El tapabocas se tomó vacaciones en Tafí del Valle

El tapabocas se tomó vacaciones en Tafí del Valle

Turistas y veraneantes se “relajaron” con el uso del barbijo. “Incluso hubo escenas de violencia”, relató una agente municipal a cargo del control.

LOS NIÑOS TAMBIÉN. Se generalizó el uso del barbijo como babero. LOS NIÑOS TAMBIÉN. Se generalizó el uso del barbijo como "babero".
08 Febrero 2021

Tafí del Valle está teniendo una afluencia inédita de visitantes durante un verano con numerosas restricciones de acceso a otros destinos turísticos, pero la masividad no generó la conciencia social de que había que incrementar la prevención de la covid-19. Las postales de la villa tafinista ilustran el cumplimiento dispar y la relajación existente de la única medida capaz de disminuir los contagios, fuera del extremo de la reclusión hogareña: el uso del barbijo.

Las calles del pueblo mostraron este sábado hasta qué punto los turistas, veraneantes y, quizá también, algún lugareño, se movieron sin tapabocas. Esto sucedió pese a la evidente concentración de personas, que ocuparon todas las posibilidades de alojamiento disponibles. Todo se tradujo en un incremento de detecciones del virus, que por suerte y en principio no llegó a desbordar la infraestructura sanitaria acotada de los Valles (se informa por separado). La Municipalidad intentó atajar el previsible aluvión con una campaña de fiscalización en la vía pública sostenida por agentes de Defensa Civil, pero los propios responsables del control evaluaron que la tarea era muy frustrante y que, en el afán de cumplirla, hasta habían vivido escenas de violencia.

Los grupos de agentes se limitan a recordar a los peatones que es obligatorio colocarse el tapabocas. Con chalecos naranja y apostados en la zona del banco; en la plaza; en la estación de servicios y en la concurrida esquina del bar Popey, y veces hasta con un megáfono, los municipales solicitan a los turistas que se pongan los barbijos. Además, una camioneta con distintivos oficiales recorre el centro y las calles internas con un parlante que recita las medidas para garantizar un ‘’verano seguro’’.

LOS NIÑOS TAMBIÉN. Se generalizó el uso del barbijo como LOS NIÑOS TAMBIÉN. Se generalizó el uso del barbijo como

La campaña generó abundantes tensiones y situaciones desagradables. “Muchas veces nos decían ‘me olvidé el barbijo, voy hasta el auto a buscarlo’ y, después, veíamos que disimuladamente se marchaban por otra cuadra para no ponérselo’’, relató Natalia Mamaní, trabajadora de la Municipalidad. A Mamaní le tocó desempeñar su tarea en la esquina del bar Popey, una de las más transitadas del centro. La agente explicó a LA GACETA que, en general, la gente, sin distinción de edad, se mostró reacia a taparse la nariz y la boca, y a mantener el distanciamiento, pero que, a diferencia de los mayores, los jóvenes y adultos suelen faltar el respeto a los representantes del Estado que les demandan que acaten las normas. “Se sintió mucha violencia. La gente contestaba mal cuando se le pedía amablemente. Debería haber más conciencia sobre el tema’’, advirtió Mamaní.

El temor vació la mesa

Durante enero los negocios de la avenida principal (Juan Domingo Perón) recibieron más gente de la que calculaban para este verano y, sobre la marcha, tuvieron que tomar más recaudos para hacer frente al virus. Los comerciantes coincidieron en que la aglomeración de personas de manera constante dificultó el monitoreo.

“La Municipalidad estuvo muy exigente con el tema del uso de barbijos y el distanciamiento social, tanto entre los turistas como con los comerciantes, pero creo que la gente aprovechaba cualquier oportunidad para sacárselo. Sencillamente fue imposible controlar a todos todo el tiempo. En mi negocio nunca me pasó el tener que lidiar con una mala situación: la gente siempre entró con barbijo puesto respetuosamente, o se dio cuenta antes de entrar y se lo puso en el momento’’, comentó al respecto Máxima Cossio, quien atiende Popey Market.

La joven destacó que el movimiento de visitantes durante la temporada 2021 fue diferente a la del año pasado ya que la mayoría de los antiguos veraneantes no concurrió con frecuencia a los típicos lugares de encuentro. “Es el caso del bar que está al lado de nuestro negocio, donde todos los años había mesas fijas de gente mayor que se sentaba en grupos a desayunar, o a tomar café a media mañana. Nosotros nos damos cuenta de que este verano eso no pasó: muchos se quedaron en sus casas. La gente grande se está cuidando más o no quiere salir porque advierte el peligro. Los demás usan el barbijo cuando no les queda otra alternativa porque deben ingresar a algún lugar: tratan de ponérselo lo mínimo indispensable’’, evaluó Cossio.

Quienes atienden la regalería JyC, ubicada al lado de la YPF, aseguraron que el negocio tuvo que extender el horario de apertura hasta los domingos incluidos por la afluencia de público y la necesidad de organizarlo. Con respecto a las medidas de seguridad que tomaron, los empleados afirmaron que la mayoría de los clientes se colocaban los barbijos en la entrada del local, donde consta un cartel que prohíbe el ingreso sin protección. Pero, otra vez, algunos pasaron con el rostro descubierto e igualmente fueron atendidos.

Graciela Piragino, dueña de una mercería ubicada en una galería sobre la calle de la Iglesia, observó que las medidas fueron pasadas por alto sobre todo por jóvenes. Además, Piragino hizo hincapié en la falta de respeto por el prójimo que observó durante esta temporada. ‘’Nosotros, los tafinistos, estamos acostumbrados a andar tranquilos y en enero recibimos a los turistas perfectamente, pero este año hubo mucho avasallamiento. La gente no respetaba nada’’, se quejó.

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