Autos chocados y crisis de identidad

Autos chocados y crisis de identidad

El escándalo que se desató con los dichos de Alperovich hizo pasar inadvertidas otras frases graves para la política. En la oposición al peronismo, Elías de Pérez se apoya en el trípode de intendentes. Apuntes para la Junta Electoral.

Autos chocados y crisis de identidad

“¡Horrible!” No le salía otra palabra. “¡Horrible!”! Repitió. No tenía ganas de decir nada más. En todo caso, elegía ese adjetivo para no calificar a su jefe. Así, simplemente, hablaba de la situación y no de alguien a quien él quiere y respeta. Pero no pudo decir nada. Prefirió llamarse a silencio y siguió hablando de otra cosa. El asesor del senador José Alperovich tuvo una piadosa interpretación de la actuación del ex gobernador en el programa “Buen día”, de LA GACETA Play, que se convirtió en noticia nacional por sus exabruptos.

En aquella tristemente célebre entrevista, el candidato a gobernador mostró la hilacha por sus actitudes personales, pero sus reflexiones políticas fueron graves. “Esto no debe ser un negocio. No hay que ser político para ganar plata”. “Uno de mis grandes errores es no haber seguido controlando a los políticos”. “Hoy, ¿qué hace la dirigencia? Compra a la gente, la están sometiendo”. “Yo no quiero más que se compre a la gente”. “Yo no voy a poner un peso, no les voy a dar plata a los dirigentes”. “La Justicia también es política”. “Los que están ahora, que acomoden las cositas: yo ya no me callo nada”.

Esas ocho frases quedaron subrayadas luego de la catarata de cosas que dijo y hasta quedaron en el olvido. Algunas de ellas están dejando bajo sospecha al gobierno actual y hasta sugieren supuestos actos de corrupción. Quedarán en el olvido. Ningún fiscal parece horrorizarse por estas declaraciones que podrían servir tal vez para indagar hechos concretos si es que el senador conoce más de lo que lanzó. Es muy difícil que un hombre que fue su mano derecha en el Ministerio de Gobierno durante más de una década, como Edmundo Jiménez, ordene desde el Ministerio Público Fiscal (que tiene ahora como herencia del “sijosesismo”) que se analicen estos dichos. Hoy, en todo caso, hay otras preocupaciones -mucho menos importantes, claro-, pero que desvelan a hombres de la Justicia o del Poder Legislativo y que no hay que descuidar.

Lo “horrible” de Alperovich fue festejado en la Casa de Gobierno como el (¿segundo?) gol de Maradona contra los ingleses y, por lo tanto, fue viralizado por los “sijuancistas” (funcionarios, operadores pagos y de los otros) como si se tratara del “videíto” (con previa y cuidada edición) de moda.

Después, todo fue jolgorio. Sin decir ni hacer nada, Manzur y Jaldo le sacaron a su ex jefe metros de ventaja en la carrera electoral; y no por capacidad propia, sino por impericia ajena. Alperovich chocó el auto.

Los chicos crecen

Hasta ahí, los peronistas que administraron el poder de la provincia en los últimos 15 años. Alperovich y Manzur disputan, además de la general, una carrera aparte. En la estructura opositora de Cambiemos también tuvieron una semana movida. Silvia Elías de Pérez recuperó el habla en la campaña y no fue la tranquila Alicia en el País de las Maravillas sino la fiscala incómoda de los actos de esos dos hombres que manejaron la provincia.

Mientras afinaba su voz en un tono más duro y crítico, que es el que la catapultó a la trinchera en la que hoy está, también revisó las arcas previstas para la campaña. Al comenzar la semana lanzó una colecta virtual para ir guardando lo que sea en la caja fuerte. Desde $ 100 hasta lo que “usted guste mandar”. En la búsqueda por transparentar los gastos electorales la movida fue aplaudida. Pero, como todo lo que se encara en “Vamos Tucumán”, no faltan los “convidados de piedra” que antes de acompañar prefieren criticar. Esos que la senadora todavía no logra domesticar se preocuparon en señalar que el plan de recaudación fue una muestra de debilidad y no de transparencia. “Se debe mostrar poderosa en todo momento”, sentenciaron.

