Sin conexión no hay educación

Sin conexión no hay educación

29 Diciembre 2020

Por Mariano Narodowski, profesor de la Universidad Di Tella.-

La pandemia, el aislamiento y un ciclo lectivo completo sin escuela ya no permiten naturalizar la brutal brecha socioeducativa de la Argentina: 2020 mostró que al menos la mitad de los estudiantes no tiene conexión a Internet o la tienen precaria y cara con celulares prepagos. Y que la idea de “aprender en casa” se complica si no hay un lugar adecuado ni condiciones mínimas o adultos preparados para acompañar.

Sabemos que las escuelas públicas y gratuitas han tenido un enorme potencial igualitario y la población históricamente excluida del conocimiento accede al saber gracias a ella. Sin embargo, aún antes de la pandemia las escuelas argentinas no lograron llegar a todos e incluso, cuando hubo acceso, este no superó la desigualdad y la segregación socioeconómica.

Con el aislamiento las desigualdades se aceleraron y se visibilizaron: por la carencia de conexión a internet y de computadoras los alumnos desconectados no pueden “virtualizarse” sencillamente y por un acto voluntario. Y los estudiantes que sólo tienen algo de conectividad y que están comunicados con sus docentes sólo por celular tampoco tuvieron mayores posibilidades de aprender. Adicionalmente, el aislamiento perjudicó más a estos chicos, quienes incrementan sus déficits sanitarios y alimentarios por, justamente, carecer de escuela.

Los desconectados conforman un nuevo escenario social: no son los chicos y adolescentes pobres quienes abandonan la escuela, sino que es la estructura social de distribución de bienes (como Internet) la que los abandona y los desconecta, salvo que sus docentes hayan podido construir alternativas realistas, muy difícil por las propias condiciones enumeradas.

Los esfuerzos de los gobiernos por conectar a los chicos con TV, radios y cuadernillos han sido razonables. Pero la única forma de sacar a los chicos de los barrios más pobres de la exclusión educacional en pandemia es conectándolos a los insumos básicos hoy ausentes (desde el agua potable a la alimentación diaria) y conectándolos a Internet: si no se abre el grifo de la red en los barrios y en los pueblos, difícilmente se pueda superar en 2021 los déficits generados en 2020.

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