La crisis del crudo hizo tambalear al PJ y gestó el “Rodrigazo”

La crisis del crudo hizo tambalear al PJ y gestó el “Rodrigazo”

Precios congelados y sueldos moderados hicieron caer la inflación, pero la suba del barril puso en crisis el Pacto Social.

MINISTRO EN 1975. Celestino Rodrigo, repentinamente, devaluó el tipo de cambio comercial al 160% e hizo aumentar las naftas un 181%. MINISTRO EN 1975. Celestino Rodrigo, repentinamente, devaluó el tipo de cambio comercial al 160% e hizo aumentar las naftas un 181%.
27 Abril 2020

La “Crisis del Petróleo” fue un cimbronazo para la Argentina. Fue una de las causas que encalló el “Pacto Social”, el acuerdo entre el Estado, el sector privado y los trabajadores que impulsaba el peronismo, vuelto al poder tras casi dos décadas de proscripción, para dar una solución a la crisis económica que había encontrado. Y, a la vez, para recrear condiciones socioeconómicas de los tiempos de su primer gobierno.

El de 1973 fue un año conflictivo en la Argentina. Había llegado a su fin la dictadura autodenominada Revolución Argentina, un régimen ilegítimo de políticas conservadoras y economía neoliberal, que cerró la mitad de los ingenios tucumanos e hizo emigrar a centenares de miles de comprovincianos desocupados.

La violencia social fue todo un fenómeno emergente. Correntinazos, Rosariazos, Tucumanazos y Cordobazos tumbaron a Juan Carlos Onganía en 1970 y a Roberto Marcelo Levingston al año siguiente. Alejandro Agustín Lanusse y el “partido militar” en que habían devenido las Fuerzas Armadas, debieron aceptar que no podía mantenerse al peronismo en el ostracismo. Pero su regreso tampoco fue sencillo. Héctor Cámpora ganó los comicios (los golpistas habían levantado la proscripción del PJ, pero no la de Juan Domingo Perón, exiliado en España), aunque gobernó sólo 49 días. Luego fue el turno de Perón, quien se impuso en los comicios y fue Presidente por tercera vez.

“La cartera de Economía quedó a cargo de José Ber Gelbard, bajo cuyo mando se intentaba restablecer la alianza social que diera origen al peronismo, es decir, la conjunción entre la pequeña y la mediana empresa de capital nacional y ‘mercado internista’ y el movimiento obrero, nucleado en la CGT. El Estado debía volver a jugar un rol decisivo a través del financiamiento de la producción nacional”, sintetiza Mario Rapoport en “Historia económica, política y social de la Argentina: 1880-2003” (Emecé, 2007).

El objetivo era amplio: crecimiento económico, redistribución del ingreso, fortalecimiento del mercado interno e industrialización. Pero la situación económica y social del país y el contexto internacional diferían mucho del de la segunda mitad de la década del 40. Rapoport evoca, por caso, que el capital extranjero se había tornado preponderante en diferentes ramas de la industria, y que en otros rubros directamente había desplazado al capital nacional. “El campo” era otro foco de tensiones. Arrastraba un largo estancamiento, que en el peronismo atribuían a la falta de inversión privada para renovar tecnología; mientras que los productores lo achacaban al exceso de intervencionismo estatal.

El 8 de junio de 1973 -puntualiza el historiador- se rubricó el acuerdo formal entre el Gobierno, los sindicatos y la industria. El compromiso incluía el congelamiento de precios, un alza general de los sueldos en $ 200 mensuales y la suspensión de las negociaciones colectivas salariales por dos años. Con “el campo” se acordó una suba de los precios mínimos de los productos agropecuarios, incentivos fiscales y una política crediticia favorable.

“El éxito de la gestión dependería de la capacidad de los dirigentes sindicales para contener mayores demandas salariales de los trabajadores, de la confianza de los industriales en el equipo económico gobernante y del apoyo de los sectores rurales”, reseña.

El plan arrancó con el pie derecho. En 1973, las exportaciones agropecuarias crecieron el 86%. Las reservas se triplicaron, y pasaron de 530 millones a 1.400 millones de dólares a lo largo de 1974. La inflación se desaceleró a fondo: la de 1972 había sido del 61%, mientras que la de 1973 fue del 17%, pese al aumento del salario real del 13%. Pero -se lee en “Historia económica…”-, también el gasto público aumentó de manera acelerada: pasó de 29.400 millones de pesos en 1972 a 45.700 millones en el 75”. El déficit fiscal se triplicó: pasó de representar el 5,2% a equivaler al 15,9% del PBI.

Pero llegó la “Crisis del petróleo”. Por la suba del crudo, los productos petroleros pasaron a representar del 3% al 15% de las importaciones, describe Rapoport. Los costos se dispararon, pero los empresarios no podían trasladarlo a los precios, por el pacto de congelamiento. Comenzaron, entonces, las violaciones al acuerdo. Y con ello, la presión de los sindicatos no peronistas (contagiada a los gremios del PJ) para que subieran los salarios. El Gobierno dispuso un subsidio cambiario, que ocasionó una acelerada pérdida de las reservas.

El Pacto Social comenzó a crujir. Sólo el liderazgo de Perón lo hacía resistir. Pero él murió el 1 de julio de 1974 y lo sucedió su tercera esposa, María Estela Martínez, quien a poco de asumir reemplazó a Gelbard por Alfredo Gómez Morales y encumbró progresivamente a José López Rega.

El panorama externo se complicó, las exportaciones cayeron y las importaciones se encarecieron. Internamente, en mayo de 1975 debían reanudarse las negociaciones salariales, porque vencían los dos años de prohibición del Pacto Social. “Muchos sindicatos obtuvieron incrementos del 100% y en el equipo económico no hubo reacciones. Pero el 2 de junio, Morales fue desplazado del Ministerio de Economía por recomendación de López Rega, ocupando su lugar Celestino Rodrigo”, consigna Rapoport.

El nuevo funcionario dispuso un “sinceramiento” repentino de las variables macroeconómicas. En nombre de “combatir desajustes”, el tipo de cambio comercial fue devaluado en un 160%. Con el argumento de reducir el déficit fiscal eliminando subsidios, y dada la “Crisis del Petróleo”, hubo reajuste tarifario que, en el caso de las naftas, supuso un aumento del 181%. Equivaldría, hoy, a que el litro de nafta súper de YPF, valuado en 55,47 pesos, aumentará hasta alcanzar los 156 pesos. El precio del transporte público aumentó el 75%. Como si el pasaje urbano de la capital tucumana, que desde diciembre cuesta 30 pesos, mañana pasará a valer 52,50 pesos.

El resultado de “El rodrigazo”, resume Rapoport, fue que la inflación se disparó con violencia, los argentinos que podían hacerlo corrieron a refugiarse en el dólar y las reservas se derrumbaron. El déficit fiscal escaló sin pausa. El Gobierno, rompiendo con su cimiento político tradicional, desconoció los convenios laborales y redujo las subas salariales ya acordadas al 50%. La presión de las bases fue insoportable y terminaría con el alejamiento de López Rega, la renuncia de Rodrigo y la asunción, en el ministerio de Economía, de Antonio Cafiero. 

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