Cartas de lectores
01 Julio 2019

ASESINO INVISIBLE

Comenzó el invierno y un asesino invisible anda suelto. Muchas personas pierden la vida cada año como consecuencia de intoxicaciones por la inhalación de monóxido de carbono (CO). La mayoría de los casos se relaciona con el uso de braseros en ambientes cerrados, mal funcionamiento, instalación incorrecta o uso inadecuado de los artefactos que funcionan con gas natural o gas licuado de petróleo. Agrava esta situación el desconocimiento y la confusión que tiene la población, en general, al vincular la intoxicación con CO, con asfixia por una fuga de gas natural. Por otro lado, el empleo de braceros para calefaccionar es habitual en gran parte de las familias tucumanas, lo que aumenta la población expuesta a este riesgo estacional. El CO es un gas altamente venenoso para las personas y los animales, que se mezcla con el aire, resultando difícil de reconocer (no se lo puede ver, ni oler y tampoco tiene sabor). Se produce por la combustión incompleta (con poco oxígeno) de combustibles que tienen carbono en su composición (Ejemplos: GN, GLP, carbón, leña, kerosén, madera, etcétera). Ingresa al organismo por medio de la respiración, y una vez inhalado se combina con la hemoglobina de la sangre a través de los pulmones, impidiendo que el oxígeno llegue a los órganos vitales. Algunos de los síntomas que pueden darse son: dolor de cabeza, nauseas, vómitos, mareos, fatiga, etcétera, lo que puede llevar a errores de diagnostico, ya que son indicadores de otras enfermedades (Ejemplo: gripe, digestivas, etcétera.) La clave para evitar las intoxicaciones está en: 1) Ventilación permanente donde se usen los artefactos, 2) Instalación, mantenimiento y funcionamiento correcto de los artefactos, 3) Braseros: usarlos únicamente en ambientes con buena ventilación y nunca en los dormitorios. La prevención es vital para evitar las intoxicaciones por la inhalación de este tóxico, que es un asesino invisible, silencioso y mortífero.

Juan Francisco Segura

IMPUESTO A LAS GANANCIAS

Durante el gobierno de Mauricio Macri aumentó un 66% el número de trabajadores que tributan el Impuesto a las Ganancias. Este dato adquiere gran relevancia debido a que el actual Presidente, durante la campaña electoral, prometió que iba a eliminarlo. Recordemos que solía afirmar de manera taxativa: “en mi gestión ningún trabajador pagará Impuesto a las Ganancias”, algo que queda claro no cumplió (como tantas otras promesas que hizo). Durante la gestión del anterior Gobierno se realizaron varios “cacerolazos” por parte de ciudadanos que manifestaban su indignación porque tenían que pagar dicho impuesto. Lo curioso e inentendible es que hoy, a pesar de que lo siguen pagando y cada vez más cantidad de trabajadores lo hacen, las cacerolas reposan en absoluto silencio. Es más, muchas se están herrumbrando ya que, debido a la dramática crisis en que nos metió Macri, ni siquiera las pueden utilizar para su fin específico. Por ello quisiera saber si algún “golpeador de cacerolas” podrá explicar por qué ahora no protestan. ¿Habrá que pensar acaso que antes solo lo hacían con el fin de desestabilizar al Gobierno anterior? La verdad que es muy penoso ver cómo tanta gente acepta que le hayan mentido de esta brutal manera y que, incluso, algunos están dispuestos a “extenderle el crédito”. ¿Tendrán algún límite o están dispuestos a soportar lo que sea sin importarles que millones de argentinos estén sufriendo penurias merced a este nefasto gobierno de Macri? Aguardo con gran interés alguna respuesta.

Oscar Alberto Beltrán

Avenida Belgrano 3.350


San Miguel de Tucumán

PEDIR PERDÓN

Años después de ese 28 de junio de 1966, en que entró vestido de civil al despacho de Arturo Illia para comunicarle que dejaba de ser presidente, el coronel Luis César Perlinger le pidió perdón con una carta que hizo pública. Fue más tarde uno de los fundadores del Centro de Militares por la Democracia, un organismo defensor de los derechos humanos. Por esas ironías del destino, fue detenido durante la dictadura que se inició en 1976, el mismo 24 de marzo. Este es parte del texto de la carta. “Usted me dio esa madrugada una inolvidable lección de civismo. El público reconocimiento que en 1976 hice de mi error, si bien no puede reparar el daño causado, da a usted, uno de los grandes demócratas de nuestro país, la satisfacción de que su último acto de gobierno fue transformar en auténtico demócrata a quien lo estaba expulsando por la fuerza de las armas, de su cargo constitucional. Hace unos días, en General Roca, Ernesto Sábato dijo a la prensa: ‘¿Sabe qué tendrían que hacer los militares después de este desastre final que estamos presenciando? Ir en procesión hasta la casa del doctor Illia para pedirle perdón por lo que hicieron’. Su último acto de gobierno fue convertirme en demócrata. El mensaje de Sábato me ha llevado a escribirle estas líneas que pretenden condensar: - Mi pedido de perdón por la acción realizada en 1966; -Mi agradecimiento por la lección que usted me dio; -Mi admiración a usted, en quien reconozco a uno de los demócratas más auténticos y uno de los hombres de principios más firmes de nuestro país. Quiero aclarar que de usted hacia mí sólo espero su perdón y que de mí hacia usted le deseo todo el bien que el destino le pueda deparar. Lo saludo con toda consideración y respeto”.

Luis Salvador Gallucci

REFORMA CONSTITUCIONAL

El análisis del periodista de LA GACETA, Juan Manuel Asis en el “Panorama tucumano” de ayer es de una contextura de periodismo de análisis de alto nivel. Al servicio del ciudadano lector. Y cuando se refiere a la reforma constitucional que algunos imaginan babosos de poder, asusta verdaderamente. Hay que estar prevenidos e impedir por todos los medios lícitos, que una eventual Convención Constituyente derivada repita el vergonzoso escándalo que dio a luz la Constitución de José Jorge Alperovich y nos entregué en papel celofán y en bandeja de indignidad la Constitución de Juan Manzur. Aquí, en “trucolandia”, se consagró una “Constitución de Domingo Bussi” y para más singularidad la promulgó... ¡una Intervención Federal!

Carlos Duguech

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