El legado de Leda Valladares vive en las voces de los chicos

El legado de Leda Valladares vive en las voces de los chicos

 LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO

“Qué bonita es mi quebrada/ ay, naranjal,/ la quebradita de Lules, llena de azahar/ en donde el pobre se divierte/ ay, naranjal/ bajo los cielos azules/ llenos de azahar.”

Esta es la última estrofa de “Ay, naranjal”, la copla más elegida entre los chicos de las escuelas de la provincia, que ayer se adueñaron de la plaza San Martín.

Más de 1.600 alumnos, de cuarto a sexto grado del ciclo primario, se congregaron a media mañana en el Encuentro de Canto Colectivo de Coplas, y aportaron sus vocecitas claras al 59° Septiembre Musical.

“Estamos acá con los chicos para rendirle homenaje a Leda Valladares, la gran artista tucumana, la investigadora incansable que recopiló coplas. Todo el cancionero ancestral del Norte ha podido ser impreso gracias a su trabajo. Cantó sola, y también con María Elena Walsh. Estamos conmemorando los 100 años de su nacimiento, que fue el 21 de diciembre”, explica Polonia Bordón, supervisora de Educación Musical de la zona centro (que incluye Leales y Cruz Alta).

Bordón valoriza la actividad: “para los alumnos y para los maestros, es muy importante porque desde la escuela reflotamos la copla. Si bien en los valles se la escucha, en las zonas urbanas y en el Este de la provincia no está presente. De ahí la importancia de conocer las vidalas en este evento, que es la suma de todos los encuentros, en clases, talleres y jornadas”. “Mi padre y toda mi familia, del Coyita de Tacusún, Quilmes, son de tradición coplera -cuenta la supervisora-. Yo aprendí de chica, pero son ellos los que la cantan con todo el sentimiento. Tengo tías de 95 años que siguen cantando coplas, porque la copla es del día. Es del hacer, es del andar: mientras llevan las ovejas están cantando. Este canto, que llamamos joi-joi, es natural y espontáneo. Nosotros lo hemos adaptado para que los chicos lo conozcan, pero la pureza está en el Valle Calchaquí”.

Desde su brioso caballo, San Martín observa la fiesta, en el basamento de su estatua. Ese es el escenario que ocupan los maestros-músicos, con carnavalitos y huaynos; con guitarra, acordeón, bombo, caja y sikus. Se suman unos 30 docentes de poncho tucumano, que impulsan el canto colectivo con sus cajas adornadas de tulmas de colores.

El ritmo de la primera baguala resuena fuerte en toda la plaza y en el pecho de todos. Los coloridos sombreros de fieltro de los chicos bailarines reflectan el sol, y los delantales se ponen más blancos. Un perfume del Valle Calchaquí se cuela entre tarcos y lapachos. En las manos de los chicos, la hoja del cancionero es el ayuda-memoria de las coplas “La vida mía”, “Ay, naranjal”, “Vaquita mansa”, “Torito cumbreño”, “La huanchaqueña” y “Banderita colorada”, que vuelven a sonar en cientos de pequeñas voces, tal como quería Leda Valladares.

El Naranjal y una vaquita mansa

Improvisación y letras picarescas.- “A los chicos les gustan las coplas porque permiten la improvisación y tienen letras picarescas que los divierten. Como la base musical es sencilla las captan rápidamente”. Francisco Wainziger, docente de la Escuela de la Patria Manuel Belgrano (capital).

“La que mejor cantamos”.- “Nos gustan porque son canciones lindas, y la mejor es ‘Ay, naranjal’. que es la que elige todo el grado y la que mejor cantamos. Bueno, también ‘La vaquita mansa’”. Valentina, 5° grado, Escuela Ignacio Colombres (La Reducción, Lules).

La flauta dulce y las chaschas.- “En Música nosotros aprendimos a tocar la flauta dulce, que nos encanta. Es muy fácil tocar estas chaschas, que me prestó el profesor Alberto”. Lola, 4° grado, Escuela Rivadavia (capital).

La caja.- “Yo ya sabía tocar la caja; me enseñó el ‘profe’ Adrián González. Empezamos a practicar en cuarto grado”. Gaby, 6° grado, Escuela Brígido Terán (Los Ralos).

Topamiento y carnavalito.- “Nos enharinamos porque es tradición del carnaval del Norte. No sólo bailamos sino que también nos divertimos con harina y papel picado. Nosotros representamos el ritual del Topamiento, y después festejamos bailando el carnavalito”. Pilar, 5° grado de la Escuela Monseñor Gregorio de Jesús Díaz (Banda del Río Salí).

Ensayos y rifas.- “Estuvimos trabajando en estos números de danzas desde principios del ciclo lectivo. Hace cuatro meses que venimos vendiendo rifas para comprar cajas, sombreros de fieltro y vestuario”. Adrián González, profesor de Música y de Folclore de la Escuela Brígido Terán (Los Ralos).

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