Réquiem para los 10 dedos más rápidos del mundo

Réquiem para los 10 dedos más rápidos del mundo

El notable pianista y compositor de jazz fusión falleció ayer a los 79 años en Nueva York. Actuó 12 veces en Buenos Aires.

A Chick Corea le gustaba la libertad y la improvisación del jazz y la alegría de la música latina. reuters A Chick Corea le gustaba la libertad y la improvisación del jazz y la alegría de la música latina. reuters

Cuando el director orquestal le da la entrada, los diez dedos más rápidos del mundo trastabillan insospechadamente. Había pensado hasta ese instante que un músico de jazz como él, era capaz de abordar cualquier música por más compleja que fuera. Friedrich lee un SOS en los nerviosos ojos de Chick. Tras varios ensayos, el Concierto para dos pianos de Mozart puede inundar de pájaros la sala de grabación hasta hacer sonreír el alma de Amadeus.

Sucede que juega ya en el corralito con las corcheas que desataba la trompeta de su padre. En Chelsea, Massachusetts, el 11 de junio de 1941, la familia se reúne para celebrar italianamente el nacimiento de Chick, como lo conocerá años después el mundo.

“Mi padre tocaba el piano y la trompeta. El me enseñó a leer música. Luego tuve varios profesores, pasé cuatro semanas en la Juilliard School, pero preferí ser autodidacto. En casa siempre escuchábamos jazz y música latina. El jazz fue mi primera música como oyente a los 5 años, pero los ritmos latinos fueron lo primero que abordé como profesional. Cuando hice el secundario en Boston terminé de familiarizarme con la música latina. Desde entonces me interesa la libertad y la improvisación del jazz, a la par que el ritmo y la alegría de la música latina. Pocas músicas despiertan tanto la fiesta entre la gente como esta última”, cuenta.

Un hacedor

No hay sufrimiento en su debut. Papá Corea tiene banda propia. De modo que los duendes de Charlie Parker, Lester Young, Bud Powell y Dizzy Gillespie le disparan sentimientos. 1959. Nueva York lo sacude. La trompeta de Miles Davis se enrosca en su corazón: “fue mi verdadero maestro. Miles nunca se dedicó a explicar su música. Tiene una claridad conceptual increíble y es además un gran hacedor de melodías. Con él aprendí a conducir un grupo y a idear una improvisación en medio de dos partes estructuradas de un tema”.

Miles y Sarah Vaughan lo abrochan a sus bandas. 1970. Forma el grupo Circle. Un disco y se desarma. Toca a dúo con el vibrafonista Gary Burton. 1973. La revista Down Beat lo designa compositor del año. 1975. Su disco “No mistery” gana el premio Grammy.

Es un vagabundo de la música. Siempre buscando cosas nuevas. Conoce al gran pianista Friedrich Gulda. “El azar nos hizo coincidir en un escenario. Durante su intervención solista, Gulda interpretó algo que me fascinó. Pregunté de qué se trataba: ‘Mozart’, me respondió. Pensé que resultaría sencillo interpretarlo -luego descubrí que no era así-, de modo que acepté sin reticencias cuando seis meses después, Friedrich me invitó a grabar un concierto para dos pianos de Mozart. Sólo pude hacerlo gracias a las enseñanzas de mi colega y del director Nikolaus Harnouncourt. Sentí entonces que la interpretación del repertorio clásico habría de llevarme toda la vida”.

Los instrumentos eléctricos lo empujan a otros caminos. El rock se le entrevera en los dedos. “Todo músico debe estar abierto a las músicas que lo conmueven. Asumir la nacionalidad como una limitación raya en la miopía. Mi experiencia me dice que no importa qué tipo de música uno haga, siempre se tendrá más posibilidad de llegar a una gran audiencia si se utilizan instrumentos electrónicos. La gente que hoy tiene menos de 45 años creció con Elvis Presley y Los Beatles. Su relación afectiva es más vital con lo electrónico que con lo acústico. La tecnología ha hecho cambiar el enfoque de la música”, dice.

Una segunda vida

Sueña una segunda vida como compositor de música de cámara. Arma y desarma grupos. El jazz fusión le da protagonismo. Deambula en soledad por los escenarios, alimentándose de aplausos. No es precisamente un manojo de modestia (“no sólo soy un estupendo pianista, sino también el que más me gusta y el que se esfuerza por ser el mejor”).

1980. Hechiza a los porteños con su banda Friends. Regresa una docena de veces, entre ellas, con Gary Burton (1991, 1995), la Elektric Band (1987, 1994) y para homenajear a Astor Piazzolla (1996).

El cáncer ha comenzado a acorralar sus 79 años en Nueva York. “Quiero agradecer a todos aquellos a lo largo de mi viaje que han ayudado a que la música se mantenga encendida. Tengo la esperanza de que aquellos que tienen la sensación de tocar, escribir, actuar o de otra manera, lo hagan. Si no es por usted, entonces por el resto de nosotros. No es solo que el mundo necesita más artistas, también es muy divertido”, ha escrito. Este jueves, los diez dedos de Armando Anthony Corea Jr. han alborotado tal vez una “Fiesta” en el teclado por última vez. Una ráfaga de swing se ha colado en un haz de luz, estremeciendo a la muerte.

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