María Blanca Nuri, una hacedora con el fuego de la cultura

María Blanca Nuri, una hacedora con el fuego de la cultura

La conductora del programa “Los juegos de la cultura” que se emite por CCC es dueña de varios saberes. La arquitectura y el psicoanálisis.

Un rumor a esteros, a río Dulce, se posa en su charla. Escucha. Sonríe. Acota. Pregunta. Mirada afectuosa. El protagonista es siempre su entrevistado. Ella lo sabe. Por eso lo escudriña sin que este se dé cuenta para que hacerlo caminar por sus profundidades con naturalidad. La curiosidad la ha llevado a navegar en varios saberes con la brújula del arte, del pensamiento. María Blanca Nuri es psicóloga, arquitecta, dramaturga, pintora. Es también la hacedora de Los juegos de la cultura, programa que se emite por Canal 12 de CCC hace 23 años. De perfil bajo, esta dama santiagueña, aquerenciada en Tucumán, no ha perdido esa tonada gustito a mistol.

- ¿Cómo fue tu desembarco tucumano? ¿Tenías ya en Santiago del Estero algunas de las inquietudes que fueron surgiendo y concretándose luego?

- Fui construyendo mi nombre en la corriente de circunstancias de mi propia historia. A veces tranquilas, a veces tumultuosas pero siempre fecundas. Vengo de varios desiertos, soy descendiente de armenios, árabes, santiagueños y yo misma desembarqué a la vida en Santiago del Estero. Hoy, pensando en el tiempo vivido, puedo descubrir una cadena de causas que, de un modo particular, me sujetan a este tiempo y lugar. ¿Cómo no pensar en mi abuelo, que sabía hablar y escribir armenio, árabe, español, latín, francés, esperanto y se enviaba cartas con otros defendiendo el sueño de tener un idioma en común entre todos los hombres y mujeres del mundo, o en mi madre y padre, trabajadores incansables que me legaron el sueño de estudiar, como ellos no lo pudieron hacer? Desde mi adolescencia me inquietaba aprender idiomas, acercarme a distintas formas de manifestación artística. Era muy curiosa y me atraía una cuestión que mi padre expresaba con un dicho: “Conociendo la estación, conoces el pueblo”. Es decir ejercía cierta fascinación en mí esa idea de descubrir en un indicio todo el mundo que puede contener. En otras palabras, hacía referencia a las posibles lecturas que se pueden hacer de un lugar y de la gente que lo crea y lo habita, un punto contiene un mundo como en el Aleph, de Borges.

- ¿Qué te atraía de la arquitectura? Como docente te orientaste hacia la cultura y las comunicaciones…

- Lo dicho me atrajo de la arquitectura. Descubrir a los hombres y mujeres que crean y habitan las casas, los pueblos, las ciudades, que la gozan, que la sufren o son felices en ellas. Cuando veo imágenes de sitios destruidos, pienso en quienes los soñaron y los construyeron, en todos sus afanes, en toda la vida que habitó esos lugares y hoy, guerras, catástrofes climáticas, o desidia de gobernantes los “tiran abajo” o los “dejan caer”. Lo lamento profundamente y siento en muchos casos impotencia. Acontece y aconteció en Tucumán con una herencia histórica valiosa. Huelgan los ejemplos para los que conocen Tucumán. Las materias a las que me dediqué en docencia e investigación fueron Integración cultural, Historia de la Arquitectura - varias- y Comunicación, hoy Morfología. Todo lo antes dicho explica, en parte, el porqué.

Nació en Santiago del Estero. Se recibió de arquitecta y de psicóloga en la UNT; docente e investigadora entre 1970 y 1887, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo; becaria del Fondo Nacional de las Artes, del Conicet. Conduce desde 1997 “Los juegos de la cultura”, programa recibió en 2000 el Premio Santa Clara de Asís. Es miembro fundadora del Seminario Psicoanalítico de Tucumán; presidió Dramaturgos Asociados de Tucumán. Es autora de “Eros Café”, “Arrégleme la cabeza”, “La niña de la niebla” y “El analista”, entre otras obras teatrales.

