"Generación C": quiénes son y cómo piensan quienes impulsan el uso medicinal del cannabis

"Generación C": quiénes son y cómo piensan quienes impulsan el uso medicinal del cannabis

Jóvenes de distintos ámbitos profesionales buscan que se terminen los prejuicios y que comiencen las investigaciones serias. Riesgos de la falta de controles.

Felipe Herrera Locascio, los médicos Abigail Grosvald y Agustín Muñoz, Victoria Flores y Carlos Campisi son algunos de los impulsores de una fundación local para promover el conocimiento del cannabis medicinal. Felipe Herrera Locascio, los médicos Abigail Grosvald y Agustín Muñoz, Victoria Flores y Carlos Campisi son algunos de los impulsores de una fundación local para promover el conocimiento del cannabis medicinal. Osvaldo Ripoll / LA GACETA

Imaginate que estás hace días en un desierto. El cansancio y la sed desesperan. De repente, aparece una máquina expendedora de bebidas, en el medio de la nada. Pero para sacar algo, tendrías que romperla, lo cual está prohibido. Es la ley. ¿Qué harías?

Más o menos así es como se sienten las personas con enfermedades crónicas que ven el cannabis medicinal como una alternativa a sus padecimientos, pero no pueden acceder porque la ley es acotada y los precios, altísimos. Mientras tanto, todo el tiempo se suman testimonios y experiencias de los beneficios que tendría en ciertas dolencias a largo plazo, pero la ley argentina todavía penaliza el cultivo y la tenencia de plantas y productos derivados.

La situación es similar a un perro que se muerde la cola: el Estado no habilita abiertamente el uso del cannabis como terapia porque, al igual que buena parte de la comunidad médica, considera que no hay suficiente evidencia científica sobre sus beneficios y consecuencias. Pero tampoco facilita la investigación, porque la sustancia continúa siendo prohibida. Entonces, usuarios, médicos, cultivadores y profesionales de todos los ámbitos, se las ingenian para esquivar las barreras legales.

Victoria Flores es estudiante de Biología en la UNT. Al igual que muchos de los jóvenes profesionales que conforman lo que podríamos llamar la "Generación C", se acercó al uso medicinal del cannabis por una causa personal. "Tuve, a los 19 años, una crisis epiléptica. No me había pasado nunca. Ahí comencé a investigar sobre el uso medicinal de la planta, porque me negaba a tomar las pastillas que me daba el médico", cuenta.

Las dosis y las cepas de los aceites deben ser controladas por profesionales. Las dosis y las cepas de los aceites deben ser controladas por profesionales.

Ahora Victoria dicta talleres informativos sobre autocultivo y uso medicinal de cannabis para minimizar los riesgos de consumir los aceites que circulan sin control en el mercado. "El gran problema actual es que al no haber ley, no hay investigación, no hay regulación, no hay estandarización de los productos, no hay control de los productos que se venden. Entonces la gente está expuesta a comprar cualquier cosa. En algunos laboratorios se ha visto que los aceites que comercializan tienen desde pastillas tranquilizantes hasta rastros de cocaína. O, en el mejor de los casos, son 100% aceite de oliva", detalló.

Qué dice la ley

En 2017, por unanimidad, el Congreso nacional aprobó la Ley 27.350, que habilita el uso y la investigación del cannabis con fines medicinales. También abrió una puerta para que pacientes con epilepsia refractaria puedan acceder al aceite Charlotte's, que se importa de Estados Unidos, pero que sólo sirve para esa patología. A pesar de la ley, los profesionales vinculados al tema sostienen que se ha avanzado poco y nada desde ese entonces. 

"Hoy en día, dos años después de promulgada la ley nacional, sigue todo igual. La ley centraliza en el Estado (a través de la Anmat y el Conicet) la producción, el cultivo y la administración de la planta con fines de investigación, pero el mismo Estado no hace nada de eso, entonces no se puede avanzar. Pero la necesidad de la gente está y hay una terrible presión social para que se eliminen las trabas y se pueda investigar", resume Pablo Alcorta, un joven abogado tucumano. 

El CBD es un cannabinoide no psicoactivo con buenos resultados en la epilepsia. El CBD es un cannabinoide no psicoactivo con buenos resultados en la epilepsia. Inés Quinterios Orio / Archivo LA GACETA

"La ley argentina penaliza la tenencia, el cultivo y la producción. Ni una ni 10 plantas, no se puede tener ninguna. Lo único que te defiende es la jurisprudencia, antecedentes genéricos que no han sido penados. Pero en realidad no se puede hacer nada: ni comprar semillas, ni tenerlas, ni plantarlas, ni producir productos derivados", explica el abogado y agrega que una de las vías legales del autocultivo con fines medicinales son los amparos que prosperaron en algunas provincias.

Evidencia científica

¿Hay evidencia científica sobre los beneficios de los cannabinoides en la salud? Los profesionales advierten que los prejuicios y los temores sobre la planta desalientan la investigación, lo que a su vez dificulta su aplicación en ensayos con humanos, lo que a su vez alimenta los prejuicios y las dudas sobre la efectividad y seguridad de su uso. Como dijimos, es un perro que se muerde la cola.

