Los DT recurrieron a las diferentes variantes que ofrece un plantel sólido

Los DT recurrieron a las diferentes variantes que ofrece un plantel sólido

En la lista de requisitos que todo equipo debe tener para transformarse en serio animador de cualquier campeonato, ayer San Martín tachó un ítem más.

A la solidez (que a esta altura es casi una marca registrada), a la idea de ser protagonista en cualquier cancha que pise, a la intensidad con la que juega cada partido y a la voracidad ofensiva que demuestra en cada duelo, ayer le sumó otro atributo: la madurez.

El “Santo” demostró que tiene temple para manejar los partidos, inclusive cuando no puede desplegar su mejor versión. Sabe que los duelos duran 90’ y que tarde o temprano va a tener una chance para sentenciarlos. Y espera paciente cual depredador que, agazapado, está a la expectativa de que su presa dé un paso en falso.

Contra Gimnasia de Jujuy, otra “bestia negra” que San Martín supo domar en los últimos años, y al que ayer igualó en el historial de enfrentamientos, el equipo dirigido por Favio Orsi y Sergio Gómez le costó mucho encontrar su mejor versión futbolística. Extrañó horrores a Gonzalo Rodríguez, pero no se desesperó. Pese a que el primer tiempo pasó casi sin pena ni gloria (el “Santo” sólo tuvo una jugada clara, en la que Luciano Pons cabeceó defectuosamente, con el arco vacío, una asistencia de Luis Aguiar) la serenidad fue su fiel consejera. Y es allí donde logró anotarse un nueva virtud para soñar con el máximo objetivo.

Porque no es fácil lidiar con un rival como el “Lobo” jujeño que sólo se esmeró en destruir y que estuvo a la espera de un “regalito” para lastimar. Mucho menos cuando la obligación de ir al frente y el ímpetu de la gente así lo exige.

Pero más allá de eso, San Martín no se volvió loco. Manejó los tiempos, puso la pelota bajo la suela cuando la situación lo requería y aceleró a fondo cuando tuvo enfrente la oportunidad para ponerse en ventaja.

Otro dato favorable que entregó el juego de ayer es que el plantel es un gran aliado que tienen los entrenadores. Cuando la dupla decidieron conformar un grupo largo; inyectando dosis justas de experiencia, juventud, calidad y rusticidad, no se equivocó.

Los grandes planteles son los que pelean grandes cosas y así lo está demostrando este San Martín. Porque la elasticidad del grupo le permite cambiar sobre la marcha cuando la mano no viene como todos la esperaban.

Ayer Aguiar no logró entrar en la sintonía fina que requería el duelo y Claudio Mosca perdió mucho recostado sobre el lateral derecho. Y los DT no anduvieron con vueltas: adentro Fernando Brandán y Lucas González, y problema solucionado.

“Las características de los futbolistas están por encima de cualquier sistema”, repiten casi a diario Orsi y Gómez y lo fundamentan dentro del campo. El 4-1-4-1 que no entregaba sorpresas sin “Turbo” en cancha, mutó en un 4-4-2 que buscaba agresividad a partir de la segunda jugada.

Por esa vía llegó el 1-0 que indicó el camino de una nueva victoria -la octava en el torneo y la quinta en seis juegos disputados en Bolívar y Pellegrini) y que destrabó un juego “chivo”.

Y con la ventaja en el bolsillo, el equipo jugó a lo que más le gusta. Se siente cómodo con espacios, sabe manejar los contragolpes y es rápido para las transiciones defensa-ataque. Por eso, a los pocos minutos le asestó el golpe de gracia al “Lobo”.

Pudo marcar más goles, sí. Pero con el juego liquidado se limitó a que los minutos transcurrieran. Eso sí, volvió a dejar su arco en “cero” e Ignacio Arce tiene invicta su valla en lo que va del torneo, jugando en casa.

San Martín gana, suma, sigue y se siente cada vez más cómodo con el traje de protagonista. Luce sólido, práctico, contundente y también muestra madurez. De a poco va encaminando la máquina de cara a la recta final; pero falta mucho. Debe seguir por esta línea, no confiarse y acelerar a fondo. Este equipo parece ser cosa seria.

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