In memoriam: adiós a Sarrulle, juez ético y republicano

In memoriam: adiós a Sarrulle, juez ético y republicano

25 Mayo 2020

Jorge Enrique David

Conjuez de la Cámara Federal de Apelaciones

“Sin amigos nadie querría vivir, aún cuando poseyera todos los demás bienes”, señala Aristóteles en “Ética a Nicómaco”, un verdadero tratado sobre la amistad. Tengo el orgullo y el honor de haber sido amigo del “Canario” Oscar Sarrulle, quien imprevista e inoportunamente nos dejara hace unos días. En estos tiempos de devaluación (no sólo de la moneda, sino también de la palabra dada, de las promesas hechas, de los compromisos asumidos y de los juramentos sellados), la figura de Oscar recobra para mi otra dimensión y un significado diferente. Como juez, mantuvo siempre incólume su compromiso ético con la ley y con los principios republicanos. Como ser humano, conservó indelebles los valores de la piedad y el amor al prójimo, que se reconfiguraron en los últimos tiempos con su profunda devoción mariana. Con su fino pensamiento jurídico y su experiencia en los estrados provinciales y federales, siempre le daba “una vuelta de tuerca” -como le gustaba decir-, a cualquier hipótesis que se le presentaba en la magistratura. Como intelectual, supo alimentar las búsquedas de los demás para pensar no sólo el Derecho, sino la vida misma y la trascendencia espiritual. Fue maestro y mentor. Como amigo, sabía aconsejar buena y generosamente, algo poco frecuente. Parco pero de mirada profunda y palabras certeras, serio pero dueño de un sentido del humor que explotaba con prolongadas e inocentes risas de niño. Teñido de conceptos que le llegaron desde la Psicología, tuvo la habilidad y el coraje de encontrarle el sentido y la justificación a la pena (en el sentido jurídico), en momentos en que era políticamente correcto caminar por los senderos del abolicionismo. Para él, la pena era una consecuencia del “mal uso” de la libertad que debía impactar en el inconsciente del sujeto y la impunidad el efecto social más pernicioso. Querido Canario, me queda la tristeza de no poder continuar tantas conversaciones prometidas y tantas ideas sin discutir, pero al mismo tiempo tengo la alegría de corazón y la seguridad de que vas a llegar a ver, como dice Charly García en “Rezo por Vos”, la Cruz al amanecer.

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