- ¿Cuáles fueron los ejes de tu investigación sobre la Caldera, los poblados de los Valles Calchaquíes salteños y Antofagasta de la Sierra-Catamarca?

- La tarea consistía en preservar el lugar. Recorría, junto a Roque Gómez, valioso arqueólogo y arquitecto amigo, los poblados, delimitábamos áreas de valor histórico, proponíamos obras y normativas de crecimiento. En otros términos intentábamos preservar los aspectos urbanos y arquitectónicos y en ello, el espíritu del lugar, verdaderos testimonios de nuestra historia. El pasado sienta bases, funda nuestras vidas. No podemos volver al pasado, pero sí podemos leer en él la concatenación de causalidades que nos instalan en un presente y tiñen nuestras propias utopías que lanzamos al futuro. Desconociendo el pasado corremos el riesgo de repetir inconscientemente, sin posibilidad de modificar la realidad. Esto lo digo pensando tanto en el orden subjetivo como social.

- Estudiaste luego psicología. ¿Qué te sedujo de ella? ¿Tu abordaje es psicoanalítico?

- Decir luego es relativamente cierto. Como aconteció en mi vida, y en eso creo no ser original, las mutaciones se van gestando sin que tengamos plena conciencia de ello hasta que lo puse en acto. Tomé la decisión. O sea que en un sutil deslizamiento me fui introduciendo desde la arquitectura en otro campo del saber. En segundo año de la carrera de Arquitectura, me inicié en la docencia como ayudante estudiantil, en la materia “Integración cultural”, creada por el arquitecto Alberto Nicolini, a quien agradezco esa iniciación. Convocó a la psicoanalista Clara Espeja, una maestra en esa disciplina, quien nos introdujo en la teoría del psicoanálisis y en cierto modo, en la práctica. Recuerdo al doctor Mauricio Abadi que hacía verdaderas maratones de psicoanálisis y era capaz de desarrollar un tema ligado a otro, otro y otro. Un ejemplo de lo que se puede cuando alguien es llevado por el deseo en relación con un saber y a un hacer. Por mi parte, recurrí a mi análisis personal, cuando estaba atravesando una situación de duelo. Fue una experiencia transformadora, con efecto inefable en mi vida; en tanto es imposible de abarcar con palabras. Continué varios años. Un buen día descubrí que había adquirido una herramienta para pensar mi propia vida, que no es otra cosa que conectarme con mi deseo, enraizado en mi historia personal. Me permitió tomar conciencia de mi realidad, aceptarla y modificarla en la medida de mis posibilidades, a la vez que me autorizaba a la vida. Esta experiencia previa fue causa de mi decisión de estudiar psicología. Mi formación en psicoanálisis empieza antes que la carrera, continúa en forma paralela a los estudios en la Facultad de Psicología de la UNT, en el Seminario Psicoanalítico. Sigue hasta el día de hoy en distintos ámbitos. Estudiar en la Facultad me abrió un campo muy amplio para el ejercicio de la profesión, a la vez que reafirmó mi decisión inicial, desde el conocimiento adquirido. ¿Por qué psicoanálisis? Porque yo misma lo viví y aprehendí. Sé de su efecto transformador y fecundo. Porque puede liberar de muchas dependencias nocivas. Porque sí, cura, como dice el doctor Juan David Nasio.

- ¿Qué te llevó a iniciar “Los juegos de la cultura” hace 23 años? ¿La propuesta inicial fue sufriendo cambios a lo largo del tiempo?

