“Los políticos se acostumbran a encaramarse al poder y hay una alta tolerancia a la corrupción”

El periodista celebró la condena a Lázaro Báez, fruto de una investigación que a su equipo le llevó años. Sostuvo que las consecuencias de la cuarentena serán desastrosas para el país y reiteró que Cristina debería estar presa.

Afirma que Alberto Fernández es un invento de Cristina Fernández. Que la ex Presidenta debería estar presa. Que Mauricio Macri no es un líder político. Que la gestión de la cuarentena fue desastrosa. Que puede haber un cambio en nuestro paradigma como sociedad, pero que nosotros no lo vamos a ver. Y que la corrupción es un mal endémico en nuestro país. Esta semana, en un fallo histórico y a casi ocho años del inicio de la causa conocida como “La ruta del dinero K”, quien fue la mano derecha de Néstor Kirchner, Lázaro Báez, fue condenado a 12 años de prisión por lavado de dinero. También fueron condenados sus cuatro hijos, el financista Leonardo Fariña y otros acusados, además del decomiso de más de US$ 60 millones. El periodista Jorge Lanata, quien inició la investigación contra Báez, dice sentirse satisfecho con el fallo, pero que es parte de su trabajo. Desde su casa en Capital Federal habló de la situación del país y de sus sensaciones.

- ¿Qué te genera la palabra impunidad?

- Es un palabra que atraviesa la historia argentina. Siempre hubo dos genes, uno para el poder y otro para la gente y en los últimos tiempos hay un diseño para que las causas queden impunes, pero muchos se dan la cabeza contra la pared. La realidad es que no hay manera de escaparte. De todos modos la Justicia avanza, como pasó la semana pasada con la causa de Lázaro Báez. Las causas que más complican a Cristina son las de los hoteles Hotesur y los Sauces. A ella y a los hijos. Todavía están con futuro incierto, no se sabe qué va a pasar. Son causas complejas, pero a pesar de que se sueñe con la impunidad desde el poder, va a ser difícil lograrlo. A lo mejor se la juzga más adelante, a menos que incendien tribunales.

- Hace un año y con micrófono abierto el gobernador Juan Manzur le dijo a la ministra Sabina Frederic “poné a alguien que escuche y nosotros después hacemos lo que queremos”. ¿Así funciona el peronismo?

- Conocemos cómo funciona el peronismo en Tucumán. No habrá hoy un José Alperovich, pero quedaron los que dejó él. No se entiende cómo Alperovich sigue estando en el Senado. Siempre pienso que a muchos lugares del interior la democracia no terminó de llegar, como pasa en Formosa. Así son las provincias manejadas por las oligarquías locales.

- ¿En qué pensaste cuando conociste el fallo contra Báez?

- Fue satisfactorio. Trabajamos muchos años, desde que tomamos contacto con Fariña pasaron tres años hasta que publicamos la investigación. Dentro de nuestro propio equipo había dudas. Habíamos estado con Fariña con Ignacio Otero y después lo descartamos. Y después Nicolás Wiñazki se reúne con Federico Elaskar y todo termina de cerrar. Hubo muchas pruebas, como los videos de La Rosadita, que se vieron por televisión, las cámaras de seguridad. Fue una causa muy bien documentada y lo del fallo por supuesto que es un reconocimiento para el trabajo que hicimos.

- ¿Cómo se monta una red de corrupción como esta?

- En Argentina hay una alta tolerancia a la corrupción. Tiene que ver con toda la sociedad, periodistas corruptos, políticos corruptos, sacerdotes corruptos, dentistas corruptos... La corrupción va en un carril doble, de abajo arriba y de arriba abajo. Hay quienes compran un examen, pero casi siempre es de arriba hacia abajo y se genera por varios motivos. Los políticos están muy acostumbrados a encaramarse en el poder, estoy en contra de cualquier reelección en cualquier cargo, la política debe ser un servicio público. Si ves los curriculum nadie laburó nunca, desde que nació la Argentina tenemos un concepto en el cual el poder es tomado por asalto. Los dirigentes del fútbol presiden un club y se supone que no cobran, pero siguen ahí por años. Algo hay. No tiene que ver con cuánto ganan. Los médicos ganan poco y no cobran coimas, no tiene que ver con cuánta plata gana el tipo. Vivimos en una sociedad en la que la manera de llegar siempre tiene que ser rápida y las cosas verdaderas tardan, por eso se respira un aire viciado. Yo no puedo creer que haya políticos que pidan aumentos de sueldo. Hermano, si querés hacer guita volvé al sector privado.

