La adversidad no la privó de cumplir su sueño

La adversidad no la privó de cumplir su sueño

Perseverancia y superación, dos consignas en la vida de Mayra Pérez, que debió luchar contra diferentes enfermedades para cumplir su meta de ser abogada.

La adversidad no la privó de cumplir su sueño
31 Julio 2020

“Dios les da las peores batallas a sus mejores guerreros” es la famosa frase en la que piensa Mayra Florencia Pérez para salir adelante cada vez que debe afrontar una nueva internación. Después de varios años cargando con enfermedades que ralentizaron sus estudios, Mayra se recibió de la Universidad San Pablo T (USP-T) el martes, a la distancia (está internada en Buenos Aires), y hoy dice orgullosa que es abogada. “Decidí seguir estudiando a pesar de todo porque amé mi carrera y la facultad. Mis hijas fueron siempre mi más grande inspiración, ellas me dieron las fuerzas para salir adelante”, afirmó.

Mayra, una tucumana de 29 años, comenzó a estudiar la carrera de derecho a mediados de 2010 para cumplir un sueño que tuvo siempre: ser abogada.

Enfermedades

“Me hicieron una laparoscopía exploradora ginecológica, y una mala praxis me dañó un nervio muy importante, el nervio crural derecho. Aún estoy en juicio por ello, bastante difícil y complejo por todo lo que me ocasionó”, explicó Mayra a LA GACETA en una entrevista telefónica que mantuvo desde el hospital Italiano, de Buenos Aires.

A partir de entonces su situación de salud sólo empeoró. Comenzó con vejiga neurogénica arrefléxica en 2015, cuando cursaba el tercer año de la carrera. Luego, en el hospital Italiano, le detectaron una neuropatología periférica crónica ósea, lo que le generaba un intenso dolor diario.

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“Me costaba levantarme de la cama, no podía estar sentada, todo me alteraba por el dolor”, contó Mayra.

Eso la llevó a someterse a diversos tratamientos tanto en Tucumán como en Buenos Aires. Llegó, incluso, a tomar opioides recetados por los médicos. “Siempre me asusté con la idea de convertirme en dependiente de esas sustancias”.

Así estuvo hasta 2017, cuando le diagnosticaron que también tenía epilepsia. Entre los problemas que padeció, Mayra recuerda un absceso en el bazo: “me salvaron en el Sanatorio Rivadavia, se lo debo al doctor Miguel Arcuri”, dijo en gesto de agradecimiento.

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“La epilepsia se agudizó el año pasado, generándome dificultad para caminar y recordar cosas. La verdad que fue muy duro todo”, relató.

Un desafío extra

Mayra fue mamá por primera vez en 2010, cuando tenía apenas 19 años, y volvió a dar a luz en enero del año pasado. Aunque amó a sus hijas desde el primer momento, ser madre significó un desafío extra a la hora de estudiar una carrera universitaria.

Advirtió, sin embargo, que en ese proceso, desde que fue mamá hasta el paso por las enfermedades, siempre recibió el apoyo de familiares, compañeros y profesores.

Apoyo incondicional

“Todos me acompañaron y apoyaron, primero en el embarazo y después con las enfermedades. En cuanto a la tolerancia de los profesores, es poco decir que fueron excelentes conmigo. Estoy muy agradecida por el grupo humano que me tocó en la universidad”.

El apoyo que recibió Mayra en todo momento fue fundamental para ella. Su vida había cambiado y necesitaba de otros para continuar.

Con el tiempo, cuando la enfermedad fue empeorando, debió empezar a apoyarse en un bastón para poder caminar y a usar un sonda vesical todo el tiempo. “Tuve que ir con una bolsa colectora a la facultad, el primer día sentí vergüenza, pero el segundo ya no, sabía que ahí eran todos como mi familia y que nadie se iba a burlar de mí ni me iba a discriminar”.

ACOMPAÑADA. Mayra Pérez nunca estuvo sola; desde el comienzo tuvo a su lado a sus hijas. ACOMPAÑADA. Mayra Pérez nunca estuvo sola; desde el comienzo tuvo a su lado a sus hijas.

Para Mayra fueron años difíciles, en los que el cálido afecto de sus compañeros y familiares le sirvieron para seguir adelante. “Mis compañeros me respetaron, me dieron un lugar, me sentí cuidada. Nunca me discriminaron, sino que siempre me integraron y me dieron un espacio de escucha. Eso es lo que más valoro”.

“Siento que no lo hubiera podido lograr si no hubiese recibido ese acompañamiento, tanto de profesores como de compañeros. Hasta los mejores alumnos se acercaban para regalarme sus apuntes y me decían ‘May esto es para vos, es mi sacrificio y te lo doy a vos’, y hoy les puedo dar las gracias”, recordó emocionada de sus años de estudio.

Consejos y futuro

Mayra, un emblema de la resiliencia, no dejó pasar la oportunidad para hablarle, en particular, a aquellos que dudan sobre si seguir o no con su carrera y, en general, a todos los que estén pasando por alguna dificultad.

“Me gustaría estar frente a una persona que esté atravesando a algún problema para decirle, mejor dicho demostrarle, que nada es imposible en la vida. Ningún diagnóstico médico ni nada que aparezca en el camino es un impedimento para conseguir tu sueño u objetivo, porque el amor que sientas por lo que vos quieras lograr es muy importante, más allá de todo lo que suceda en el medio”.

La recién recibida, asimismo, ya tiene planes para el futuro. El primero de ellos es recibir el alta médica, volver a Tucumán y comenzar a trabajar.

“Ya tengo una propuesta para trabajar en la división de antecedentes personales de la Policía, así que cuando llegué a la provincia voy a empezar con eso. Con esto quiero brindar un servicio a la sociedad porque yo no estudié con el fin de enriquecerme, sino con el objetivo de poder ayudar a la gente”, sostuvo.

Además, ya está pensando en continuar sus estudios, y aunque aún no tiene definido qué, sabe que será en la USP-T.

Otro tema que le gustaría abordar en el ámbito profesional es la violencia de género. “Sufro mucho porque veo a diario estos casos y me parece un tema muy importante, hasta lo defendería sin esperar retribuciones a cambio”.

Orgullo

Inés Yamuss, vicerrectora de la USP-T y quien acompañó a Mayra en el arduo proceso que le significó cursar sus estudios, no pudo ocultar su orgullo y felicidad al ver los resultados de ese camino.

“Logramos vencer las barreras de la distancia, le otorgamos una beca por el período que faltaba y el tribunal se reunió reconociendo el esfuerzo y la dedicación de nuestra querida estudiante en todo este trayecto formativo. Hoy mi colega Mayra Pérez disfruta con orgullo el fruto de tanto esfuerzo, y nosotros, como comunidad, nos sentimos satisfechos de formar personas, no sólo en lo académico sino en su integridad. Siento una emoción enorme al escuchar a Mayra y llamarla colega”, manifestó, con emotividad, a LA GACETA. (Producción periodística: Homero Terán Nougués)

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