Por qué se ve más relajamiento en las calles si no bajan los casos

Un sociólogo de la UNT asegura que son varios los motivos, pero que en parte se debe a que se comienza a naturalizar la pandemia.

 la gaceta / Foto de José Nuno la gaceta / Foto de José Nuno

Son cerca de una veintena de restricciones las que el Comité Operativo de Emergencia (COE) prorrogó por dos semanas en Tucumán para morigerar los contagios de coronavirus. Pero en lo empírico, luego de más de 220 días de cuarentena, esas limitaciones para disminuir los riesgos y lograr que el virus afecte lo menos posible a la sociedad parecen ser relativizadas -cada vez más- por parte de la población. Si bien hay sectores que acatan las disposiciones y las recomendaciones sanitarias, otros actúan como si la covid-19 no fuera una amenaza que ya se cobró casi 800 vidas en la provincia, unas 30.000 en el país y más de un millón en el mundo. Pero, ¿por qué sucede?

El licenciado en Sociología Raúl Arué aclaró que no hay un único motivo para este tipo de comportamiento en el peor momento de la pandemia en Tucumán. Pero considera que hay una especie de acostumbramiento de la sociedad a esta situación. “Es como que se empieza a naturalizar el fenómeno, entonces el temor que estaba asociado al principio, a lo desconocido, como que se ha perdido y se han vuelto a asumir rutinas anteriores. Por más de que sea una situación muy extraordinaria, las personas terminan acostumbrándose a esta situación que les toca vivir”, explicó a LA GACETA.

En ese sentido, Arué recordó, a modo de ejemplo, que en marzo había mucho temor y casi nadie conocía personas con covid-19. Hoy, en cambio, casi todos conocen infectados o saben de familias que perdieron un pariente, pero que no genera el espanto de otros meses porque es una situación que se ha incorporado. Eso -explicó- hace que sean menores las autorestricciones, porque uno ya lo tiene asumido como parte de su vida. “Comienza a naturalizarse y hay como cierto relajamiento y cierta idea de que la vida puede seguir a pesar de esto que nos está sucediendo. No es que uno le dé menos valor a la vida humana. Pero por ejemplo: si estuviéramos en una guerra, el hecho de que las personas se mueran se neutraliza. Entonces las personas se terminan acostumbrando; ya es parte de la normalidad que uno conozca gente que está contagiada o que algún conocido haya fallecido. Todo eso, desgraciadamente, forma parte de la nueva normalidad”, desarrolló.

El también docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT consideró que las medidas dispuestas por las autoridades han ido perdiendo fuerza para poner limitaciones a las distintas actividades económicas, en parte por ser una cuarentena tan prolongada y también por presiones y desgaste. “Uno nota que, por ejemplo, que el Estado no puede decir ‘volvemos a fase 1’ porque en la práctica los negocios van a seguir abiertos y la gente no va a hacer caso porque tiene que ir trabajar. Es muy poco efectivo el control que puede realizar el Estado. Y por eso es que trata de persuadir más que imponer ciertas normas”, dijo.

El 911, desbordado

El secretario de Seguridad, Luis Ibáñez, reconoció que desde hace algunas semanas se percibe cierto relajamiento para el acatamiento de las normas. Afirmó que ven con preocupación tanto movimiento durante el día y los amontonamientos en los bares. Sin embargo, aseguró que durante la noche se acentúa el cumplimiento de las disposiciones y la circulación en las calles es baja.

Consultado sobre dónde ven en la cartera de Seguridad los mayores incumplimientos, Ibáñez le dijo a este diario que en las reuniones sociales, que están restringidas por el COE en ambientes públicos y privados, sin importar la cantidad de participantes. “Los fines de semana se hacen sin ningún tipo de resguardo. Eso desborda al servicio de emergencia (911). Las denuncias no son en la capital, sino en localidades de la periferia, como Delfín Gallo, El Manantial, Lules… Eso no cambió. El viernes pasado se vio una concurrencia masiva en los bares, pero llega un horario y se despeja todo; las reuniones sociales o familiares duran mucho más”, puntualizó con preocupación.

La ministra de Salud, Rossana Chahla, solicitó mayor colaboración de la comunidad con el sistema de salud. “Voy a hablar en nombre de todos los trabajadores de la salud que estamos desde hace seis meses en forma ininterrumpida trabajando. También nosotros sentimos la presión y el esfuerzo que significa trabajar todos los días porque esta pandemia ha traído esta sensación de incertidumbre, de no saber a quién le toca asintomático, grave o crítico. Todos seguramente tuvimos un pariente, un hermano, un amigo, un vecino, que falleció por covid-19. Y siempre decimos, no era tan grande, era joven, y nos queda esa sensación de no haber podido evitar esas muertes. Porque cuando esto pase, porque va a pasar, no lo vamos a tener con nosotros y nos vamos a arrepentir por eso”, expresó Chahla.

Cifras en Tucumán

Confirmaron casi 1.000 casos y 21 decesos

Luego de un fin de semana que arrojó bajas significativas en el reporte diario de pacientes con covid-19, el Ministerio de Salud informó que Tucumán sumó ayer 986 nuevos casos y que 21 personas perdieron la vida por el virus. Así, el total de contagios confirmados es de 46.836 y que ya son 782 los fallecidos.

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