“Me imagino a los poetas como cartógrafos del pasado”

“Me imagino a los poetas como cartógrafos del pasado”

Gabriela Massuh y su cuarta novela, con la Ciudad de Buenos Aires como eje. La amistad, forma de resistencia.

GABRIELA MASSUH. La escritora tucumana, durante la entrevista en su casa del barrio porteño de Palermo. GABRIELA MASSUH. La escritora tucumana, durante la entrevista en su casa del barrio porteño de Palermo. TÉLAM
22 Octubre 2019

La amistad como forma de resistencia y compromiso contra un proyecto de negocios inmobiliarios que puede arrasar la experiencia de comunidad es la clave de “Degüello”, de la tucumana Gabriela Massuh. Massuh (1951), que ya había escrito “El robo de Buenos Aires. La trama de corrupción, ineficiencia y negocios que le arrebató la ciudad a sus habitantes” retoma el tema desde la ficción y cuenta en su casa de Palermo sobre el proceso de escritura de “Degüello” y el rol de la poesía como posibilidad de una cartografía.

- Habías abordado Buenos Aires desde el ensayo. Ahora es el eje, pero desde la ficción

- El cambio de registro me generó alivio. “El robo...” fue una denuncia y, a su vez, una reflexión sobre la comunidad urbana, que de alguna manera carece de convivencia urbana en el sentido de urbanidad como respeto al otro, al espacio público, a la integridad. Tengo muchas investigaciones sobre la ciudad posteriores a ese libro, que es de 2014. Me resultaba tóxico escribirlas, necesitaba un ámbito de ficción que me contuviera de modo más poético. Había denuncias, datos, pérdida de espacios públicos, venta de hospitales, militarización, cercenamiento. Los personajes se complementan porque padecen igual la ciudad.

- En la novela los medios son caracterizados como adictos y, a diferencia de las redes sociales, no son lugar para informarse...

- Sí, es lo que siento con las redes sociales, que son tremendamente adictivas y es donde se puede encontrar algo que no está en otro lado. La información, que por lo general está manipulada todo el tiempo, en las redes permite una especie de catarsis.

- ¿Definís “Degüello” como una novela política?

- Absolutamente. Tres de mis cuatro novelas son políticas: “La intemperie” es como una diario posterior al 2001 y la otra anticipa la muerte de Santiago Maldonado: hay un porteño que se instala en una comunidad guaraní de Salta, se inmiscuye en la pelea por sus tierras y termina muerto. Es eminentemente política, porque además reflexiona sobre qué dice la literatura, qué debe decir, podría decir, podría cambiar. Las tres además tienen algo que admiro de la policial y política: la resolución de un misterio que quiere ser resuelto; en este caso, el misterio por el degüello. Fue un proceso oscuro; no podía escribir demasiado. Me preguntaba si era lícito meter tanta realidad, porque en la ficción nadie se pregunta eso.

- La poesía está muy presente en el vínculo construido por los protagonistas...

- Leo mucha poesía y en este caso me interesaba el río como tema recurrente, sobre todo en poetas como Juan L. Ortiz, Francisco Madariaga. Me pregunto cómo escribir de los ríos si están contaminados. El río simboliza el fluir del tiempo. ¿Qué hacer con toda la naturaleza que la poesía no puede retomar? Imagino los poetas como cartógrafos de territorios desaparecidos.

- En la novela, la amistad para María y El Topo es una apuesta política. ¿La pensaste así?

- Martín Kohan, en la presentación, dijo que en la novela todo está levemente corrido, los personajes están corridos del eje. Creo que pasa porque todos, de alguna manera, hemos sido expulsados y eso crea la necesidad de volver a formar una comunidad múltiple y con lazos, que es lo que hemos perdido con esta estratificación, con barrios criminalizados, con la protesta criminalizada, con torres para ricos. (Télam)

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