El puente sobre Mate de Luna corre serio riesgo de colapsar

El puente sobre Mate de Luna corre serio riesgo de colapsar

Dentro de 15 días el municipio determinará si la estructura puede recuperarse o si será necesario sacarla para construir una nueva.

El puente sobre Mate de Luna corre serio riesgo de colapsar

Hay obras públicas que nacen con mala estrella. El puente de avenida Mate de Luna al 2.100 se hizo añicos en plena colocación, cuando la estructura premoldeada explotó sobre el pavimento. Por suerte no había operarios debajo. La segunda fue la vencida y la pasarela peatonal pudo inaugurarse, allá por la década del 80. Pasaron más de 30 años y las noticias, por lo general, no fueron positivas. Desde hace tiempo el puente está clausurado a causa de las fallas que presenta, un tema que preocupa -y mucho- en la Municipalidad. El riesgo de colapso es real y por eso se encargó a una empresa especializada un estudio sobre las condiciones de la estructura. De ese informe surgirá la decisión: si puede recuperarse o si será necesario desarmarlo para -eventualmente- construir un puente nuevo.

“Cuando tengamos precisiones sobre el estado de las bases y columnas tomaremos la determinación que corresponda. Dentro de 15 días llegarán los resultados del estudio. -explicó el secretario de Obras Públicas, Alfredo Toscano-. Lo que no queremos es afrontar cada cinco años el mismo problema. Si hay que desarmarlo por completo así se hará”.

El ingeniero civil José Simón Lucero, director de Obras Públicas al momento de la construcción del puente, advirtió durante años que las tareas de mantenimiento debían ser permanentes, pero por lo general esos mensajes fueron ignorados. Y siempre llega el momento de que es demasiado tarde para actuar.

Mientras, el puente cumple un nuevo aniversario cerrado al paso, convertido en un basural y librado a los movimientos de quienes saltan las rejas colocadas en los accesos. Se proyectó como una vía segura de circulación, básicamente para los cientos de alumnos que asisten a las escuelas de la zona (la Patricias Argentinas es la más grande) y hoy sólo sirve como soporte de un anuncio del municipio (“Use el cinturón de seguridad”).

Tan deteriorado estaba el puente a principios de siglo que los Old Virgins, grupo que une a los veteranos del rugby provincial, asumieron la tarea de restaurarlo. Lo dejaron en óptimas condiciones, embellecieron el entorno y lo reinauguraron el 9 de julio de 2003. También se ocuparon de mantenerlo en condiciones. “Hasta que en 2010 nos dimos con que lo habían clausurado”, explica Miguel Reginato, histórico directivo de la agrupación.

A Reginato lo moviliza este estado de cosas y está dispuesto a poner manos a la obra nuevamente, por más que hayan pasado 18 años desde aquel esfuerzo que fue licuándose con el paso del tiempo. “Asumo el compromiso de plantear el tema otra vez en los Old Virgins y ante la sociedad tucumana”, sostiene. Claro que antes hay cuestiones de fondo referidas al futuro de la estructura de hormigón. Puede que la buena voluntad de los rugbiers choque con la insalvable necesidad de una demolición.

Las historias que se tejieron en el puente son lamentables y refieren a una zona libre para los asaltos, el consumo de drogas y los accidentes entre los escalones rotos (que ya no existen) y las losas quebradas de la pasarela. Así lo consigna Martín Romero desde el mostrador de un almacén en Thames primera cuadra. Otro clásico era el “peaje” que les cobraban las banditas a los alumnos más chicos para dejarlos cruzar. La clausura se implementó primero con cintas de “no pasar” y terminó de tomar forma cuando los antiguos molinetes fueron reemplazados por el enrejado actual.

El puente es un clásico del barrio y del paisaje urbano, aunque los problemas son notorios cuando la mirada se acerca. Hay mucho por hacer entre esas ochavas que contienen la escuela, un baldío, un bonito chalet blanco de dos plantas y el edificio a estrenar que incluirá un bar/panadería en la planta baja. El boulevard de la calle Thames es una colección de pastizales y basura. A duras penas sobrevive la placa conmemorativa del Bicentenario que colocaron las autoridades de la Patricias Argentinas. Los bancos no invitan a sentarse y ayer por la mañana un Ford gris le hacía pito catalán al cartel de prohibido estacionar en la acera este.

Cruzando Mate de Luna, el boulevard de Amador Lucero luce más cuidado, aunque sin llegar a considerarse “parquizado”. No ayuda la pila de escombros y bolsas de residuos acumulados en la acera oeste, donde está destruido el cordón de la vereda.

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