“Uno descubre que es argentino cuando está en el exterior”

“Uno descubre que es argentino cuando está en el exterior”

La escritora fue testigo por casualidad de un momento clave de la historia. Estuvo el 9 de noviembre de 1989 en Berlín, día en que cayó el muro; su libro Otoño alemán recuerda la ciudad y su gente durante esos años.

“Uno descubre que es argentino cuando está en el exterior”
19 Enero 2020

Es una tarde de diciembre y Liliana Villanueva llega al bar con una camisa blanca, pantalones oscuros, el cabello largo en rulo, las pecas en el rostro, una vincha negra y un libro de tapa amarillenta que en la portada dice Japón y China. Cuenta que lo sacó de una biblioteca enorme que le compró a un uruguayo, doce cajas llenas que guardó hace tiempo en su casa y que recién ahora empieza a descubrir.

A escribir empezó quizá gracias a una prima, que vivía en Alemania y le mandaba cartas de unas veinte páginas a las que respondía con otras dieciséis y a las que entendía como crónicas. O quizá gracias a ese diario íntimo que tuvo de chica, en el que creaba historias algo siniestras. O quizá fue por el taller de la escritora Hebe Uhart, al que llegó para hacer su primera novela. Liliana es argentina pero vivió en Rusia, en Alemania y un tiempo en Sudáfrica.

Dice que América Latina suele ser la meta del viajero, que los argentinos recién estamos empezando a salir y a escribir sobre viajes. Tiene un hijo al que fue a visitar a China y en noviembre pasado publicó Otoño alemán.

- ¿Esa mañana del 9 de octubre sentiste que algo cambiaba?

- Hacía dos años que todo se movía en Europa por la salida de Mijaíl Gorbachov. Y Alemania del Este había empezado a cambiar mucho a partir del verano, estaban más relajados desde el gobierno. Yo fui una privilegiada porque pude meterme en historias de familias de todo el país. Y también tuve la suerte de mudarme a Berlín un mes antes de la caída del muro. Así me convertí en una especie de guía turística, algo que les pasó a todos los que estaban ahí. Berlineses y no. Todos querían ir a Berlín y ver qué pasaba.

- ¿Por qué te fuiste?

- Siempre sentí una necesidad de fuga. Todavía la siento aunque estoy más tranquila. Creo que algo tiene que ver que mi madre murió en la dictadura y yo me enteré después que estaba organizando una fuga a Barcelona. Era partera y quería buscar trabajo en una clínica. Su último año de vida fue una cosa muy rara, estuve diez días sin saber dónde estaba. Eso quedó en mí desde chica. Además tenía una prima en Hamburgo, que era periodista y que me mandaba cartas y me contaba de Alemania.

- ¿Por qué ahora el libro?

- Tuve mucho que procesar. Pero no fue buscado el tema de los treinta años del muro. Tenía crónicas urbanas de Berlín y pensaba un libro de crónicas y de personajes y sin querer empecé con esto. Tenía una imagen muy fuerte de hojas secas, las vi y supe que tenía que escribirlas aunque entonces no escribía, era arquitecta. Yo arranqué por causalidad, desde Moscú, para una agencia de noticias. Con crónicas de viajes. Después de eso volví a la Argentina, en el 2000, y me anoté en el taller de Hebe Uhart.

- ¿Cómo fue el trabajo de investigación?

- Fue recuperar memoria, quedarse, observar, porque hay mucha separación en el tiempo. Quería captar olores, sensaciones. No tomé notas, fue todo memoria. El último texto era una pequeña crónica que se llamaba El silencio de Berlín y que había escrito para el taller. Tenía la imagen de las hojas en otoño y no sabía qué hacer. Durante años intenté ese principio y no sabía adónde iba a llegar. Otoño alemán no es una crónica al lado de la otra, va para atrás y para adelante en el tiempo, no es un libro de viajes. Es una mezcla.

- ¿Qué es la lengua materna para quien vive lejos?

- Es refugio. Muchas veces me sentí perdida y lo que necesitaba para encauzarme era escuchar mi idioma. Aunque no era consciente. La lengua materna es tu identidad. De tu cultura te podés desprender un poco. El idioma lo tenés adentro. Te conforma. Aferrarte a tu idioma es como no perderte. Es un desafío. No escuchaba tango y jamás escuché tanto tango como en Berlín.

- ¿Hay algo de tristeza en ese recordar?

- Uno descubre que es argentino cuando está en el exterior. Hace unos días pensaba que viajar es estar allá. Cuando leés sobre viajes, la definición es un sujeto en movimiento que va de un punto a otro. Viajar es estar allá. Vivir afuera es estar allá. Aunque en el momento digas “estoy acá”. Es una especie de incomodidad mental, de no ser del todo aceptado aunque la gente te acepte. Está dentro de uno. Yo a veces me siento un objeto extraño. Soy extraña porque estoy allá.

© LA GACETA

PERFIL

Liliana es arquitecta y escribe. Trabajó en varios estudios de renombre, en uno muy importante de Alemania, y ya publicó cuatro libros. Fue reconocida por sus diseños y está trabajando en un quinto libro. Las clases de Hebe Uhart recibió el Premio del Lector de la Fundación del Libro de Buenos Aires en 2015. Acaba de publicar Otoño alemán. También es autora de Lloverá siempre. Las vidas de María Esther Gilio, Sombras rusas y Maestros de la escritura.

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