- ¿Qué diferencias hubo entre Néstor Kirchner y Cristina?

- A Cristina la conocí hace mucho, cuando era esposa del gobernador de Santa Cruz. A Néstor lo conocí más, era un caudillo de pueblo. No entendía mucho lo de manejar una Nación, pero se adaptó. Si no podía comprarte trataba de destruirte. Nos pasó con el diario Crítica, nos amenazaban y terminaron fundiéndonos. Igual, era un tipo muy dicharachero, muy de camaradería. Un personaje muy carismático. Cristina es totalmente distinta. Le molesta el contacto físico. Cuando estuvo internada había pedido que el personal que la atendía no la mirara a los ojos. Cuando llegaba a los aeropuertos los que estaban con uniforme se tenían que esconder, y eso que ella era la jefa de las Fuerzas Armadas. Ella es mucho más autoritaria. Néstor llegó con un viento de cola, con el precio de la soja muy alto. Yo creo que la diferencia entre los dos es una paradoja. Néstor era peronista, y Cristina es kirchnerista, con todo lo que eso básicamente implica.

- ¿Y qué diferencias ves entre los gobiernos de Cristina y el de Mauricio Macri?

- Creo que ninguno de los dos llegó a hacer lo que quería. Cristina quiere reformar la Constitución y cambiar cosas importantes del sistema de valores argentinos, pero no lo dicen, lo ocultan, no tienen el valor de hacerlo de frente. Y Macri intuyó que había una demanda social importante cuando él llegó, pero la primera que se dio cuenta de eso fue Lilita Carrió. Ella logra el milagro de juntar a los radicales con los del PRO. Había una gran parte de la Argentina que estaba cansada de que los que trabajaban bien lo hicieran para quienes trabajaban mal, además de innumerables denuncias de corrupción contra Cristina, lo que hizo que Macri lograra subir al poder. Pero Macri no es un líder político, es más un líder empresario, que no se animó a ir más allá de lo que la gente le permitiría. No tuvo la valentía de hacer cambios, no contó lo que pasaba, el país estaba quebrado, e iba a explotar. Había fantasmas por todos lados. Se equivocó en pensar que los créditos del exterior iban a ser eternos. Y no supo escuchar. Hubo distintos errores, y la clase media lo sintió. El gobierno de Macri quedó por la mitad y fue ganado por la propia crisis. Macri debería haber hecho más, y antes. Cuando asumís tenés un tiempo para hacer las cosas y si no las hacés de movida no las hacés más. El poder se va diluyendo. Tenés que hacer cosas. Le pasó a Macri y le pasó a Cristina. Hoy Cristina está en su momento de mayor poder, y es muy inteligente. Yo aseguro que debería estar presa y conozco los elementos por los cuales debería estar presa. Pero no puedo dejar de negar que es brillante. El invento de Alberto fue genial. Hubo una parte de la prensa que abonó el nacimiento del albertismo y eso no existe. Alberto era y sigue siendo lo que Cristina lo deja ser. En eso reside el mayor poder de ella.

- ¿Cómo viste la administración de la pandemia de parte del Gobierno?

