Adultos mayores: problemas para tragar pueden implicar riesgo de muerte

Adultos mayores: problemas para tragar pueden implicar riesgo de muerte

La disfagia, como una serpiente que se muerda la cola, en el largo plazo también puede causar desnutrición, además de neumonía por aspiración.

PREVENIR DAÑOS. Recomiendan comer lento y bocados chicos, ajustar prótesis y adecuar la textura del alimento. PREVENIR DAÑOS. Recomiendan comer lento y bocados chicos, ajustar prótesis y adecuar la textura del alimento.

“Se me fue por el camino viejo”, decía Marcelo Carrizo (78) cuando se atragantaba con la comida... Era simpática la frase, pero cada vez más frecuente. Por suerte su familia consultó a tiempo. El problema se llama disfagia y consiste en la dificultad para tragar alimentos o bebidas.

“Les pasa a muchas personas mayores -resalta María Gao, fonoaudióloga tucumana especialista en trastornos de deglución-. Y también a las no tan mayores pero que sufrieron un ACV, o tienen enfermedades que dificultan la autonomía para alimentarse. Puede tener consecuencias severas: desde malnutrición y neumonía por aspiración de alimentos que pasan al tracto aéreo, hasta riesgo aumentado de muerte”.

Según estudios internacionales, quienes sufrieron un ACV sufren disfagia en la mitad de los casos; también puede ser consecuencia de enfermedades o condiciones como demencias, enfermedad de Parkinson o de Alzheimer, esclerosis múltiple o una intubación prolongada. Y otro factor que predispone es la edad: entre el 40 y el 50 % de los adultos mayores la padecerá.

“A medida que envejecemos vamos perdiendo masa muscular. Así como cuesta caminar, pueden producirse problemas para tragar, ya que la lengua es un músculo” explica Gao. “Cada vez que tragamos, la lengua debe ‘gatillar’ la comida; es decir, largarla para atrás... y para eso necesita ‘estar en forma’”, añade y resalta que problemas en la columna cervical son otro de los orígenes del trastorno. Asimismo, puede causarlo que haya retracción de las encías (que también son músculos) y que entonces se pierdan piezas dentales o no se adapten bien las prótesis, agrega, y suma como factores incidentes la baja producción de saliva y las lesiones recurrentes en la lengua.

Cómo saberlo

“Existen señales de alarma que permiten sospechar un posible cuadro de este tipo, y a las que tenemos que prestar atención: atragantamiento o tos durante o después de las comidas; ronquera o afonía; babeo; presencia de residuos en la cavidad bucal luego de las comidas; pérdida de peso y fiebre”, indica Ton.

“Los pacientes también suelen quejarse de que les queda ‘algo’ en la garganta o carraspean... y es que han quedado trocitos pequeños de comida en la boca, o en unas ‘bolsitas’ que tenemos en la faringe... esos restos, aunque sean pequeños, al descomponerse produce riesgo de infecciones respiratorias. Pensemos que la comida tiene grasas y azúcares, y produce reacciones mucho más violentas que el agua....”, advierte Gao.

A quién recurrir

“Aunque los fonoudiólogos especializados en disfagia y algunos kinesiólogos tenemos recursos terapéuticos para ayudar a estos pacientes, lo habitual es que la gente consulte en primera instancia un otorrinolaringólogo; pero los problemas no están en la garganta”, destaca Gao. “El estudio que se debe indicar se llama videodeglución, y lo ideal es que el paciente sea acompañado a hacérselo por el fonouadiólogo, para que pueda ver e incluso intentar algunas maniobras para ver en vivo cuáles están siendo los problemas y si la intervención surte efecto positivo”, añade.

Déficit nutricional

“Si un paciente de este tipo no está bien nutrido, experimentará una disminución progresiva de su masa muscular y puede desarrollar problemas a nivel óseo; estos dos puntos van a condicionar su autonomía, incrementar su riesgo de caídas, y, si es una persona que sufrió un ACV, una cirugía o tuvo una internación prolongada, impactará negativamente en su posibilidad de realizar la mejor rehabilitación motora posible”, destaca Valeria Ton, doctora en Fonoaudiología y presidenta de la Asociación Argentina de Disfagia (AAD).

“Si no se interviene a tiempo, además de los riesgos mencionados, a la larga comer para muchos pacientes exige mucho esfuerzo; o tienen miedo de ahogarse, y entonces no comen -advierte Gao-. Y a menor ingesta, menor calidad nutricional. Además se va afectada la masticación, que es donde se inicia la degradación de los alimentos, y eso también disminuye la posibilidad de absorción de nutrientes”.

Además del trabajo con especialistas, los consejos son los siguientes: comer sin apuro ni distracciones, con la espalda en contacto con el respaldo y los pies apoyados en el suelo; asegurar la prótesis dental; adecuar la textura de los alimentos y la consistencia de los líquidos, según la evaluación de la capacidad deglutoria; evitar alimentos secos, pegajosos o pequeños (arroz, arvejas, lentejas, etc.); no usar pajitas ni jeringas, sino tenedor o cuchara, según las recomendaciones sobre tamaño del cubierto, carga de alimento y tamaño de cada trozo; esperar a que la boca esté vacía antes de la siguiente cucharada; permanecer sentado o de pie tras la ingesta, al menos 30 minutos.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios