A los codazos por Cristina, y sus votos

A los codazos por Cristina, y sus votos

Cristina Elisabet Fernández, viuda de Kirchner, ex presidenta; jefa o líder que, pese a los cargos de corrupción que la salpican, significa una gran oportunidad política para sectores de la dirigencia peronista local. Algunos ven en ella un salvavidas y se le aferran agitando lealtades que nunca antes tuvieron. Otros le son realmente fieles. En Tucumán, el cristinismo tiene varias expresiones; pero cada una defiende y protege su lugar. La senadora es el punto de referencia común, la que los ubica en un mismo plano; nada más. Sin embargo, hubo un suceso que sintieron todos a la vez y que experimentaron de distinta forma: la movida de Alperovich que, aunque ambigua, alteró a más de uno al decir que Cristina es la mejor candidata para enfrentar a Macri. Su candidata, y para sus fines.

Oportunismo político en estado puro: apostar allá -a más de 1.200 kilómetros- para sumar adeptos por acá, jugarse por la ex jefa de Estado para incomodar a la dupla Manzur-Jaldo, buscar la adhesión de los cristinistas y kirchneristas tucumanos para contrarrestar la pérdida de una estructura territorial que ahora está en manos de sus contrincantes del Ejecutivo. Pese a ello, el senador se quedó a medio camino, ya que elogia a Cristina pero no se va con ella, crea un bloque distinto en la Cámara Alta. ¿Está o no está en la órbita “K”? Si se fue mediáticamente del PJ, ¿por qué no se suma a Unidad Ciudadana? Razón de peso: que quiere negociar directamente con Cambiemos su voto y el de su compañera de banca, Beatriz Mirkin. Manzur sabe que se quedó sin senadores en el Congreso.

En ese misma línea, como avisó Alvaro Aurane en su columna del viernes, Alperovich también es contradictorio en su discurso confrontativo contra Macri, ya que cuestiona y rechaza el Presupuesto elaborado por Cambiemos, pero da quórum para que se lo trate. Actuó justamente de la misma forma por la que había criticado a los diputados manzuristas. Entonces, ¿está a medio camino del cristinismo o a medio camino del antimacrismo? A medio camino de todo, seguro. Además se le refriega que mientras alude a una unidad a nivel nacional, en la provincia divide.

Alperovich alteró a los cristinistas tucumanos que, como él, también buscan potenciarse a partir de responder y de defender la gestión de la ex mandataria, quien, por cierto, no da señales de lo que hará electoralmente en 2019. Su estratégica indefinición desacomoda a más de uno, sea oficialista o sea opositor.

Ella también juega su partida a la distancia, hasta se aprovecha de lo que le propone Alperovich al no hacerle un desplante y rechazarle sus muestras de renovada simpatía y de acercamiento, cuando el tucumano tiempo atrás renegaba del trato que le prodigaba la ex presidenta. Si hasta llegó a sostener que nunca fue kirchnerista. Las necesidades y las urgencias políticas cambian; se ve: el enemigo de ayer puede ser el socio de mañana. Vale para ambos. Y a las oportunidades no hay que dajarlas pasar, sólo hay que poner cara de póker y olvidarse de las conductas, o las inconductas, del pasado.

Cristina, al no demostrar antipatía por Alperovich, le envía un mensaje a su ex ministro de Salud. De enojo. Manzur, en su momento, supo decir que el tiempo de la ex presidenta “ya fue” y hasta armó un festejo nacional el 17 de octubre para mostrar que un nuevo espacio peronista -alejado de la influencia “K”- estaba surgiendo como alternativa al kirchnerismo y al macrismo. La senadora le devuelve una “gentileza” al gobernador al comunicarle tácitamente que se dejará usar por Alperovich en su cruzada por intentar regresar a la Casa de Gobierno.

Se ubica indirectamente como una adversaria más, acción que deberá sopesar Manzur respecto de cuánto lo puede afectar en su propósito de ser reelecto. Los peronistas saben y hasta disfrutan del poder de daño que pueden infringir al contrincante. La senadora lo hace al dejar jugar a su par tucumano para molestar a quien supo integrar su gabinete durante más de un lustro. Conveniencias mutuas, al fin y al cabo.

Los que la conocen cuentan que le divierte asustar con hacer daño para garantizarse fidelidades. Se impone por temor. Por ejemplo, los intendentes del conurbano bonaerense se mantienen a su lado porque los amenazaría con apoyar a otro candidato en sus distritos si se desvían del camino que les traza. Eso es porque más de uno sabe que tiene atada su suerte al guiño y a la ascendencia de la senadora en ese distrito, donde su figura tiene un buen nivel de aceptación. En menor escala es lo que desarrolla contra Manzur al no rechazar y alentar la aventura de Alperovich por recuperar el sillón de Lucas Córdoba. Le admite su juego de proximidad. Una doble instancia de conveniencias por parte de ambos, pero con intereses distintos.

