Un ex gendarme relató lo que vio en 1976

Un ex gendarme relató lo que vio en 1976

Ante los jueces, Omar Torres aportó datos acerca de la represión en centros clandestinos.

TESTIMONIO. El ex gendarme Torres cuenta los hechos observados en 1976. FOTO DE VALERIA TOTONGI  TESTIMONIO. El ex gendarme Torres cuenta los hechos observados en 1976. FOTO DE VALERIA TOTONGI
28 Febrero 2020

El relato de un ex gendarme que presenció ejecuciones y torturas de Tucumán aportó datos sobre quiénes participaban de la represión ilegal en centros clandestinos de detención en la provincia, durante el Operativo Independencia (1975-1976) y en la dictadura, luego del golpe de Estado.

Omar Torres estuvo destinado a Tucumán en 1976. Su declaración fue fundamental para identificar el lugar de una fosa con cuerpos de personas desaparecidas, en el Arsenal Miguel de Azcuénaga. El testimonio figura en el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).

Estuvo en la fuerza hasta 1983, recibió varias sanciones y renunció “porque no podía seguir en una institución con la que no estaba de acuerdo”, dijo ante los jueces Gabriel Casas, Carlos Jiménez Montilla y José Camilo Quiroga Uriburu.

El juicio “Operativo Independencia II”, en el que se juzga a 25 imputados por crímenes como asesinatos, torturas y secuestros, entre otros, comprende cinco procesos judiciales acumulados: la segunda parte del juicio “Operativo Independencia”, la causa “Tártalo”, que aborda hechos ocurridos en la Jefatura de Policía y tres procesos referidos a los centros clandestinos “Arsenal” y “Reformatorio”, que incluyen dos víctimas nuevas (el senador provincial Dardo Molina y el sastre Osvaldo Muñoz), e incorpora a dos nuevos imputados.

Durante la audiencia, Torres identificó a un militar de apellido Lafuente y a Ernesto Rivero (imputado en esta causa) como las personas que daban las órdenes a los gendarmes y soldados. Ambos estaban presentes en las ejecuciones de prisioneros, afirmó. “De los interrogatorios y torturas participaban militares y policías. Ellos rotaban cada 10 o 15 días entre las provincias: iban a Rosario, a Mendoza o a Córdoba”, añadió.

Antonio Domingo Bussi -jefe del Operativo Independencia desde diciembre de 1975 y gobernador de facto desde el golpe de Estado de marzo de 1976- llegaba al centro clandestino de detención en el Arsenal con un grupo de oficiales, relató Torres. “Venían 20 o 30 y cada uno ejecutaba a un prisionero, con un tiro en la cabeza”, denunció. Entre ellos, identificó a un teniente Apestey, cuya función era “asesino, como los otros”, dijo y a un gendarme de apellido Barraza (el nombre de uno de los imputados es Celso Barraza).

Según el ex gendarme, en los lugares de detención se llevaba registro: “Era un libro grande, donde estaban los nombres, apodos y características de los prisioneros”. A (Alberto Humberto) Montes de Oca, otro imputado, lo conoció cuando lo trasladaron a La Quiaca. Otro gendarme que declaró en juicios por delitos de lesa humanidad lo denunció como uno de los represores que estuvo en Tucumán.

En el Arsenal, en el Reformatorio y en La Escuelita de Famaillá se interrogaba a los detenidos con torturas, aseguró.

Ante la duda del defensor Edgardo Bertini acerca de la fecha en que estuvo en Tucumán, respondió que los legajos están adulterados: “la propia Gendarmería se encargaba de borrar los destinos cuando nos mandaban a Tucumán o a lugares que querían esconder”.

Torres fue el último testigo de la jornada en la segunda parte del juicio Operativo Independencia. Antes que él pasaron, entre otros, Julio César Varela, por videoconferencia desde Mendoza. Varela era conscripto cuando lo destinaron a venir a Tucumán con el Regimiento de Infantería de Montaña 11 de Tupungato y el RIM 22 de San Juan vinieron a Tucumán para el Operativo Independencia. “Fuimos destinados al Ingenio Lules”, dice Varela. Allí vio personas detenidas, que eran sometidas a interrogatorios.

También por videoconferencia declaró Orlando Enrique Sesto, hermano de Lidia Estela Sesto, una joven mendocina que estudiaba Derecho en la UNT, a quien dieron por muerta en agosto 1976, durante un tiroteo en la casa donde vivía, pero sin que se hallara su cuerpo. Su padre viajó a averiguar qué le había pasado y lo detuvieron durante una semana en una comisaría de Tucumán.

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