La Batalla de los idiomas

La Batalla de los idiomas

Escribir profesionalmente en dos idiomas, tales como el español y el inglés, plantea desafíos interesantes. A menudo mis amigos me preguntan sobre las dificultades que implica escribir en inglés. Les contesto que, a casi 50 años de vivir en los Estados Unidos, todavía me resulta extremadamente difícil escribir en ese idioma. La razón es que, aun después de tanto tiempo, todavía sigo pensando en español cuando escribo en inglés.

04 Noviembre 2018

Por César Chelala

PARA LA GACETA - NUEVA YORK

Una posible respuesta para explicar mis dificultades con el inglés es que tuve una seria inmersión en el idioma inglés recién a los 31 años, cuando emigré a los Estados Unidos y cuando muchas estructuras lingüísticas de pensamiento están ya formadas. Todos sabemos la extraordinaria facilidad que tienen los niños para aprender idiomas cuanto más jóvenes son, y que la dificultad de este proceso de aprendizaje aumenta con la edad. Creo que la mejor edad para aprender un nuevo idioma es desde la niñez y alcanza su apogeo en la pubertad, en cuyo momento comienza a disminuir paulatinamente, aunque este proceso tiene grandes variaciones individuales.

Escribir en español o en inglés tiene, además, una dificultad adicional, ya que lo que a veces se considera adecuado en español no es necesariamente bueno en inglés, y viceversa. Por ejemplo, mis primeros borradores de artículos en inglés muchas veces tienen demasiadas palabras y expresiones (quizás debido, precisamente, a mi lengua materna) y les voy “puliendo” palabras en lecturas posteriores.

Pero cada idioma tiene una estructura diferente y, en ese sentido, se puede decir que el español es un idioma que permite una expresión más florida, con el uso frecuente de recursos literarios tales como las metáforas, los símbolos y las figuras hiperbólicas, entre muchos otros, mientras que en inglés hay una economía de expresión no necesariamente más simple, pero no tan florida. Esto se evidencia claramente en el proceso de la traducción de un idioma al otro, donde la versión en inglés es generalmente más corta que la versión en español.

Barroquismo

Es por lo que con mucha satisfacción encontré una vieja entrevista a Julio Cortázar publicada en el número de otoño de la revista literaria norteamericana The Paris Review del año 1984. En ella Cortázar hace algunos comentarios sobre la escritura que creo importante transcribir.

Cuando le peguntan a Cortázar por qué cree que en Paradiso, José Lezama Lima hace que Cemí (un personaje de la novela) diga que el barroco es lo que tiene interés real en España e Hispanoamérica, Cortázar responde: “No puedo contestar como un experto. Es cierto, el barroco es muy importante en América Latina, tanto en las artes como en la literatura. El barroco puede ofrecer una mayor riqueza; deja volar la inspiración en todas direcciones, como una iglesia barroca con todos sus ángeles decorativos o como en la música barroca. Pero yo desconfío del barroco. Los escritores barrocos, a menudo, dejan volar su imaginación muy fácilmente cuando escriben. Escriben en cinco páginas lo que se podría escribir en una. Yo también probablemente caí en el barroco, porque soy latinoamericano, pero siempre desconfié de él”.

“No me gustan las oraciones pesadas, voluminosas, llenas de adjetivos y descripciones, susurrándole al oído del lector. Yo sé que eso es muy simpático, por supuesto. Es muy bello, pero ése no soy yo. Yo estoy más del lado de Jorge Luis Borges. Él siempre fue un enemigo de lo barroco; él acortó sus escritos como con pinzas. Bien, yo escribo de manera muy diferente a Borges, pero la gran lección que me enseñó es la de la economía. Cuando siendo muy joven comencé a leerlo, me enseñó que uno debía tratar de decir las cosas con economía, pero con una bella economía. Es la diferencia, quizás, entre una planta, que podría considerarse barroca, con sus múltiples hojas, a menudo muy bellas, y una piedra preciosa, un cristal, que es algo aun más bello.”

Marcando la diferencia

Quizás el mejor ejemplo de este estilo depurado que menciona Cortázar es precisamente el de Jorge Luis Borges. En su prefacio a Labyrinths: Selected Stories and Other Writings, el prestigioso autor francés André Maurois escribió que Borges “compuso solo pequeños ensayos o narraciones breves. Sin embargo, son suficientes para que lo llamemos grande por su maravillosa inteligencia, su riqueza de invención y su estilo conciso, casi matemático”.

Borges, por su parte, define al barroco de la siguiente manera: “Yo diría que el barroco es aquel estilo que deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades y que linda con su propia caricatura”.

Es curioso que Borges creyó que había alcanzado un estilo depurado a una edad relativamente avanzada. En una de sus conversaciones con el escritor Fernando Sorrentino Borges dijo: “Para alcanzar el punto de escribir en forma sucinta, en una forma más o menos decorosa, tuve que llegar a los 70 años”.

Cualquiera sea nuestra opinión sobre Borges, y sobre su estilo, es innegable que es uno de los escritores más influyentes del siglo XX. Como dijo la escritora Susan Sontag en su Carta a Borges, escrita diez años más tarde de la muerte del gran escritor argentino: “Todo lo que quiero decir es que lo extrañamos. Lo extraño. Usted continúa marcando la diferencia. La era en la que estamos entrando ahora, este siglo XXI, pondrá a prueba el alma de nuevas maneras. Pero, puede estar seguro, algunos de nosotros no vamos a abandonar la Gran Biblioteca. Y Ud. continuará siendo nuestro maestro y nuestro héroe”.

Teoría del iceberg

En inglés, uno de los escritores más conocidos por su estilo casi minimalista es Ernest Hemingway. Él desarrolló la “teoría del iceberg”, según la cual el significado más profundo de un relato no debe ser evidente en la superficie sino que debe manifestarse en forma implícita. En octubre de 1954 Hemingway recibió el Premio Nobel de Literatura por “su maestría en el arte de la narrativa, demostrado recientemente en El Viejo y el mar, y por la influencia que ha demostrado en el estilo contemporáneo”.

El arte de cortar

En un escrito sobre la influencia que sobre él tuvo la escritora Annie Dillard, el escritor norteamericano Alexander Chee escribe lo siguiente: “En su clase, aprendí que aunque había hablado inglés toda mi vida, en realidad sabía muy poco sobre él. El inglés nació del Bajo Alemán, un idioma que era bueno para la categorización, se había llenado de palabras del latín y del anglosajón, y ahora estaba en el proceso de incorporar palabras de idiomas asiáticos. Las latinas eran polisilábicas, y las palabras anglosajonas eran cortas, con quizás dos sílabas en el mejor de los casos. Un buen escritor hace uso de ambas para variar los ritmos de las oraciones”.

Sin embargo, quizás lo más importante es utilizar un estilo adaptado a las circunstancias de comunicación. No es lo mismo un escrito técnico que un artículo periodístico, que un texto literario o una novela, siempre y cuando cumpla la función primordial de todo escrito:lograr una comunicación eficaz con el lector. W. Somerset Maugham, el gran escritor inglés, declaró su punto de vista en uno de sus escritos: “Por supuesto, cada escritor tiene de vez en cuando un pensamiento que le parece tan feliz, una conversación que lo divierte tanto, que cortarlo es más doloroso que sacarse una muela; es en estos momentos que es bueno tener grabada en el corazón la máxima: si puedes cortar, corta”.

© LA GACETA

César Chelala - Médico y escritor tucumano radicado en Nueva York. Es co-ganador del premio Overseas Press Club of America, y ganador de dos premios de Adepa.

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