“Fue una situación inexplicable e inesperada”, señaló Hofer, ex secretario de seguridad

“Fue una situación inexplicable e inesperada”, señaló Hofer, ex secretario de seguridad

TRAJERON LA CALMA. Los gendarmes se hicieron cargo del control de las calles. TRAJERON LA CALMA. Los gendarmes se hicieron cargo del control de las calles.
30 Mayo 2020

El ex funcionario no duda ni un segundo. “Fue una situación inexplicable e inesperada. Los policías de Tucumán eran los terceros mejores pagos del país. Por ejemplo, comparado con sus pares de Santiago del Estero, ganaban un 70% más. No había motivos para que tomaran una medida de esas características”, explicó el ex secretario de Seguridad Paul Hofer que asumió este año como juez del tribunal de Impugnación del Centro Judicial de Concepción.

- ¿Se arrepiente de haber dicho a los tucumanos que se quedaran tranquilos antes de que se produjera el estallido?

- Esa fue una respuesta a una pregunta que me hicieron para comparar la situación que se vivía en Córdoba en esos momentos. En esos momentos estábamos convencidos de que no habría problemas porque, en primer lugar, los salarios eran buenos comparados a otras provincias y todavía faltaba tiempo para que se desarrollen las paritarias. Y después, porque todavía no se habían generado los problemas en la Subjefatura de la Policía. No fue un error.

- ¿Por qué se llegó tan lejos?

- Fue un problema que se dio en varias provincias del país y la Nación no transmitió líneas claras. Por ejemplo, se tardaron mucho tiempo en resolver el conflicto en Córdoba y desatendieron a otros. Al tomar conocimiento de lo que estaba pasando, pedimos que nos enviaran más hombres de Gendarmería Nacional. Pero esos efectivos tardaron más de un día en llegar.

- ¿El PE hizo bien en negociar con un grupo que estaba integrado en su mayoría por policías retirados?

- En primer lugar me gustaría aclarar que me parece perfecto que los policías se sienten a negociar su mejora salarial, pero lo que hicieron ese año excedió todos los límites. Abandonaron a la sociedad, la dejaron totalmente aislada y desprotegida. Actuaron amenazando y atacando a sus compañeros. Todo por hacer planteos absurdos que iban más allá de la cuestión salarial.

- ¿Cuáles fueron esos planteos absurdos?

- Varios. Evidentemente estaban molestos porque estábamos generando algunos cambios que tenían que ver con la conducta de los hombres que integraban la fuerza y cambiar la imagen de la Policía. Exigían cosas que eran innegociables, como la reincorporación de hombres que habían sido cesanteados por inconductas o irregularidades, que no se les exigiera que respetaran los uniformes y que no continuáramos al frente del cargo porque estábamos cambiando todas las cosas malas de la fuerza. Por eso la huelga no fue masiva. En el Sur, por ejemplo, no se plegó nadie.

- ¿Cree que se hizo lo necesario para acabar con la revuelta?

- Todos los que estábamos al frente actuamos bien. Los buenos policías actuaron como corresponde y no abandonaron sus puestos. Vivimos tres días de intensos movimientos en el que estuvimos al frente de los operativos que se hacían para evitar el caos. Perseguimos a los sediciosos, logramos detenerlos y ponerlos a disposición de la Justicia.

- ¿Hubo algún factor que incidiera en la huelga?

- Los ingresos masivos a la Policía que se habían realizado años atrás. La fuerza se había transformado en una bolsa de trabajo. Ingresaba cualquiera sin ningún tipo de vocación y se transformó en un verdadero problema. Por eso es increíble que aún se siga pensando en incorporar a personas de la administración pública a la fuerza.

- ¿Qué hizo para revertir esa situación?

- Desde ese año, todos los que pretendían ingresar a la fuerza debieron superar un durísimo proceso de selección y después se crearon institutos de formación para capacitar a los aspirantes. Pero, además, se apostó a que los hombres consigan ciertos beneficios si continuaban capacitándose.

- ¿Cuáles fueron las consecuencias de esa revuelta?

- No tengo dudas de que hubo un quiebre entre la sociedad y la Policía. Los tucumanos se sintieron abandonados por sus servidores públicos. Han pasado casi siete años desde esos trágicos días y la fuerza aún trabaja día a día para recuperar la imagen que perdió. Pero también fue un fuerte golpe para todos los hombres que forman parte de esa gran institución que está integrada en su mayoría por gente de bien y que está dispuesta a dar su vida en cumplimiento del deber. Desde entonces, por esa nefasta experiencia, las cuestiones salariales se las realiza en el marco de un diálogo sincero y en el mayor de los respetos. En Tucumán se acabaron las huelgas policiales.

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