Los manuscritos del Mar Muerto
Fue uno de los mayores hallazgos arqueológicos del siglo XX. En los rollos hay pistas de los orígenes del judaísmo y el cristianismo. En ellos se habla por primera vez del “hijo de Dios”. Especialistas afirman que algunos de los textos describen a un mesías sacrificado –una historia similar a la de Jesús– que habría vivido al menos 50 años antes.
Por Antonio Las Heras
PARA LA GACETA - KIRBET QUMRAM (ISRAEL)
He caminado cada sitio de Medio Oriente donde los Evangelios indican que Jesús estuvo.
Una mañana de invierno, por primera vez – hace de esto unas dos décadas – llegué por primera vez a la vera de aquella cueva donde fueron hallados (oficialmente) en 1947 cantidad de vasijas conteniendo milenarios y controvertidos manuscritos.
Desde la entrada de la cueva el Mar Muerto brilla enceguecedor. La cueva en cuestión se halla a alrededor de un kilómetro de Kirbet Qumram, cercano a la ribera noroccidental del Mar Muerto.
Digo “hallados oficialmente” porque resulta difícil aceptar que esa verdadera biblioteca pudo permanecer ignorada por más de dos milenios para aparecer a la luz de todos merced a un joven beduino que extravió una de sus cabras y, buscándola, encontró las tinajas con los rollos. Así se produjo uno de los mayores hallazgos arqueológicos del Siglo XX. Hallazgo que contiene pistas esenciales sobre la historia del judaísmo y los orígenes del cristianismo (el otro –ocurrido casi al mismo tiempo– es el de los manuscritos coptos de Nag Hamadi, Egipto).
Así aparecieron los primeros siete pergaminos. Después, muchísimos más –en su mayor parte compuestos por fragmentos– fueron encontrados. Gran cantidad ofrecidos por mercaderes; sobre todo de Jerusalén. Totalizaron 800 rollos. Algunos refutarían partes sustanciales del Nuevo Testamento. Las vasijas contenían las copias más antiguas conocidas de la herencia judeocristiana, algunas escritas un siglo antes del nacimiento de Jesús. Salmos, comentarios, escrituras en clave, poemas e historias sobre gigantes, ángeles, horóscopos y el mapa de un supuesto tesoro sepultado: nada menos que el Tesoro del Templo. Del Primer Templo; el que fuera erigido por el Rey Salomón y edificado por el arquitecto Hiram Abif.
Mesías antes de Cristo
Dos especialistas afirman que algunos de los textos describen a un mesías sacrificado –una historia similar a la de Jesús– que habría vivido al menos 50 años antes. Israel Knohl, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén y autor de El Mesías antes de Jesús: el siervo salvador de los rollos del Mar Muerto, escribe: “Tenemos en esos manuscritos la evidencia de un mesías que cuenta con esa combinación de sufrimiento y divinidad que es típica de Jesús”. El autor interpreta que este mesías fue esenio, llamado Menahem; muerto por los romanos en el 4 a. J. Aunque dicho nombre no aparece en los textos, Klohl argumenta que fue ese esenio a quien el historiador Flavio Josefo (Siglo I) describe como un amigo del Rey Herodes y candidato a mesías de Qumram. Se apoya en el texto “Himno de la Autoglorificación”, donde hay un relato en primera persona que cuenta que fue relegado y despreciado. Asimismo se compara con los ángeles y dice ser el “querido del Rey”.
Michael O. Wise; profesor del Northwestern College (Minnesota, E.E. U.U.) y autor de El primer Mesías: investigando al Salvador antes de Cristo, piensa que pudo haber sido un hombre llamado Judá que murió en el 72 a. J. Encontró pruebas en “Himnos de acción de Gracias”, también escritos en primera persona. Otros investigadores afirman que esos himnos son de autoría del fundador del grupo que realizó los manuscritos, un hombre citado como “Maestro de Justicia”.
Nueva Alianza
Los textos están escritos en hebreo, arameo y griego; la mayoría son adjudicados a los esenios, una orden esotérica e iniciática de reglas muy severas, algunas de las cuales son utilizadas hasta hoy entre los masones.
Ya Plinio el Viejo (23/79 d. J.), erudito romano, había señalado un monasterio situado en Kibert Qumran, como la sede de esenios que se llamaban a sí mismos “Nueva Alianza”. Juan el Bautista también habría sido educado por esta orden, habida cuenta que los Evangelios dicen que estuvo un tiempo considerable en el desierto cerca del área donde se localizaba esta comunidad de Qumran. (Mateo 3:1-3, Marcos 1:4, Lucas 1:80; 3:2-3). Ambos enseñaron que el “Reino de Dios” estaba por venir.
De entre los primeros manuscritos hallados, el “Manual de la Disciplina o “Normas de la Comunidad” describe los requisitos para aquellos interesados en formar parte de la orden. Su líder, llamado “Maestro Justo”, fue perseguido, martirizado y torturado. Sus seguidores creían en la inminencia del fin del mundo, pero quienes creyesen en él, estarían salvados.
Hijo de Dios
Otro de los fragmentos se asemeja a pasajes del Evangelio de San Lucas (1:32-5) y dice que “por su nombre será aclamado como el Hijo de Dios y lo llamarán Hijo del Altísimo”. Se trata de un descubrimiento extraordinario porque “es la primera vez que la expresión Hijo de Dios aparece en un texto palestino que no sea la Biblia”.
Otros dos rollos de cobre laminado contienen el inventario del Tesoro del Templo de Jerusalén, consistente en 26 toneladas de oro, 65 toneladas de plata y metales preciosos. También figura el listado de los lugares secretos donde fueron ocultados en vísperas de la invasión romana de Jerusalén. El gran problema reside en que los nombres originales de los escondijos del primer siglo de nuestra era no se mantienen hoy.
Mientras los expertos continúan su tarea de investigación, varios enigmas quedan planteados; principalmente: si existió este “Maestro Justo”, ¿puede haber sido “el elegido por Dios y el redentor del mundo” y predecesor de Jesús?
© LA GACETA
Antonio Las Heras - Escritor y profesor universitario. Uno de sus libros más recientes es Las búsquedas espirituales de Ricardo Güiraldes y otros escritos sobre escritores y escrituras.