Ahora bien, Alperovich sacudió a los peones cristinistas al jugarse por la dama, desacomodó el tablero y obligó a repensar estrategias por parte de las agrupaciones kirchneristas o neocristinistas que conviven en la provincia. Es que el senador decidió pescar en el mismo espacio en el que otros venían navegando tranquilos. Algunos le temen al poder de comunicación y de penetración que tiene a través de las redes sociales; principalmente porque hay agrupaciones que no tienen la capacidad logística suficiente como para llegar mediáticamente a lugares alejados de la ciudad. Algunos ven allí una desventaja difícil de combatir.

Pero otros, abofeteados por la arriesgada jugada de Alperovich han decido reaccionar fortaleciéndose en el propio espacio como alternativa política frente al alperovichismo, pero también amagando con posicionarse frente al manzurismo. Algo así como no sucumbir ante el oportunismo de Alperovich o no dejarse arrastrar y quedar pegados con el oficialismo que reniega de la senadora, pero con el que supieron jugar en las PASO de 2017. Difícil de ejecutar, por cuanto varios de los que se integran en el colectivo Unidad Ciudadana -no el partido- forman parte del Gobierno y, por lo tanto, están ligados institucionalmente a la dupla Manzur-Jaldo. Están marcados.

Precisamente, por esta situación, es que en el oficialismo entienden que tienen herramientas para debilitar las pretensiones del ahora cristinista Alperovich, ya que entre sus filas cuentan con referentes de la senadora y que supieron estar en aquella celebración del Día de la Lealtad y que también compartieron el acto del PJ en el que se ratificó la nueva conducción del partido con Manzur como jefe. Algo así como no dejar que el senador se apropie de la exclusividad de la representación cristinista en Tucumán. Difícil y complicado de conseguir, por cuanto al cuestionar a la senadora, el oficialismo también la sacó de su órbita. Sólo le resta seducir y mantener en su radar a los dirigentes y simpatizantes de Cristina que juegan en Tucumán. Por lo menos para mantenerlos en su espacio de influencia al momento de la elección de renovación de autoridades provinciales.

Muchos son los intereses que se ponen en juego, y cruzados entre ellos: Cristina intentando vengarse de Manzur usando a Alperovich, el senador apostando a aumentar su caudal de votantes mostrándose cercano a la ex presidenta, los cristinistas esforzándose por no quedar atrapados en la red alperovichista y por no parecer manzuristas, el oficialismo moviéndose para no dejar que el ex gobernador saque réditos de su cristinismo de ocasión. Porque he aquí una especulación que tiene que ver con el “estado en modo daño” en el que se encuentra el peronismo a causa de que el poder es lo que está realmente en juego: si Alperovich logra captar un porcentaje significativo del voto cristinista en Tucumán podría afectar las pretensiones de continuidad del oficialismo y provocarle indirectamente una derrota a manos de la oposición.

Claro, eso si la oposición trabaja para convertirse en una real opción y se refuerza para convencer a la ciudadanía de que es “la” alternativa al peronismo, y siempre y cuando el justicialismo vaya dividido a las urnas. En el propio oficialismo se menciona que, en caso de que Alperovich finalmente se presente, la oposición podría llevar como candidata a gobernadora a Silvia Elías de Pérez. Otros hasta mencionan a Alfonso Prat Gay. Entre tantas charlas, en algún café, alguien deslizó que el ex gobernador apuesta indirectamente a que Cambiemos gane en Tucumán.

Todo se evalúa, incluso hasta la posibilidad de que finalmente Cristina llegue a un acuerdo con el PJ, situación que modificaría todo el escenario, nacional y provincial. Mientras eso no ocurra, algunos referentes del colectivo local Unidad Ciudadana han pensado que una buena apuesta es mostrarse equidistantes de la pelea entre alperovichistas y manzuristas y erigirse como una alternativa de poder provincial, que entre a terciar en la mesa de negociación a partir de consolidarse a nivel provincial desde ese espacio.

Es que la jugada de Alperovich, de sonreírle a Cristina, los incomodó, los molestó, pero más que nada los preocupó. Les inquieta la onda expansiva entre sus filas. Ya analizan las vías para contrarrestar el posible efecto negativo. Principalmente porque manejan datos acerca de que en Tucumán la ex jefa de Estado tendría un alto porcentaje de intención de voto (42%, según Alperovich), por lo que lo menos que pueden hacer es posicionarse lo mejor posible para capitalizar esa masiva adhesión.

En esa línea se enmarca el encuentro programado para el viernes en la Fotia, convocado por la afirmación de la soberanía y en homenaje a la militancia, y con la intención de consolidar el espacio Unidad Ciudadana a partir de una plataforma política. A no descartar que pretendan salir con fórmula propia, porque para ellos está en juego la representación cristinista en Tucumán, un espacio al que Alperovich ingresó a los codazos para intentar quedarse con una porción.

Como dijo un referente del sector “ciudadano”, más que contrarrestar el efecto alperovichista es no dejarnos robar el espacio. La relación será tensa, y sobre ellos estará la mirada de Cristina y la lupa del oficialismo provincial, que también hace sus cálculos y movidas en medio del estanque kirchnerista.

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