Está claro que el rastrillo pasado por los amplios jardines de los countries empresarios aún no dejó las hojas esperadas. Ahí se apuró la colecta. El rastrillaje va en serio y las respuestas de algunos jugadores importantes, hasta ahora, sonaron a broma. También está pendiente la reacción que habrá desde Buenos Aires. En estos tiempos de sequía de popularidad, la elección de Tucumán puede ser una más que pase inadvertida; o un tubo de oxígeno para las ansiedades de Cambiemos, donde se muestran más ahogados que nunca. En cualquiera de los casos, los fondos serán fundamentales para la senadora, que sigue en el diván para resolver su crisis de identidad. Es que la revolución de los corazones no se lleva bien con los mandobles anticorrupción que supieron levantarla en las acciones. Uno de sus fieles escuderos no se cansa de repetir que su gran paso de popularidad ocurrió cuando encaró a la guardia de Casa de Gobierno en agosto de 2015, cuando la plaza se había desmadrado por las protestas que reclamaban una nueva elección provincial y los caballos pasaban por encima de la gente.

La sociedad de radicales, peronistas y pros se había acostumbrado al liderazgo de José Cano. Con su impronta comenzó el año. Bajo su batuta tocaba la orquesta. Germán Alfaro era su primer violín y Domingo Amaya acompañaba sin desentonar. Desde el fondo, Pablo Walter era una de las voces del coro. El cambio de dirección de la orquesta puso en alerta a todos. Alfaro fue el que mantuvo su melodía, hasta que en los últimos días comprendió que no tendrá momentos en los que se lucirá como solista. Se oirá su música, pero siempre acompañada. Es que los chicos han crecido. Los intendentes Mariano Campero y Roberto Sánchez eran los niños cantores, pero sus voces ya se oyen y sus interpretaciones son valoradas por la nueva batuta. Esta semana fue discutida dentro de la orquesta. Walter ya no fue escuchado como antes; y si bien Alfaro, Campero y Sánchez son parte del trípode (¿tridente?) de la senadora, el peronista tomó conciencia de que su fuerte (¿músculo?) está en la gestión y en la fortaleza que implica manejar la capital. Pero tendrá que tocar la misma melodía con los otros intendentes.

El estadio central

A medida que avanza la cuenta regresiva, las miradas empiezan a centrarse en la Junta Electoral. Fue en ese estadio donde se jugaron los partidos más difíciles de 2015, durante los comicios que pusieron en jaque la institucionalidad tucumana. En la Junta, quien más tiene para perder es el presidente, Daniel Posse, quien debuta en esas lides. Lo acompañan el ministro fiscal Jiménez y el vapuleado ministro de la Defensa, Washington Navarro Dávila. En estas primeras fechas, en el equipo de la Junta ha quedado en el banco de suplentes el histórico secretario Darío Almaraz, quien ha quedado (¿relegado?) en (a) un segundo plano después de muchos años de ser la estrella principal.

La oposición se ha desgañitado gritando desde la tribuna para que la Junta Electoral pudiera tener otra composición. Ante el fracaso en el intento, varios partidos que se alistan en el vestuario visitante, contrario al oficialismo manzurista, intentarán asegurar la transparencia de los comicios. En la carpeta de apuntes opositora está la instalación de una sala de cómputos lo suficientemente amplia como para que quepan cómodamente todos los partidos con sus fiscales generales o apoderados, ya que no confían totalmente en la estructura actual, máxime cuando ha habido designaciones que se ajustaron a los vínculos carnales antes que a la idoneidad.

Una vez que se terminen de armar las listas, cosa que ocurrirá a mediados de la semana que viene, algunos expertos en las triquiñuelas electorales tienen previsto exigir que se presenten las declaraciones juradas de los principales funcionarios de la Junta Electoral; y que, además, las actas de los fiscales lleven también el sello y la firma de los presidentes de mesa. Todas estas son elucubraciones que se van consolidando a medida que se acercan las fechas cruciales de los comicios. No se trata de cuestiones trasnochadas, sino, por el contrario, de que quien se quema con leche…

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