Hasta que cante el croupier

Una suave melodía de jazz se escucha de fondo. Juan está parado junto al croupier. Sonríe. Mientras, su compañero Osvaldo arma la apuesta: una, dos, tres y más fichas en cada casillero. Llena el paño con ritmo presuroso. Mientras más sean, mejor. Es su estrategia, y piensan que hasta ahora les ha dado resultado. Del otro lado de la mesa, José juega las suyas. Analiza cada probabilidad. Aunque su montañita es más pequeña que la de Juan, José confía en su experiencia y en sus minuciosos cálculos. Aún así, esperará hasta último momento para mostrar su jugada final. Nadie se puede dar por ganador antes de que la rueda deje de girar. Un tercer apostador integra la partida. Misterioso, no deja ver su cara. Le regocija la tensión entre sus rivales, que alguna vez cruzaron miradas de amor y ahora, enfrentados, sólo gestos intercambian desafiantes. Pero eso no le alcanzará para conocer el sabor del triunfo: además, tendrá que pergeñar una táctica exitosa.

El croupier, habituado a esas escenas, golpea tres veces la escobilla sobre el paño, a modo de advertencia. Los apostadores saben que deben alistar la movida final. Pronto la bolilla empezará a girar en la ruleta. “No va más”, se escuchará. Habrá un solo ganador.

La fórmula y los “acoples”

Manzur y Jaldo serán la fórmula del PJ. En una entrevista con LA GACETA, el vicegobernador anticipó que buscarán un armado amplio, con el retorno de algunos “compañeros” -como el amayista Christian Rodríguez- y la con inclusión del radicalismo disidente a Cambiemos. Ahora, reabrió la puerta al cristinismo. Todo indica que los “acoples” serán una de las claves para la continuidad de esta gestión. Los antecedentes muestran que el sistema de alianzas es una carta poderosa para el oficialismo. Pero será la primera vez que un partido gobernante lo utilice en un escenario tan fragmentado. En el oficialismo son conscientes del riesgo de mínima: perder la mayoría en la próxima composición de Legislatura. A la hora de los armados, además, aparecen los problemas. Y en el interior son muy distintos a los que surgen en San Miguel de Tucumán. Fuera de la capital, al PJ le sobran candidatos. Todos sumarán a la fórmula -salvo que alguna mano se atreva a hacer travesuras- y recibirán la bendición. Pero, además, cada uno querrá igualdad de condiciones el día de la elección. Para colmo, los dueños de los armados que conquistaron intendencias y comunas (Ruiz Olivares y los Orellana, entre otros) quieren retener el sello en el terreno conseguido. ¿Cómo satisfacer a los descontentos? Por lo pronto, Manzur y Jaldo tratan de tomarse fotos con todos y de darles su apoyo. Al contrario de lo que sucede en el interior, la fórmula habría definido a su candidato para la Capital. Pero no quiere que se filtre el elegido. El diputado Pablo Yedlin y el legislador Fernando Juri son dos alternativas que se escucharon en estos días. Otros peronistas reclaman internas. La danza de nombres no tuvo un pausa desde que comenzó el verano, e incluyó al subsecretario de Interior de la Nación y ex rival de la fórmula, Domingo Amaya, quien sigue en Cambiemos, y al presidente de Atlético Tucumán, Mario Leito.

Aferrado a Cristina

El objetivo es sumar los 330.000 votos. Esa cifra le daría el triunfo a cualquiera, estiman en su espacio. José Alperovich ya no tiene el respaldo amplio del PJ. Pero confía en su capital. Supo volverse a tiempo, luego de afirmarle a LA GACETA en junio de 2016 que “sin dudas” el kirchnerismo era parte del pasado. Así, aferró su futuro al nombre de la ex Presidenta. Y si persiste la polarización CFK vs Cambiemos, los números de Alperovich -que tiene mandato hasta 2021 en el Senado- parecen sonreír. Por lo pronto, los habitués de calle Crisóstomo dan por hecho que el ex gobernador postulará candidatos en todos los municipios. Tiene que ser con la boleta completa, aseguran. En estas filas estiman que la presentación formal será a fines de febrero o a principios de marzo, junto con su lista de legisladores. Este esquema permite vislumbrar una meta subyacente del ex gobernador: ganar casilleros en los municipios y en la Legislatura para seguir teniendo vigencia.

Una apuesta ante la división

Cambiemos aún no anunció la fórmula, pero espera que el PJ quede dividido por la mitad en las urnas, o al menos, en 60/40, para ganar chances. En el espacio del diputado José Cano confían en que el radical será otra vez el elegido por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, para encabezar el binomio. En parte, por su identificación con el macrismo -algo que a nivel local podría resultarle no tan favorable-, pero también porque lo beneficiaría el acuerdo nacional entre el PRO y la UCR. La distancia con Amaya parece cada vez más grande. Así, será difícil -no imposible- que se repita el armado de 2015. En la Intendencia capitalina prefieren una fórmula con dos legisladoras nacionales: la senadora radical Silvia Elías y la diputada peronista Beatriz Ávila, esposa de Germán Alfaro. Pero serían demasiados casilleros en favor del jefe municipal. El macrista Alberto Colombres Garmendia también puja por un lugar. Los aliados tucumanos a la Casa Rosada tienen agendada una visita del ministro Rogelio Frigerio para febrero. Si no se ponen de acuerdo, crecen las chances de que la apuesta se defina en Buenos Aires.

La partida tiene otros contendientes. Ricardo Bussi, con la plataforma de FR, quiere lograr lo que hizo Bolsonaro. Pero no se lamentará si la doble candidatura lo deposita en una banca de legislador y de concejal. Los partidos de izquierda, sin representación parlamentaria, se lanzarán en febrero. Hay incontables fichas sobre el paño. La posibilidad de que las elecciones se adelanten, a pesar de lo que está escrito en la Constitución provincial, apura a los estrategas. El juego se da sólo cada cuatro años. Y nadie quiere volver a casa con las manos vacías.

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