Girri y su austeridad poética

Girri y su austeridad poética

A 100 años del nacimiento del autor.

TESTIGO DE LA DUALIDAD. “Decir la palabra y enfrentarse con el objeto que nombra es lo mismo”, escribió Girri. TESTIGO DE LA DUALIDAD. “Decir la palabra y enfrentarse con el objeto que nombra es lo mismo”, escribió Girri.
09 Febrero 2020

COMPILACIÓN

ALBERTO GIRRI 

EL  ASCETA DE LA POESÍA

ALINA DIACONÚ

(Vinciguerra - Buenos Aires)

Si no es fácil compilar ninguna antología, lo es mucho menos cuando se trata de un autor difícil. Es precisamente el caso de Alberto Girri: el asceta de la poesía, la antología que Alina Diaconú acaba de publicar a través de la Editorial Vinciguerra -en la colección Los Maestros, que dirige Antonio Requeni- con el auspicio de la Fundación Argentina para la Poesía.

Alina Diaconú mantuvo una estrecha amistad con el poeta cuyo nacimiento, ocurrido hace cien años, acaba de recibir un merecido homenaje en la Fundación Internacional Jorge Luis Borges.

Dicho vínculo podría constituir un obstáculo en relación a la objetividad de su visión de la obra girriana, si no fuera por esa distancia crítica que Alina, gracias a su propio trabajo interno y espiritual, ha logrado, del mismo modo que debido a la severa irradiación de una poética tan austera y antidemagógica como la que distinguió a Girri.

Existen otras antologías de su poesía, entre las que se destaca la de María Kodama. Junto con ella, El asceta de la poesía tiene la virtud de una mirada cercana y concisa, tanto de la obra poética como de los fundamentos que la sustentan y que Diaconú cita expresamente.

Pensamiento oriental

No menos interesante es el acento que Diaconú pone en el costado filosófico y trascendental del poeta, tema sobre el habría mucho que abundar en otro estudio. Porque la adhesión de Girri por el pensamiento oriental no fue –parafraseando la pregunta que le hace Jorge Cruz en el estupendo reportaje “Cuestiones y razones”- “un tanto simplista”, porque el poeta, al adentrarse tan hondamente en la filosofía advaita no lo hizo como quien toma un atajo de la gran poesía religiosa occidental que, por lo contrario, atravesó su obra toda (la propia y la de los grandes poetas ingleses que tradujo magistralmente). Ocurre que él coincidía del modo más genuino y esencial con la concepción que, como es sabido, postula la unidad de todo lo existente en la diversidad de las apariencias, de la maya; es decir el no-dualismo. No es ningún secreto que su poesía misma va en esa dirección metafísica y, aún compartiendo aquello de que el observador es lo observado: “decir la palabra –escribió- y enfrentarse con el objeto que nombra es lo mismo”.

Su obra fue ante todo testigo de esa dualidad que rige el mundo -“con el número dos nace la pena”, escribió Marechal- como declara Girri explícitamente en su poemario “En la letra, ambigua selva”. De ahí su énfasis en el reconocimiento de la duda, de la contradicción, paradójicamente unidas a una búsqueda hasta podría decirse mística del ser, así como también su apelación irrestricta a la ética como una “condición necesaria” (diría el poeta) de la estética y viceversa. Valores estos que son inescindibles de toda concepción trascendente y no sólo de la hindú.

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