destacó que Paulina era ajena al grupo y que sólo estuvo con ellos porque Mercado la había invitado. Y justamente Mercado, su hermana Jimena y Rennis habrían mantenido comunicación telefónica con el celular que sería de Bordato. Inclusive esas charlas se produjeron meses después de que Paulina fuera asesinada.

“Lo único que puedo decir es que ella quería ir a bailar, como cualquier chica de su edad. También pienso que las Mercado no dijeron todo lo que saben. Pero no lo hacen porque están amenazadas desde hace mucho tiempo”, conjeturó Alberto Lebbos en esos días. ¿Cree que Paulina pudo haber visto o escuchado algo que no debía y por eso fue asesinada?, se le preguntó al padre de la joven. “A esta altura no podemos descartar nada. De todas maneras, hay que esperar porque pueden surgir más novedades”, respondió.

Certezas

Más allá de las dudas, la aparición de la testigo clave trajo otras certezas. Mercado siempre dijo que no conocía a César Soto, la pareja de Paulina, pero quedó comprobado que él la había llamado en enero de 2006 -semanas antes del crimen- cuando estaba en Aguaray. Soto, que ahora será investigado por el crimen, habría sido integrante de “La Inimitable”, la barra brava de Atlético que era liderada por los Acevedo. Y si de conexiones se trata, también quedó “enganchado” José Luis Gómez, el único absuelto en el juicio. Soto y Mercado negaron conocerse, a pesar de que él trabajaba a una cuadra de su departamento. Pero los informes telefónicos revelaron que ambos se comunicaban con el celular que habría utilizado Bordato.

Y hay más: M.K.C. reconoció que viajaba de El Siambón a la ciudad con Diego Nieva, el remisero trucho aparecido en la causa porque fue uno de los primeros que llegó al lugar donde se encontró el cuerpo. Su nombre apareció en las actas irregulares que terminaron siendo pruebas clave para la condena de varios funcionarios policiales. ¿Qué auto conducía Nieva? Un Fiat Duna, el mismo modelo de vehículo que Mercado dijo que las llevó hasta su departamento en La Rioja al 400, la noche en que Paulina desapareció.

Por esa razón, López Ávila y Saltor le pidieron al tribunal que Virginia tratara de identificar a Nieva en una rueda de reconocimiento. La medida se realizó sin suerte, porque otra vez ella no estaba del todo segura, a causa de la falta de memoria. “De los cinco que se ubicaron, descartó tres y entre los dos que quedaban estaba Nieva. Pero al final terminó eligiendo a un empleado de tribunales y no al remisero”, explicó una fuente judicial.

Historia repetida

Pese a los intentos de los investigadores, nunca se pudo determinar quién era el supuesto narco que había sido vinculado con la testigo protegida. Una alta fuente del fuero federal confirmó que es prácticamente imposible determinar en qué causa previa declaró la empleada doméstica. “El sistema no nos permite establecer por qué caso fue convocada a aclarar su situación. Entonces, tampoco podemos sospechar de qué posible narco se está hablando”, fue la explicación. Las fuerzas de seguridad nacionales tampoco pudieron brindar información. Ese silencio también puede estar generándose porque aún se investiga el caso.

¿OTRA VEZ? El testimonio de Mercado tampoco convenció en esta línea. ¿OTRA VEZ? El testimonio de Mercado tampoco convenció en esta línea.

En las audiencias, luego de haberse revelado esta pista, comenzaron a desfilar los “no” de los mencionados cuando se les consultaba sobre su participación. A Bordato tardaron meses en encontrarla para notificarle que debía presentarse a declarar. Cuando lo hizo, la mujer que se hizo famosa por el “vo, vo y vo…” de aquel video viralizado negó cada uno de los dichos de M.K.C. Las partes pidieron un careo. El testimonio de M.K.C. fue más fuerte que el de su ex patrona y por eso se solicitó que a Bordato se le iniciara un proceso por falso testimonio.

Triste destino

M.K.C. terminó transformándose en otra víctima de la causa Lebbos. El tribunal ordenó que fuera incluida en el programa de protección de testigos. Los fiscales se encargaron de solicitar al Ministerio de Seguridad que les brindaran protección s ella y a su familia. Pero a los pocos meses, en una audiencia se descubrió que nada de lo ordenado se había cumplido. Como era de esperarse, M.K.C. se había quedado sin trabajo. Su familia la terminó expulsando del hogar porque había hablado de gente muy poderosa y temían que se vengaran con ellos. No tenía ni siquiera para pagar un lugar para vivir.

Los jueces citaron a la secretaria de Derechos Humanos Érica Brunotto, quien debió explicar por qué no se había cumplido con el pedido de protección a M.K.C. La funcionaria reconoció que en realidad en la provincia no se aplicaba el programa, pero lo que se hacía era proporcionarle asistencia directa a la víctima. Fue lo que se hizo a partir de ese día.

Como lo viene haciendo hace más de una década, Alberto Lebbos volvió a pedir a los cuatro vientos ayuda para los testigos claves de esta y de cualquier otra causa. Tanto énfasis tiene su razón de ser. Nadie se animaría a declarar si no le garantizan protección. Su esfuerzo fue en vano. Desde ese día nadie más habló sobre el tema y la línea narco se terminó desvaneciendo, como ocurrió con varias otras en las que se esperaba un testigo clave.

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