- Desde el año pasado que vengo diciendo: hay que diferenciar la pandemia de la cuarentena. Hoy la gente se da cuenta. La pandemia tiene que ver con la naturaleza y la cuarentena con el Gobierno que la administra y fue un desastre. Alberto cerró todo demasiado temprano, no supo balancear salud y economía, directamente destruyó la economía, y no va a terminar bien. Al no haber demanda de productos se echa más gente, y todo esto frente a una inexistencia del plan económico. Lo único que le quedaba al Gobierno para salir a flote en las elecciones eran las vacunas, y fue un desastre, y ahora van a tener que regalar guita en las esquinas. El año pasado se imprimieron dos billones de pesos, este año va a ser una cifra menor pero igual muy alta. La inflación se va a desbocar más de que lo que ya está. Por ejemplo, ahora van a bajar Ganancias, pero no tocan el IVA, que hubiera sido lo más justo. Para mí Ganancias no es un mal impuesto, pero el IVA es regresivo. No sabés de dónde va a sacar la plata. Y si la sacás de un lugar te va a faltar de otro. No veo nada bueno en este futuro inmediato.

- ¿Cómo ves el rol de la oposición en todo esto?

- La oposición tiene un mérito que es que no se separó, me parece bien. Pero al mismo tiempo no veo demasiados líderes convocantes. No veo que claramente alguien se pueda imponer. Más allá de los errores del propio Gobierno no veo que haya alguien convocante del lado de la gente hacia la oposición. Capaz que falta renovación, no sé, me parece que falta presencia. Hay mucho silencio. Me parece inexplicable que María Eugenia Vidal siga sin aparecer. Especulan con las encuestas, con lo que dice cada uno. La verdad es que no noto una presencia política fuerte a nivel nacional.

- ¿Qué considerás que está peor en Argentina, el poder político o el poder judicial?

- Desde hace años que digo que el principal problema de la Argentina es la Justicia y eso incide en las relaciones laborales, las sociales, las políticas. Creo que hay que renovar la Justicia, cambiarla, que en verdad sea justa. Pero eso no se puede hacer rápido. Puede llevar 20 años, no cinco. Hacemos mal en creer que se puede cambiar de un día para otro. Haría falta que tuviéramos un acuerdo y llevarlo adelante. Hay que cambiar mucho. Por eso cuando me preguntan cuál es nuestro principal problema, sostengo que es la Justicia.

- ¿Qué sentiste con la muerte de Carlos Menem?

- Yo era director de Página/12 cuando él estaba en el Gobierno. Nuestras notas le sacaron varios ministros. Estaba tan enojado conmigo que renunció a la investidura y me hizo un juicio como civil. Pero te aseguro que si hoy me ve Menem me dice “hola Jorge”. Me saludaría. Los menemistas te amenazaban, pero eran más caballeros. Al lado de los K, los menemistas eran motochorros. Son distintos. Si me cruzo por la calle a Cristina te aseguro que no me saluda. Como suele decirse, Menem fue un buen enemigo. Él mismo pensaba que había hecho grandes cagadas en su gobierno. Ellos también nos boicotearon, nos sacaron de la tele, pero era una pelea mas justa. Igual hay muchas cosas para reclamarle a Menem. Los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel, el aporte a las campañas, el tema de Kadhafi, la muerte de Carlitos Jr, Río Tercero. Hay mil historias, pero pasa con todos los gobiernos.

- El viernes se cumplieron 15 años de la desaparición de Paulina Lebbos y vos habías hecho un seguimiento del caso…

- Y lo tengo muy presente. Alberto Lebbos es una gran persona, estuve en su casa. Y ayer vi que no venció la prescripción, que pudieron notificar a los procesados. Hablamos del caso Paulina en la radio. Para mí es muy similar a lo que sucedió con María Soledad Morales y tiene que ver con los feudos. Es increíble que a esta altura no se haya llegado a una resolución con el tema de Paulina. Por lo que sé, quedó demostrado que los hijos de Alperovich no estaban, pero que sí había hijos del poder. Y tiene que ver con que los feudos generan impunidad. Cuando nadie se atreve a levantar la voz pensás que podés hacer cualquier cosa, y tuvieron razón. Cubrí el juicio de María Soledad en Catamarca. Siempre me acuerdo que vivían 90.000 personas, unas 30.000 marchaban para pedir justicia y era muy impresionante ver eso. Pensé que después de eso nada iba a ser igual. Algunas cosas cambiaron, pero no todas. Lo subterráneo de la oligarquía local siempre se arma de nuevo. Es difícil cambiar una estructura feudal si el país no ayuda. A esos señores feudales el peronismo los ve como ídolos, ganan por el 72%. Es el gobierno peronista ideal. Por eso digo que hace falta que la Justicia sea en serio independiente y que los políticos cambien sus prácticas, pero eso va a llevar mucho tiempo.

