Un candidato para gobernar el humor

Un candidato para gobernar el humor

Roberto Moldavsky apuesta a que la gente se olvide por un rato de la realidad. Un estilo que tiene a Tato, Gasalla y Pinti como referentes.

RITMO FRENÉTICO. En cinco años, Moldavsky pasó de tener un negocio de ropa a ser un humorista estrella.  RITMO FRENÉTICO. En cinco años, Moldavsky pasó de tener un negocio de ropa a ser un humorista estrella.

ACTÚA HOY

• A las 21.30 en el teatro Alberdi (Crisóstomo Álvarez y Jujuy).

“No creemos que pueda hacer mucho, pero seguramente no van a parar de reír”. La consigna sostiene la campaña de “Moldavsky, el candidato”, la propuesta humorística que Roberto Moldavsky trae esta noche al teatro Alberdi.

Dispuesto a hacer que el público deje de lado por casi dos horas las preocupaciones cotidianas, su estrategia es tomar con sorna, precisamente, todo lo que nos rodea. “Lo ideal es que en el teatro la gente se ría sin pensar y que al salir se pregunte ‘¿de qué me estuve riendo? ¿qué está pasando?’. Me conformo con que se olvide de la realidad por un rato; el resto corre por cuenta de cada uno”, le dice a LA GACETA.

Hace cinco años, el humorista era socio en un negocio de camperas en el Once porteño, pero sentía un vacío que lo llenó un taller de stand up. Lanzado de lleno a la actuación y copando teatros, vendió su parte. Y ahora está feliz: “cambié mi vida drásticamente de comerciante a artista; desde que comencé a trabajar con Gustavo Jankelevich y a estar en la calle Corrientes, todo es más frenético”. “Me hubiera venido mejor dedicarme a esto con 25 o 30 años y no el doble como ahora -ríe-, porque hay días que descubro nuevos músculos que me duelen después de dos funciones seguidas. Lo que hago es muy lindo, siento el trajín de no bajarme nunca del escenario, pero lo equiparo con el placer de cada show. Lo vivo muy tranquilo, con mis tiempos”.

Su apuesta responde a los monologuistas clásicos que trajinaron los escenarios argentinos: Tato Bores, Antonio Gasalla, Juan Verdaguer, Enrique Pinti... “Respondo a esa línea. Acá había especialistas en esta materia antes de que llegue el stand up de Estados Unidos. Existía un montón de capocómicos, una escuela que para las nuevas generaciones puede sonar rara, pero mis referentes vienen de otra época y son los que consumía”, admite.

El cómico reconoce que uno de los referentes televisivos que marcó historia fue la serie “Seinfield”; en uno de sus capítulos, un personaje se hace judío para poder contar chistes de esa colectividad sin ser tildado de racista. “Antes decía que si escuchaba a una persona que no era judía hacer un chiste de nosotros llamaba al Inadi para cuidar el negocio y que sea algo exclusivo. Hablando en serio, todo tiene que ver con el contexto, con la historia personal de quién lo cuenta. Diego Capusotto es un especialista en el humor paisano, nadie se espanta porque no es xenófobo y se lo permitís. Cuando viene de otro, es muy distinto. Si Jair Bolsonaro contase un chiste de judíos, no me causaría gracia”, ejemplifica con el presidente del Brasil.

Moldavsky no rehúye temas en sus parlamentos; incluso, aborda los de carácter escatológico, pero con pautas claras: “para muchos existe la tentación de creer que por decir culo se es gracioso, pero hay que decir culo cuando tiene que ir esa palabra y no otra; meter la puteada a la fuerza le baja estilo y creatividad al texto que estás presentando”. “Si lo manejás de manera sutil y divertida, te sigo a muerte; si se lo instala como esos cómicos que se ríen forzadamente y de cualquier cosa, que finjen siempre, le quita credibilidad, no aporta nada”, sostiene.

De programa diario en Radio Continental y todos los fines de semana en el teatro (también estuvo en la televisión), reconoce que los chistes se retroalimentan entre los distintos soportes. “Armamos plataformas con las rutinas y las charlamos mucho con quienes están conmigo, vamos tanteando y tiramos ideas entre todos. De alguna manera los probamos, pero lo que realmente define todo es lo que pasa en vivo con la gente en el teatro. Muchas veces le das valor a cosas que no funcionan y al revés”, asevera.

> Música con Valentín Gómez
Una banda armada “a medida”

Roberto Moldavsky estará secundado en el escenario por la música de La Valentín Gómez, el grupo integrado por Chelo K (guitarra y voz), Lucas Ramírez (teclado), Matías Scheines (violín) y Martín Rur (saxo y clarinete). “Con Chelo trabajamos juntos hace años y a la banda prácticamente la armamos a medida; me presentó al tecladista, luego al violinista, y así fue creciendo. Tocan increíble, pero además hay muy buena relación. El repertorio lo elegimos entre todos, hay un recorrido por distintos géneros, y todo siempre tiene que ver con el show”, destaca. Su hijo, Eial Moldavksy, también lo acompaña en las presentaciones como parte del staff. “Es buenísimo trabajar con tu hijo porque lo ves seguido y él a vos. Nos llevamos muy bien”, dice. 

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