- Inicié Los juegos… como un juego sin saber cuánto perduraría. Había recorrido 20 años de docencia universitaria, algo muy valioso en mi vida. Y quería continuar. Era un nuevo recurso. La idea fuerza -integración cultural- da a todos las disciplinas (no solo el arte) y a la relación de cada hacedor con su saber y con su producto. Su posición subjetiva frente a las circunstancias, sus valores y mucho más. No sabía si continuaría por seis meses, un año o más. Hoy llevamos 23 años de programa. Evidentemente estaba muy conectado a mi propia identidad, más allá que la misma es dinámica. Mis herramientas: poder escuchar, ejercicio psicoanalítico si lo hay, trabajo con la palabra en distintas disciplinas y con la creación artística, recursos variados. Arquitectura, psicoanálisis, arte, por decirlo en términos muy generales, están arraigados en mis vivencias y son las fundaciones que hoy sostienen esta construcción subjetiva que es mi programa. Ha variado a través del tiempo, pero el espíritu que le dio origen se mantiene. Hubo también allí un deslizamiento: de entrevista a diálogo. Es una apuesta cada vez más personal. La escenografía está definida por mis pinturas, la mesa lleva una pintura sutil en la base y sobre ella, la firma de los distintos invitados, la canción que hace de cortina es letra de mi madre: Blanca Turk y la música creación de un sobrino, Horacio Mejail. Con el tiempo esto se fue marcando: los invito a entrar en mi espacio. Hay algo de hogar, de fuego de la cultura, como dijo Adolfo Colombres. Creo que así lo sienten mis invitados.

- ¿Qué entrevistados te impactaron más? ¿Cuál fue la entrevista que más te costó?

- Son muchos. Cada entrevistado merecería un comentario particular. En general, llegan bien dispuestos. En otras tengo que captar su interés. Recuerdo que el doctor en Filosofía Víctor Massuh quería saber al momento de acordar la entrevista, qué le preguntaría. Lancé la primera. ¿El lenguaje poético atenta o ayuda al despliegue del pensamiento filosófico? Siguieron muchas más... Jorge Guinzburg fue difícil y un gran logro al final. Viajé a Buenos Aires, llegué un día de tormenta, en horario, tuve que esperar. Terminó su programa de radio. Salió, saludó, fuimos a un gran estudio de grabación, se puso su piloto, y se sentó de costado en la silla. Toda su postura y actitud decía: “pregunta rápido que ya me tengo que ir”. Apelé a una interpretación del tiempo que nos corre, y más corre en Buenos Aires. Algo resonó en él, se fue relajando y capturé su interés. Desde su intención de 10 minutos llegamos a la hora. La batalla librada se puede ver en la entrevista. Lamento no haber grabado lo que siguió, se quedó. Sí, se quedó hablando de psicoanálisis media hora más. Hubiera tenido una segunda tan jugosa como la primera. Lejos estaba de sospechar él y yo ese resultado.

- ¿Cómo conjugas la arquitectura, la psicología, la dramaturgia, la pintura, el diseño, la escritura, la gestión cultural, la docencia, el programa televisivo, la escritura de artículos de la revista de CCC?

- Conjugar. Sugerente palabra. Juego, creo con las personas, en todo lo que hago necesito compartir de una y otra forma con otros, juego con cada recurso. Con-juego con el teatro y el psicoanálisis. Resulta una obra (en la que los protagonistas son Freud y Einstein y se preguntan sobre el porqué de las guerras); con-juego con el arte, la docencia, la integración cultural, el psicoanálisis y hago un programa de TV. Realizo una gestión cultural, diseño y fundo El Mayo de las Letras; el psicoanálisis me sostiene; la palabra es protagonista y la arquitectura y el arte son recursos. Cada cruce abre mundos. He descubierto que sumar me lleva al cero. Sumo y soy cada vez más consciente de mi propia finitud. Voy errabundeando, por esto de errar vagando en busca del modo más auténtico de vivir. Soy nómada.

 - Las virtudes y las asignaturas pendientes de la cultura tucumana, según tu mirada.

- Hemos perdido el ejercicio de conjugar utopías. Las necesitamos. La gran deuda es que nuestra sociedad se transforme en una sociedad en la ley esté por encima de todos. Una cultura que fortalezca a ciudadanos críticos capaces de trazar un proyecto de sociedad que expulse a todo aquel que crea ser ley y asuma un autoritarismo depredador de valores. Que la vida y la palabra de Juan Bautista Alberdi no haya acontecido en vano. Transmitir le da sentido a mi vida.

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