- ¿Vos creés que tenemos el gobierno que nos merecemos?

- Como decía Antonio Machado, discutamos primero nuestro diccionario. En este país hay casi un 50% de pobres. No tenemos lo que nos merecemos, tenemos lo que tenemos, lo que somos. Ese razonamiento aplica a la clase media y no a la clase baja que no puede dejar la pobreza. Cuando los problemas son otros los gobernantes se parecen a nosotros. Y eso es historia. Sí, los militares también tuvieron que ver con Argentina. Hay que distinguir hasta dónde tenemos la libertad de definir nuestro destino.

- Tenemos un país lleno de gente trabajadora y con muchísimas riquezas, ¿cuándo nos vamos a poner de pie?

- Cuando terminemos con la corrupción. Hay que entender que hay un 90% de gente que labura, gana dos mangos y se jubila por uno. Hace todo por ser mejores y que sus hijos sean mejores. Los cambios verdaderos demoran. No es querer hacer todo ahora, eso es algo que no nos salió. Tenemos que ser mejores de lo que somos. Laburar más, tirar para adelante, con liderazgos fuertes, que no los tenemos. Que desde el poder se genere empleo, que la política sea un servicio público, que los que están arriba no se quejen de que ganan poco. Es complejo, no va a cambiar en cinco años. No se si será en 10 o en 20. Los adultos no vamos a ver ese resultado y muchas veces en Argentina fue así. San Martín, Belgrano o Sarmiento sabían que estaban construyendo un país y que el resultado no lo iban a ver, pero lo siguieron haciendo. Es por ahí.

- ¿Cómo ves la situación de la educación después de lo que pasó en 2020?

- Es dramático. La mitad de los chicos de Argentna no termina el secundario. Es terrible. La vida educativa de los chicos fue un desastre, no se hicieron las cosas. Deberían haber pensado la vuelta a clases el año pasado, pero no hicieron nada. Y el año se perdió por responsabilidad del propio Gobierno. Y hoy hay que volver a clases. Yo no estoy preocupado por los contagios en los colegios, puede haber los mismos contagios que en el supermercado. Argentina no le da a la educación el rol que debe darle. Per también fue importante en esto el discurso hipócrita de los gremios, muchos de cuyos integrantes hoy no se quieren vacunar. Yo no tengo dudas de que vamos a sufrir una segunda ola con el coronavirus; hay que ver cómo manejamos las cosas.

- ¿Qué es la grieta para vos?

- Fui el primero que habló de la grieta durante una entrega del Martín Fierro. Veías la división de manera física, y uno dice algo y se transforma en una palabra que divide. Después fue impulsada desde el poder, de arriba para abajo. Cuando dividís es más fácil gobernar. Yo no soporto a los súper Pro ni a los súper K, no se puede discutir con fanáticos. Después de lo del vacunatorio VIP fue increíble lo que sucedió. Había gente que los justificaba. Era un manotazo de ahogado del fanatismo, pero me parece frívola la posición de cerrar la grieta. Dense la mano, yo no tengo problema en cerrar la grieta pero no a cualquier costo. ¿Vamos a cerrar la grieta pero nadie va a ir preso? Yo digo que no. No cambiaría eso por cualquier cosa. Me molesta el fanatismo. Trato de ser lo menos fanático que puedo. Estoy dispuesto a conversar con todos. Le haría una nota al diablo si pudiera. Y se la haría a Dios. Pero no me vengan con que nos saludamos y aquí no cambia nada. Es una excusa para que todo siga igual.

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