¿Cuánto dinero hay que darles a los chicos para que lleven al cole?

¿Cuánto dinero hay que darles a los chicos para que lleven al cole?

Especialistas comparten estrategias de consumo para tiempos de crisis.

Es uno de los temas recurrentes en los grupos de WhatsApp del colegio y, en particular, en el de las mamás que tienen hijos que ingresarán a la primaria el próximo año. Y eso se da en una coyuntura crítica con alta inflación. En ese contexto pensar que se suma un gasto más en la economía familiar preocupa. Los chicos pasarán más de cinco horas puertas adentro. Entonces surgen los interrogantes: ¿desde qué edad hay que darles plata? ¿Es mejor una mensualidad, un semanal o un monto fijo por día? Quizás nada, y cocinar en casa sea la respuesta. Con ejemplos y consejos financieros, el panorama se aclara en este mundo complejo que es la crianza.

Para empezar, algo ha cambiado en el consumo familiar. Porque antes “visitar” los mayoristas o las distribuidoras sólo se hacía cuando por delante había que comprar golosinas o snacks para cumpleaños o fiestas grandes. Ahora, padres y madres hacen compras mensuales para dividirlas y poner todos los días algo en la mochila de los chicos. Eso es lo que cuenta Valeria Passini, que tiene dos nenas que van a la primaria de un colegio de Yerba Buena. En los mayoristas compra golosinas, galletitas, magdalenas, entre otros dulces. “Este sistema nos permite ahorrar bastante, porque la merienda que comprás en el colegio supera ampliamente en costos a la del mayorista”, agrega.

Valeria confiesa que trata de no darles dinero a las chicas, porque en el quiosco escolar no hay variedad y “terminan comprando cualquier cosa”. Además, prefiere elegir qué comen, porque cuida su alimentación. De todos modos, una o dos veces al mes le compran a un ambulante que está con su carrito “con el objetivo de darle una mano”.

En esa misma línea, Natalia Gerez, también con dos hijas en un establecimiento educativo en el centro, coincide en que la mejor opción hoy es comprar en mayoristas, pero intercalando con comida casera. “El año pasado les pagaba la merienda. Costaba $ 35 por día. Era una chocolatada con tortilla. En la distribuidora hago una compra mensual o aprovecho las ofertas del súper. Elijo turrones, galletas, alfajores. Le pongo jugo o agua en un termo. También hago bizcochuelos y le mando en tupper”, describe.

Natalia agrega que en alguna ocasión les dio plata, pero al volver se dio cuenta que no les habían dado bien el vuelto o que compraron cualquier cosa. “Hasta que no manejen bien el tema de la plata, prefiero comprarles yo afuera. O darles frutas, como bananas y manzanas, y no papas fritas”, añade. Sus hijas tienen ocho y cinco años.

Fuera de quiénes compran en mayoristas, los padres y madres que no cocinan coinciden en que no se les puede dar menos de $ 20 por día, pero siempre con un jugo o agua en un termo que colocan en el bolsillo externo de la mochila. El máximo llega a $ 50. El monto también depende del horario de los chicos: si van por la mañana, ya desayunados, a las pocas horas tienen mucha hambre. En cambio, por la tarde van almorzados, por lo que no necesitan más que un snack.

Catalina Córdoba les da $ 100 los lunes, además de mandarles jugo y cereales, por la mañana. Como tienen doble escolaridad, a la tarde les da un paquete de galletas. Esa plata es para que vayan generando la “idea de ahorro” y que la manejen ellos a su gusto, comenta la mamá. “Tengo uno que es gastador y el mismo lunes se compra todo: un sandwich de $ 20, una gaseosa chica de $ 25 y una tirita de caramelos ácidos que ahora todos quieren, que se llama Extreme. Cuesta $ 35. También puede comprar juguitos congelados a $ 12 y tres caramelos por $ 10. Antes se llevaba un paquete de figuritas de $ 35. Así se va el ahorro (ja)”, detalla Catalina, mamá de dos varones, de ocho y nueve años.

Estrategias

El consumo que realizan los niños en el colegio no debería ser significativo para una familia, más allá de su situación económica, opina la docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT, María Florencia Correa Deza. Luego explica que podría ser analizado como una especie de bien de lujo del cual empezaríamos a prescindir a medida que el ingreso real disminuya. Y eso se hace visible en este contexto inflacionario. “La estrategia debería estar puesta en: primero ajustar marcas/calidad; segundo, buscar promociones en supermercados o comprar en mayoristas y tercero, producir alimentos en casa o procurar que lleven fruta.

Por otra parte, la economista del Laboratorio de Políticas Públicas y Estrategias Empresariales Noalab sostiene que el ahorro permite suavizar el cambio en el consumo. “Las familias más ricas y de clase media poseen márgenes para ahorrar, mientras que las familias más pobres no; gastan casi, si no todo, el ingreso en consumo, vivienda, transporte, entre otros rubros. Cuando los ingresos empiezan a alcanzar menos, las familias más ricas y de clase media empiezan a sustituir ahorro por consumo, mientras que las estrategias de las clases pobres se orientan a empezar a sustituir consumo ‘más caro’ por consumo ‘más barato’”, añade Correa Deza.

Cuándo darles plata

Cuando nos enojamos porque no estudian les reclamamos el costo del colegio ¡que nosotros elegimos! o nos quejamos de que no cuidan o no valoran lo que tienen, desde la carísima tablet ¡que nosotros les prestamos o regalamos! a la insignificante gomita de pelo que perdieron, sostiene Maritchu Seitún, psicóloga y autora de “Criar hijos confiados, motivados y seguros”. Ella opina que no hay que reclamarles y que no podemos hacerlos partícipes del presupuesto familiar, pero sí podemos conversar de lo que cuestan las cosas y plantearles: ¿se justifica el gasto? ¿Vale la pena?

Los chicos empiezan a manejar dinero entre los seis y los ocho años cuando entran al colegio primario, donde suele haber un quiosco para comprar, y cuando el ratón Pérez les “paga” los dientes caídos. En esa edad -señala Maritchu en un podcast del sitio de la revista Tigris- es bueno empezar a darles una asignación semanal que irá creciendo con la edad y la responsabilidad, y así aprenderán a organizarse, administrarse, a manejar pequeñas cantidades y a cometer errores de bajo costo.

“No seamos demasiado generosos con la asignación, es importante que no les sea tan sencillo alcanzar sus objetivos. Tampoco que sea tan costoso como para que se desanimen. Es bueno que aprendan a esperar, a ahorrar y a esforzarse para alcanzarlos. Tener poco dinero ¡aumenta su creatividad! Hacer pulseras, limonada, cuidar primos menores, cocinar galletitas. Se pueden hacer cosas muy divertidas en el afán de juntar algo de dinero”, resalta la especialista en crianza.

Los precios en los quioscos colegiales

- Entre $ 15 y $ 25 es el precio de jugos envasados de diferentes marcas.
- Desde $ 25 es lo que  cuestan los sandwiches. Hay combos con gaseosas a $ 50.
- Entre $ 15 y $ 45 cuestan los paquetes de galletitas dulces según sea tu tamaño.
- $ 20 es el precio promedio de las facturas.
- $ 10 es el precio de las tortillas.
- $ 30 cuestan las gaseosas de 300 cc.
- $ 60 cuesta un yogur firme. Uno con cereales, $ 70.

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