La partida de los frailes franciscanos: “Me siento como una oveja que se queda sin pastor”

La partida de los frailes franciscanos: “Me siento como una oveja que se queda sin pastor”

Los fieles expresaron su dolor en una manifestación. Video.

Desde hace 50 años Cristina Cruz va a la misma iglesia todos los días de su vida: a San Francisco. “El día que salió la nota en LA GACETA sobre la partida de los frailes lloré encima de la hoja. No me podía reponer. Yo ayudaba en la misa y también luchaba para que no cierren el templo. ¿Y ahora qué voy a hacer?”, se pregunta con la mirada fija. “Me siento como una oveja que se queda sin pastor”, grafica Cristina, un poco antes del inicio de la celebración, con el templo franciscano repleto de fieles, más que otras veces.

Con esa misa concluyó anoche por la tarde el abrazo simbólico al templo que se realizó en la esquina de 25 de Mayo y San Martín. Cuando la cantidad de convocados superó los 200 fieles la policía cortó la circulación vehicular y los organizadores, todos laicos autoconvocados, pusieron una mesita con un mantel blanco y encima colocaron una imagen de San Francisco, en medio de la calle.

La decisión de los frailes está tomada. Se van. En una carta a los fieles tucumanos explican las razones (ver “Carta de los frailes ...”). Pero muchos feligreses todavía abrigan la esperanza de que se les pueda arrancar a las autoridades de la orden provincial un “apenas mejore la situación, vamos a volver”, o un “quizás, podríamos alquilar una casa para vivir en fraternidad y entregar el monumento histórico para que lo refaccionen”. Todos sueños, puras hipótesis, que se dicen al aire.

Lo cierto es lo que decían los tres carteles que los parroquianos mantenían en alto durante la manifestación. El primero rezaba: “Por más vocaciones sacerdotales franciscanas”. Esta es la razón principal que esgrime la orden franciscana para retirarse de Tucumán. Los frailes son pocos y la mayoría ancianos, el promedio de edad es de 70 años y muchos están enfermos. Además no todos los frailes son sacerdotes, muchos son solamente hermanos que no pueden oficiar misa.

El segundo cartel decía: “Por la pronta restauración del templo”. Muchos fieles, como Cristina Cruz, no entiende por qué los gobiernos no se ocupan de restaurar el templo que es monumento nacional. “Cuando fui a Defensa Civil municipal a llevar una nota con firmas para que no cierren la iglesia, el director me contestó: dígales a los curas que lo hagan arreglar, ellos tienen plata”, cuenta indignada. Santiago Blanco, ministro de la Comunión e integrante de la Tercera Orden Franciscana Seglar, pide con toda su alma lo que dice en el cartel que levanta en alto: “Por la permanencia de los sacerdotes”. “Sólo nos queda rezar”, expresa casi con resignación Adela Tuttolomondo, también integrante de la tercera orden creada por San Francisco de Asís, y conformada por laicos. 

Cerca del estandarte franciscano Teresita Infante reza la corona franciscana de las Siete Alegrías de María. Reza el rosario y cuando termina confiesa que siente un gran dolor. Pero tiene esperanza. “Así como María y José caminaban por los pueblos sin tener dónde refugiarse, también nosotros nos sentimos sin nuestra casa de oración. Pero ellos se mantuvieron unidos porque eran familia. Nosotros también lo vamos a hacer”, confió.

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