La evidencia científica -o la falta de- es entonces la piedra de toque en el uso medicinal del cannabis, sobre todo en países como el nuestro, donde es un tema todavía incipiente. "Tenemos pruebas y evidencias a nivel científico y a nivel clínico, en distintos niveles. En algunas patologías puntuales, como la epilepsia, sí hay estudios completos que habilitan su uso, hay mucho respaldo científico. En otros casos (dolor, ansiedad, depresión) hay evidencia moderada y en un amplio espectro de patologías, hay sólo evidencia clínica, práctica", detalla Facundo Álvarez, médico egresado de la UNT, especializado en Endocannabinología y terapéutica cannábica, un posgrado que se cursa en la Universidad de La Plata.

Álvarez, junto con los médicos Abigail Grosvald y Agustín Muñoz, fundaron Anandamed, un centro médico ubicado en Yerba Buena que brinda asesoramiento y acompañamiento a las personas que comienzan una terapia con fitocannabinoides. Los tres profesionales se especializaron en La Plata con el profesor Marcelo Morante, referente argentino en la temática.

Las cremas y ungüentos se utilizan en dolores musculares, articulares y óseos. Las cremas y ungüentos se utilizan en dolores musculares, articulares y óseos. Inés Quinterios Orio / Archivo LA GACETA

Grosvald explicó que los médicos no pueden más que recomendar el uso de cannabinoides, porque recetarlos sería ilegal. Los médicos especializados están preparados, además, para armar una terapia a medida de las necesidades del paciente: formas de consumo, dosis y composición del producto.

"Los componentes principales de la planta de cannabis sativa son el THC y el CBD. Cada uno tiene una función específica y según cada dolencia, el aceite tiene que tener más de una o de la otra. Por eso no es cuestión de tomar cualquier cosa solo porque diga aceite de cannabis. En un contexto de clandestinidad como el actual, la gente se expone a consumir cualquier cosa que le vendan", advierte Grosvald, psiquiatra infanto juvenil que trabaja en la guardia del Obarrio, hospital donde ayer se dictó una charla informativa sobre este tema.

El dolor no espera

Los jóvenes profesionales que impulsan el uso del cannabis como medicina, entienden el valor y la importancia de la investigación científica, pero también asumen que las enfermedades no esperan y se plantean si es ético negarle una medicina a una persona que puede mejorar su estado de salud con ella.

Fernando entiende muy bien aquello de que el sufrimiento no siempre puede esperar a la ciencia. Tiene 48 años y desde hace tres sufre de dolores insoportables en las articulaciones. Todavía no tiene diagnóstico y si bien no piensa abandonar la medicina tradicional, ha recurrido al cannabis.

"Pasé por tres reumatólogos, traumatólogos, endocrinólogos, incluso un hematólogo. El mes que viene voy al Hospital Italiano para ver si consigo un diagnóstico. Pero, mientras tanto, gente que conozco y en quien confío, comenzaron a hablarme del aceite del cannabis", relata Fernando. Él prefiere no dar a conocer su apellido, por razones obvias.

"Tuve que superar muchos prejuicios míos respecto del cannabis. Uno lo relaciona con el porro, con lo recreativo, con la adicción. Y yo nunca había tenido contacto con drogas. Pero el dolor era más fuerte que cualquier miedo, y me animé".

Según Fernando, a los tres días de comenzar a tomar las gotas, notó que las artralgias disminuían y que, además, podía dormir. "Hacía años que no conseguía descansar, porque incluso cuando no tenés dolores, tenés miedo de que vengan. Yo no tenía nada de expectativas con el aceite y de hecho cuando comencé a mejorar ni siquiera lo relacionaba con eso", contó.

Otro de los resultados fue que disminuyó sensiblemente la cantidad de analgésicos y otras drogas para los dolores, que le estaban destruyendo el estómago.

A pesar de que es ingeniero agrónomo, Fernando todavía no se anima a autocultivar cannabis, por los problemas legales que podría tener. Por eso, tiene que recurrir a cultivadores y creadores de aceite de su confianza.

"Esta experiencia me hizo tomar conciencia de otros casos. Hay mamás con problemas con la Justicia por buscar una mejor la calidad de vida para sus hijos. Me parece una locura, teniendo en cuenta que en países cercanos como Uruguay la cosa está mucho más accesible. Al final, suena a que las demoras tienen más que ver con intereses económicos. Yo, por ejemplo, ahora consumo mucho menos medicamentos tradicionales ...", deslizó. Es que una de las hipótesis sobre las dilaciones en la legalización real del cannabis como medicina es el lobby de los laboratorios médicos.

"Hasta que no te sucede a nivel personal, no abrís la cabeza. Hace falta información, controles, investigación, estandarización de los productos para que la gente no corra riesgos. Son cosas que sólo te das cuenta cuando te toca de cerca", concluyó.

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